Verificamos el discurso de Trump para dejar el Acuerdo de París: varias mentiras, imprecisiones y ni una mención al cambio climático
El PRESIDENTE: Muchas gracias. (Aplausos.) Muchas gracias. Me gustaría comenzar refiriéndome al ataque terrorista en Manila. Estamos siguiendo muy de cerca la situación, y seguiré dando actualizaciones si algo sucede durante este periodo de tiempo. Pero es realmente muy triste lo que está pasando en todo el mundo con el terrorismo. Nuestros pensamientos y oraciones están con todos los afectados. Trump sorprende al empezar su discurso hablando de un supuesto ataque terrorista en Manila. Paradójicamente, todo lo que habla después está lleno de palabras que alimentan las tensiones entre los países y el odio.
El discurso que ofreció Trump en el Rose Garden de la Casa Blanca tiene casi 3,000 palabras. Sin embargo, no cita ni una sola vez ‘cambio climático’ o ‘calentamiento global’. El presidente de EEUU obvia de forma deliberada que el Acuerdo de París es un pacto para luchar contra el calentamiento del planeta, un serio problema para la humanidad, del presente y del futuro. Si se tiene en cuenta este 'pequeño detalle', mucho de lo que expresa Trump pierde todo sentido y solo muestra irresponsabilidad y egoísmo.
Antes de discutir el Acuerdo de París, me gustaría empezar con una actualización sobre nuestro enorme –absolutamente enorme– progreso económico desde el día de las elecciones el 8 de noviembre. La economía está comenzando a recuperarse, y muy, muy rápidamente. Hemos añadido 3.3 billones de dólares en valor bursátil a nuestra economía, y más de un millón de empleos en el sector privado.
Acabo de regresar de un viaje al extranjero donde concluimos negociaciones por casi 350,000 millones de dólares para el desarrollo económico y militar de Estados Unidos, creando cientos de miles de puestos de trabajo. Fue un viaje muy exitoso, créanme. (Aplausos.) Muchas gracias. Muchas gracias.
En mis reuniones en la cumbre del G7, hemos tomado medidas históricas para exigir justos y recíprocos intercambios comerciales que les den a los estadounidenses un campo de juego nivelado contra otras naciones. También estamos trabajando muy duro por la paz en el Medio Oriente, y quizás incluso la paz entre los israelíes y los palestinos. Nuestros ataques contra el terrorismo se han intensificado considerablemente–y usted lo ven en todas partes– desde la anterior administración, incluyendo el hecho de hacer que muchos otros países hagan importantes contribuciones a la lucha contra el terrorismo. Se están haciendo grandísimos aportes por parte de los países que no estaban contribuyendo mucho.
Una por una, estamos cumpliendo las promesas que le hice al pueblo estadounidense durante mi campaña para presidente: ya sea eliminando las regulaciones que disminuyen los empleos; nombrando y confirmando un excelente juez de la Corte Suprema; poniendo en marcha nuevas y rigurosas normas de ética; logrando una reducción récord de la inmigración ilegal en la frontera sur; o trayendo de regreso empleos, plantas y fábricas a Estados Unidos en cantidades que nadie hasta este momento imaginaba que era incluso posible. Y créanme, apenas hemos comenzado. Los frutos de nuestro trabajo se verán aún más dentro de muy poco tiempo. Esto es importante. Revela las aparentes motivaciones detrás del pensamiento de Trump, que no son nuevas: ayudar a las fabricas estadounidenses a competir con la industria china. Desde hace años Trump cree que el discurso ambiental pone a EEUU en desventaja frente a los asiáticos. En 2012 aseguró que el "concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos, para hacer a la manufactura estadounidense no competitiva. Aunque luego negó haberlo dicho".
En estas cuestiones y muchas más, estamos cumpliendo nuestros compromisos. Y no quiero nada que se cruce en nuestro camino. Estoy luchando cada día por el gran pueblo de este país. Por lo tanto, con el fin de cumplir mi solemne deber de proteger a Estados Unidos y sus ciudadanos, Estados Unidos se retirará del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático (aplausos) –gracias, gracias– pero iniciará las negociaciones para volver a entrar al Acuerdo de París o a una negociación totalmente nueva en términos que sean justos para Estados Unidos, sus empresas, sus trabajadores, su gente, sus contribuyentes.
