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Relaciones Internacionales

Un desliz de Macri reabre la herida argentina por la soberanía de las islas Malvinas

El presidente dijo que había acordado con la primer ministro británica iniciar un diálogo sobre la soberanía de las disputadas islas, reabriendo un tema especialmente doloroso para los excombatientes de la guerra que culminó en 1982. Se calcula que el número de suicidios de exsoldados ha igualado en los últimos años al de los muertos en combate.
1 Oct 2016 – 08:43 AM EDT
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Veteranos de la guerra en las Malvinas en una conmemoración del conflicto entre Argentina y Reino Unido el 2 de abril de 2007. Crédito: Juan Mabromata/AFP/Getty Images

Malvinas es uno de esos dolores que reaparecen cada tanto en la historia argentina. Como si el cuerpo quisiera recordar que la herida no cerró, pese a los puntos de sutura y a los 34 años que pasaron desde la guerra entre Argentina y el Reino Unido en las islas del sur.

En los últimos días, el tema volvió a la tapa de los principales diarios argentinos, bajo un cruce de declaraciones entre el presidente Mauricio Macri y la canciller Susana Malcorra. “Saludé a la primer ministro británica Theresa May y le dije que estoy listo para empezar un diálogo abierto, que incluya por supuesto el tema de la soberanía sobre las islas. Ella estuvo de acuerdo”, declaró Macri a la prensa, a la salida de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Ante el eco diplomático, Malcorra bajó el tono de las declaraciones y dijo que las islas “no son prioridad” en la relación bilateral, mientras que Londres directamente desmintió que en la conversación se hubiese abordado el tema de la soberanía. Argentina y Reino Unido sí firmaron una serie de acuerdos que incluyen la exploración de hidrocarburos, la pesca en Malvinas y la cooperación militar. El documento con esos pactos deberá ser aprobado por el Congreso del país sudamericano.

En el medio de estos tratos bilaterales y del traspié de Macri, los excombatientes de Malvinas son la muestra más viva de ese dolor.

Gustavo Moledo y Gustavo Pirich están sentados en un café, a pocos metros del Congreso de la Nación, donde fueron a expresar su postura ante los senadores. Crearon la Asociación de Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos, que busca impulsar leyes que mejoren la calidad de vida de sus compañeros y ayudarlos a “llevar la mochila que significó Malvinas”.

“Yo estuve en el frente de batalla. El macrismo dijo que la labor de su gobierno es que los kelpers (quienes viven en las Malvinas) estén lo más tranquilos posibles. Yo quiero todo lo contrario. Hablar de soberanía es referirse a nuestros compañeros muertos. Necesitamos retomar esa conversación y lograr la transferencia de las islas a los verdaderos dueños, que somos nosotros", dijo Pirich.

En los últimos días, varios compañeros me llamaron llorando por lo que sucedió. Muchos me decían que no sabían cómo seguir. Y eso es muy peligroso porque tenemos una larga historia de suicidios”, contó Pirich, cuya organización sacó un comunicado bajo el título “Por nuestros muertos, no cambiamos soberanía por petróleo”.


Bombas y un “suicidio no traumático”
Por un decreto firmado en 2005, durante la gestión del fallecido presidente Néstor Kirchner, los veteranos de Malvinas recibieron un aumento en su pensión honorífica, que ahora equivale a tres jubilaciones mínimas nacionales (alrededor de 1,000 dólares) y alcanza a unas 23,000 personas. Sin embargo, la atención de salud de los excombatientes es uno de los temas más delicados.

Desde el final de la guerra en 1982, los excombatientes vienen exhortando a los gobiernos a convocar a una revisión nacional de salud obligatoria para quienes participaron del conflicto bélico, algo que aún no se realizó. La guerra dejó 650 combatientes argentinos muertos. Y, aunque no hay datos oficiales, se calcula que la cifra de suicidios postguerra está muy cerca de igualar el número de fallecidos en combate.

En 2011, Anselmo Sella, a cargo de la Defensoría del Pueblo de la Nación, destacó: “La cantidad de soldados que fallecieron post conflicto a causa de suicidios, es de tal magnitud que puede compararse la guerra y la posguerra”.

Moledo, de la asociación de excombatientes, cree que el número de muertos es aún mayor.

Cuenta que una vez encontró colgado a un excompañero en su casa. Y, a la hora de redactar, el informe los médicos catalogaron a la muerte como “no traumática”. “No hay un número de suicidios establecidos porque al Estado nunca le interesó saber y porque muchos familiares no dicen que se suicidó", afirmó.

"Malvinas es una pesada mochila para todos nosotros. Cada uno acomoda ese peso como puede y otros no logran hacerlo nunca. Están los recuerdos, las imágenes, los compañeros, las luchas y las noches frías”, relata Moledo, que durante el conflicto estuvo a 70 metros de una torre de control en el aeropuerto.

“Nos tiraban con bombas de 1,500 libras, que dejaban cráteres de 22 metros de diámetro. Me dieron por muerto tres veces”, recuerda.

Cada vez que se acerca del 2 de abril, el día del inicio de la guerra, Pirich dice que comienza a sentirse mal. “Con tratamiento psicológico, fui mejorando bastante. Antes me tiraba en un sillón unos días antes y recién me levantaba a la semana. Yo estuve en Infantería Mecanizada en un puesto de avanzada, muy cerca de Monte London, una de las batallas más sangrientas. Aún hoy cuando paso por el aeropuerto y siento el ruido de un avión me pongo muy nervioso”.

Población de riesgo
Ernesto Alonso, miembro del Centro de Excombatientes de las Islas Malvinas de la ciudad de La Plata, advirtió que los funcionarios “dicen lo que quieren escuchar los británicos” y calificó como un “bochorno” los dichos de Macri y Malcorra en torno a la soberanía.

“Tenemos un programa de atención al veterano de guerra. Cada día perdemos un beneficio porque la atención se va desjerarquizando. Hay menos cobertura, menos medicamentos y menos prestaciones”, reclamó.

Tras el episodio Macri-Malcorra en Naciones Unidas, ahora viene el capítulo de la firma el acuerdo firmado con Londres, que debe ser aprobado en el Congreso. Pasan los gobiernos y los colores políticos, pero sobrevive el dolor vívido del reclamo de los excombatientes.

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