En fotos: así quedan los zapatos de los inmigrantes después de cruzar la frontera

Al Centro Humanitario Respite, que queda en McAllen, Texas, han llegado en un solo día 433 inmigrantes después de cruzar la frontera con México. Verónica Gabriela Cárdenas es una mexicana que decidió homenajear la historia de esas "almas viajeras" fotografiando sus zapatos, los mejores testigos del camino y las travesías que habían andado.

Verónica Gabriela Cárdenas es una mexicana que ha recogido más de 400 zapatos de inmigrantes que cruzan la frontera para fotografiarlos.
Verónica Gabriela Cárdenas es una mexicana que ha recogido más de 400 zapatos de inmigrantes que cruzan la frontera para fotografiarlos.
Imagen Verónica Gabriela Cárdenas- @veronica_g_cardenas

Estos son los zapatos de Luis. Tiene 8 años y llegó hasta la frontera entre México de Estados Unidos huyendo con su padre de que las pandillas hondureñas lo reclutaran para trabajar con ellas.

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Caminó mucho y embarcó La Bestia, ese tren que lleva a muchos inmigrantes desesperados a la parte más al norte de México.

Luis logró pasar la frontera. Pero antes de seguir su camino en busca de sus familiares en Estados Unidos pudo descansar, bañarse, comer y cambiarse de ropa en el Centro Humanitario Respite, en McAllen, Texas, un lugar creado por la monja Norma Pimentel en donde se busca “restaurar la dignidad”.

Así como su ropa, su pasado y, quizás, sus miedos, Luis quiso dejar atrás sus tenis maltrechos, que además, ya no lo servían para seguir su camino. La fotógrafa Verónica Gabriela Cárdenas los recogió y los retrató. Al final esos zapatos resumían las peripecias del niño, narraban su camino y recordaban que esta vez le había tocado a él pero que cualquiera había podido ser el elegido para caminar con ellos.

Verónica llegó a colectar 250 zapatos, el número máximo de inmigrantes que habían llegado en un día a ese auspicio. Como no podía retratar las caras de los que por ahí pasaban, para protegerlos, decidió que esos zapatos iban a ser su manera de mostrar la realidad compleja que se vivía en la frontera.

“Al centro llegan muchos zapatos donados y algunos nuevos, pero después de noviembre de 2016, cuando Donald Trump fue elegido presidente, el número de inmigrantes que llegan en un día ha crecido tan exponencialmente que ya no hay zapatos que sean suficientes. Un día alcanzaron a estar reunidos en el centro 433 inmigrantes”, cuenta Verónica.

Con discreción ella le pidió a cada uno de los dueños de esos tenis viejos, polvorientos, sin cordones -porque los agentes se los quitan para que no los usen como armas-, que le contaran su historia.

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Así conoció las peripecias de Fernando, un pequeño de 4 años, de Guatemala, que tras haber perdido su hogar y que su padre lo abandonara había logrado sobrevivir a los disparos que propinaron los agentes federales mexicanos al camión en el que iban escondidos con su madre.

Estos zapatos pertenecieron a Fernando, un niño de 4 años de Guatemala que cruzó la frontera con su madre.
Estos zapatos pertenecieron a Fernando, un niño de 4 años de Guatemala que cruzó la frontera con su madre.
Imagen Verónica Gabriela Cárdenas @veronica_g_cardenas


“Fernando pasó su cumpleaños número 4 escondido en unos arbustos en la frontera”, recuerda Verónica que empezó a juntar todos estos zapatos para hacer una serie fotográfica que bautizó ‘Almas viajeras’ (‘Traveling Souls’).

“Dimensionar lo que sucede en la frontera es muy difícil si no lo vives de primera mano, por eso pensé en crear estas fotografías que a la vez que rinden un homenaje a las historias de los dueños de esos zapatos, nos lanzan una pregunta a todos los que hubiéramos podido haber llevado unos zapatos iguales”.

No contenta con hacer su primer montaje justo en la entrada del auspicio en McAllen, Texas, Verónica decidió llevarse sus zapatos para fotografiarlos en otros lugares emblemáticos. Se los llevó y armó una hilera en el Puente Internacional de Reynosa, Hidalgo en donde tantos inmigrantes se entregan pidiendo asilo.

Luego se los llevó a las orillas del Río Grande del lado de Estados Unidos, representando a aquellos que cruzaron el río, sobrevivieron y entraron al país del norte.

Su idea ahora es llevar su instalación al frente de la Casa Blanca y lograr que cientos de inmigrantes caminen una milla con estos zapatos. No sabe si lo va a lograr, por lo pronto sus fotografías ya viajan a exposiciones y espera que sirvan de eco a esas “almas” de Luis, de Fernando, de Milagros, de Alondra, que le dejaron sus zapatos.

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