Por lo tanto, nos estamos saliendo. Pero vamos a empezar a negociar, y veremos si podemos llegar a un acuerdo que sea justo. Y si podemos, sería genial. Y si no podemos, no hay problema. Trump dijo que tratará de renegociar la adhesión de Estados Unidos al Acuerdo de París. Las Naciones Unidas lo desmintieron de inmediato, asegurando que el Acuerdo no puede ser renegociado por la petición de un solo país. Lo mismo le recordaron en un comunicado conjunto la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro italiano Paolo Gentiloni: "Consideramos que el momentum generado en París en diciembre de 2015 es irreversible y creemos firmemente que el Acuerdo de París no puede ser renegociado, ya que es un instrumento vital para nuestro planeta, nuestras sociedades y economías", reza la declaración de los líderes europeos.
Como presidente, no puedo poner ninguna otra consideración antes que el bienestar de los ciudadanos estadounidenses. El Acuerdo de París sobre el Cambio Climático es sólo el último ejemplo de que Washington ha concertado acuerdos que ponen en desventaja a Estados Unidos para el beneficio exclusivo de otros países, dejando que los trabajadores estadounidenses –a quienes quiero mucho– y los contribuyentes absorban el costo en términos de pérdida de empleos, salarios más bajos, fábricas clausuradas, y una considerable disminución de la producción económica.
Así que, a partir de hoy, Estados Unidos abandonará toda la implementación del Acuerdo de París, no vinculante, y las cargas financieras y económicas draconianas que el acuerdo le impone a nuestro país. Esto incluye ponerle fin a la implementación de la contribución determinada a nivel nacional y, muy notablemente, el Fondo Verde para el Clima que le cuesta a Estados Unidos una inmensa fortuna. En realidad el Acuerdo de París no impone nada a ningún país: Primero, porque no fija compromisos específicos, sino que compromete a los países a cumplir con sus propios planes nacionales. Segundo, porque como dice correctamente el presidente, no es vinculante. Y tercero porque no establece sanciones por incumplimiento.
El cumplimiento de los términos del Acuerdo de París y las onerosas restricciones energéticas que ha impuesto sobre Estados Unidos de América podrían costar hasta 2.7 millones de empleos perdidos para el año 2025 según la National Economic Research Associates. Esto incluye 440,000 menos empleos de manufactura: no es lo que necesitamos –créanme, esto no es lo que necesitamos– incluyendo empleos en el sector de manufactura de automóviles, y la ulterior desaparición de industrias estadounidenses vitales de las que dependen innumerables comunidades. Dependen tanto, y les estaríamos dando tan poco.
Según este mismo estudio, para el año 2040, el cumplimiento de los compromisos adoptados por la administración anterior podría reducir la producción para los siguientes sectores: el del papel se reduciría en un 12%; el del cemento en un 23%; el del acero y hierro en un 38%; el del carbón –y yo quiero mucho a los mineros del carbón– hasta un 86%; el del gas natural un 31%. El costo para la economía en este momento sería cercano a los 3 billones de dólares en pérdidas del PIB y de 6.5 millones de empleos industriales, mientras que los hogares tendrían 7,000 dólares menos de ingresos y, en muchos casos, mucho menos que eso. ¡Cuidado! Esto es engañoso. Las cifras negativas que Trump ofreció para justificar su decisión son exageradas. Así lo consideran varios científicos y profesores universitarios que analizaron el estudio de donde el presidente sacó sus números. Se trata de un informe publicado en marzo de 2017 por la firma privada de consultoría NERA Economic Consulting, que estima el impacto potencial de las acciones regulatorias necesarias para cumplir con el Acuerdo de París. Por ejemplo, el profesor de la Universidad de Yale, Kenneth Gillingham, señaló: El estudio de NERA ve los costos de una serie hipotética de políticas. Estas podrían no ser las acciones que se tomen para cumplir con el Acuerdo de París. Uno podría modelar fácilmente otras acciones con costos mucho más bajos. Segundo, sólo los costos se modelaron. Los beneficios de evitar el cambio climático (aumento del nivel del mar, tormentas más poderosas, la mayor propagación de enfermedades, etc.) fueron ignorados totalmente. Los costos netos de las políticas serían totalmente distintos e incluso es posible que positivos".
Esto no sólo este acuerdo somete a nuestros ciudadanos a severas restricciones económicas, sino que no está a la altura de nuestros ideales sobre el medio ambiente. Como alguien que se preocupa profundamente por el medio ambiente, cosa que hago, no puedo, con la conciencia tranquila, apoyar un proyecto que castiga a Estados Unidos –que es lo que lo éste hace– el líder mundial en la protección del medio ambiente, mientras que no impone obligaciones importantes a los principales contaminadores del mundo. Trump se ha autodenominado ambientalista y defensor del planeta en varias ocasiones, una de ellas, el mismo día que revivió la construcción de dos enormes oleoductos que habían sido vetados por Obama por el impacto ambiental que significan para comunidades indígenas, así como el riesgo de contaminación de mantos acuíferos y ríos: Keystone XL y Dakota Pipeline. El mandatario es un negacionista confeso del cambio climático, quien desde su primer día de gobierno eliminó todas las referencias al calentamiento global de la web de la Casa Blanca. Ha pedido reducir un tercio del presupuesto de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), eliminando 3,200 puestos de trabajo, cerca de un quinto de los 15,000 funcionarios que hacen ciencia y ayudan en la conservación y generación de normativa para proteger el agua, aire y las especies de animales y plantas del país. Además, en su deseo de favorecer la industria del petróleo y revivir la del carbón, dijo que quiere explotar enormes reservas de energía en tierras federales (áreas protegidas) y prometió a la industria automotriz alivianar los requisitos de eficiencia ambiental de los motores que producen.
