El exvicepresidente Dick Cheney falleció este lunes a los 84 años de edad, según confirmó su familia en un comunicado. Cheney es ampliamente reconocido como uno de los vicepresidentes más poderosos de la historia moderna de EEUU y por haber sido un férreo defensor de la invasión a Irak, una de las campañas militares más cuestionadas de la historia de EEUU.
Muere el exvicepresidente Dick Cheney a los 84 años
La familia de Dick Cheney, considerado uno de los más controversiales y poderosos vicepresidentes de la historia de EEUU, informó que el republicano falleció por complicaciones de una neumonía. Un repaso por la historia de Dick Cheney, el influyente conservador que terminó confrontando con Donald Trump.
"Su querida esposa por 61 años, Lynne, sus hijas Liz y Mary, y otros miembros de su familia estaban junto a él cuando falleció. El exvicepresidente murió por complicaciones de una neumonía y una enfermedad cardiaca y vascular", señala el comunicado. Cheney falleció el lunes por la noche pero su familia lo anunció este martes en la mañana.
El discreto pero firme Cheney sirvió a los presidentes Bush, padre e hijo, dirigiendo las Fuerzas Armadas como secretario de Defensa durante la guerra del Golfo Pérsico bajo la presidencia de George H.W. Bush, antes de regresar a la vida pública como vicepresidente bajo la presidencia de George W. Bush.
Durante su mandato, la Vicepresidencia dejó de ser un mero trámite ceremonial. Cheney la convirtió en una red de canales de comunicación desde la cual influir en las políticas sobre la invasión a Irak, el terrorismo, los poderes presidenciales y otros pilares de una agenda conservadora.
Años después de dejar el cargo, se convirtió en blanco de las críticas del presidente Donald Trump, especialmente después de que su hija, Liz Cheney, se convirtiera en la principal crítica republicana y de los intentos de Trump por mantenerse en el poder tras su derrota electoral y sus acciones durante los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio.
Cheney, poderoso y decisivo vicepresidente tras los atentados de 2001

Desde el principio, Cheney y Bush tenían un pacto peculiar, tácito pero bien entendido. Dejando de lado cualquier ambición que pudiera haber tenido de suceder a Bush, a Cheney se le otorgó un poder comparable, en algunos aspectos, al de la propia Presidencia. Cheney fue el principal responsable de las operaciones del gobierno de Bush y tuvo una amplia influencia en las más importantes decisiones del mandatario republicano.
Cheney, en sus propias palabra: "Cuando acepté el cargo de vicepresidente, decidí que mi única agenda sería la suya, que no iba a ser como la mayoría de los vicepresidentes, que buscaban la manera de ser elegido presidente cuando terminara su mandato".
En el Capitolio, Cheney abogó por el programa del presidente Bush en los mismos pasillos que había recorrido como un congresista profundamente conservador y segundo líder republicano en la Cámara de Representantes. Abundaban las bromas sobre cómo Cheney era el verdadero líder del mandato de Bush, a quien no parecía importarle tales chistes.
Cuando ocurrieron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, Cheney se tornó una figura decisiva en todo lo que vendría después, incluidas invasiones en Medio Oriente y el extremo tratamiento de los detenidos, siendo un defensor de las sistemáticamente extraordinarias medidas de vigilancia, detención e interrogatorio empleadas en respuesta a los ataques.
Posturas belicistas, Irak y el trato a los prisioneros

