Al detective Frank Carrillo de la policía de Los Ángeles le asignaron en 2011 los casos de dos homicidios de mujeres jóvenes. Los crímenes tenían muchos elementos en común. La misión del investigador era dar con el paradero de un asesino en serie. Después de muchas frustraciones y derrotas, le puso una trampa al principal sospechoso.
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