Fue un intransigente en la cuestión de invadir Irak. Cheney se equivocó punto tras punto en esa guerra, sin perder jamás la convicción de que, en esencia, tenía razón. Alegó vínculos inexistentes entre los ataques de 2001 contra Estados Unidos y el Irak de antes de la guerra; y dijo que las tropas estadounidenses serían recibidas como libertadoras, algo que claramente no ocurrió.
Declaró que la insurgencia iraquí estaba en sus últimos estertores en mayo de 2005, cuando ya habían muerto 1,661 militares estadounidenses, ni siquiera la mitad del saldo al final de la guerra.
Para sus admiradores, mantuvo la fe en tiempos difíciles, firme incluso cuando la nación se volvió en contra de la guerra. Pero bien entrado el segundo mandato de Bush, la influencia de Cheney disminuyó, limitada por los tribunales o por las cambiantes realidades políticas. Los tribunales fallaron en contra de los esfuerzos que él impulsó para ampliar los poderes presidenciales.
Cheney defendía el trato especialmente duro que se dispensaba a los presuntos terroristas desprotegidos bajo la figura de combatientes enemigos. Sus posturas belicistas sobre Irán no fueron del todo aceptadas por Bush. Cheney operó gran parte del tiempo desde lugares secretos durante los meses posteriores a los atentados de 2001, manteniéndose alejado de Bush para garantizar la supervivencia de uno u otro ante cualquier ataque posterior contra el liderazgo del país.
El giro de Cheney ante la llegada de Trump

Su afición por el secretismo y las maniobras entre bastidores hicieron que fuera visto como un político 'oscuro' y controversial.
Muchos años más tarde, cuando el actual presidente Donald Trump comenzó a liderar a los republicanos, Cheney se convirtió en blanco de las críticas de Trump. Especialmente después de que su hija, Liz Cheney, se convirtiera en la principal crítica republicana de Trump por tratar de mantenerse en el poder tras su derrota electoral y sus acciones durante el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
“En los 246 años de historia de nuestra nación... jamás ha habido un individuo que representara una mayor amenaza para nuestra república que Donald Trump... intentó robarse las últimas elecciones mediante mentiras y violencia para perpetuarse en el poder después de que los votantes lo rechazaran. Es un cobarde”, declaró Cheney en un anuncio televisivo para apoyar a su hija.
En un giro inesperado que los demócratas de su época jamás habrían imaginado, Dick Cheney dijo antes de las elecciones de 2024 que votaría por Kamala Harris a la Presidencia, en contra de Trump.
Cinco infartos y el retiro cercano a su hija, Liz Cheney

Cheney nació en Lincoln, Nebraska, hijo de un empleado con larga trayectoria en el Departamento de Agricultura. La política atrajo a Dick Cheney a Washington DC en 1968, cuando era becario del Congreso. Se convirtió en protegido del congresista Donald Rumsfeld, republicano por Illinois, trabajando a sus órdenes en dos agencias y en la Casa Blanca de Gerald Ford antes de ser nombrado jefe de gabinete, el más joven de la historia, a los 34 años.
Se casó en 1964 con su novia de la escuela secundaria, Lynne Anne Vincent, y tuvieron dos hijas Liz y Mary.
En 1989, se convirtió en secretario de Defensa bajo la presidencia de Bush padre y dirigió el Pentágono durante la Guerra del Golfo Pérsico de 1990-1991, que expulsó a las tropas iraquíes de Kuwait. Entre las dos administraciones de Bush padre e hijo, Cheney dirigió Halliburton, una importante empresa de ingeniería para la industria petrolera.
Cheney sobrevivió cinco infartos y creía que le quedaba poco tiempo de vida. Ya en 2013 declaró que despertaba cada mañana "con una sonrisa, agradecido por el regalo de un día más". Durante su vicepresidencia, marcada por la era del terrorismo, Cheney reveló que había desactivado la función inalámbrica de su desfibrilador por temor a que los terroristas le provocaran una descarga fatal a distancia.
Tras su vertiginosa carrera, Cheney se retiró a Jackson Hole, no lejos de donde su hija Liz Cheney compró una casa unos años después, estableciendo su residencia en Wyoming antes de ella ganar su antiguo escaño en la Cámara de Representantes en 2016. Los destinos de padre e hija se estrecharon aún más, ya que la familia Cheney se convirtió en uno de los blancos favoritos de burlas y críticas de Trump.