Por ejemplo, en virtud del acuerdo, China será capaz de aumentar estas emisiones en un sorprendente número de años: 13. Pueden hacer lo que quieran durante 13 años. Nosotros no. La India hace que su participación dependa de recibir miles y miles de millones de dólares de ayuda extranjera de los países desarrollados. Hay muchos otros ejemplos. Pero la conclusión es que el Acuerdo de París es muy injusto, al más alto nivel, para Estados Unidos. Esta es la parte más surrealista y cínica del discurso de Trump. Si se considera un hito el Acuerdo de París, esto es por involucrar a todos los países en la lucha contra el calentamiento del planeta, pero el pacto también establece que la respuesta de cada nación debe ser acorde a su responsabilidad con el problema. Como muestran estos gráficos del New York Times, EEUU es el mayor emisor de gases de efecto invernadero de la historia, contando desde que se empezó a quemar carbón y petróleo a partir de la Revolución Industrial. Gran parte de los gases acumulados en la atmósfera que causan el cambio climático están ahí por EEUU, los países de la UE, Rusia, Japón... Y por eso son estas naciones las que deben empezar a reducir antes sus emisiones. Un indio emite hoy en día, de media, unas 3 toneladas de CO2 al año, un chino unas 8, un estadounidense más de 20. Lo que dice Trump es tremendamenete injusto e insolidario, pero también mentira: China no puede hacer lo que quiera durante 13 años, pues en realidad se compromete a limitar su crecimiento (lo que nunca hizo EEUU en el pasado).
Además, el acuerdo actual bloquea eficazmente el desarrollo del carbón limpio en Estados Unidos: lo cual sí hace, y las minas están empezando a abrirse. Tendremos una gran apertura en dos semanas. Pennsylvania, Ohio, Virginia Occidental, tantos lugares. Una gran apertura de una nueva mina. Es inaudito. Durante muchos años, eso no había ocurrido. Me preguntaron si me gustaría ir. Voy a intentarlo.
A China se le permitirá construir cientos de plantas de carbón. Así que nosotros no podemos construir las plantas, pero ellos sí pueden, según este acuerdo. A la India se le permitirá duplicar la producción de carbón para el año 2020. Piensen en eso: La India puede duplicar su producción de carbón. Nosotros debemos deshacernos de la nuestra. Incluso a Europa se le permite continuar la construcción de plantas de carbón. Lo que Trump dice no es del todo cierto. De hecho, la palabra carbón no se menciona ni una vez en el Acuerdo de París. El texto tampoco establece prohibiciones de producción a los países firmantes, incluido EEUU. Además, China informó en enero de este año que detuvo la construcción de 103 nuevas plantas de generación a base de carbón, y su producción de CO2 se redujo durante tres años consecutivos. India anunció que esperaba doblar su producción de carbon para el 2020 y señaló que esto no detendría su compromiso a seguir el "camino bajo en carbono hacia el progreso", tal como lo establece el acuerdo que firmó el 22 de abril de 2016. La nación asiática espera reducir sus emisiones de carbono entre un 33 y 35% para el 2030. El acuerdo permite a los países establecer sus propios objetivos para controlar las emisiones y entre todos evitar que la temperatura del planeta aumente más de 2 grados Celsius.
En resumen, el acuerdo no elimina los empleos en el sector del carbón, simplemente saca esos empleos de América y Estados Unidos y los envía a países extranjeros.
Este acuerdo se trata menos sobre el clima y más sobre que otros países obtengan una ventaja financiera frente a Estados Unidos. El resto del mundo aplaudió cuando firmamos el Acuerdo de París –saltaron de alegría; estaban tan felices– por la sencilla razón de que puso a nuestro país, Estados Unidos de América, que todos amamos, en una enorme desventaja económica. Un cínico diría que la razón obvia de los competidores económicos y su deseo de vernos permanecer en el acuerdo es que sigamos sufriendo esta importante herida económica autoinfligida. Nos resultaría muy difícil competir con otros países de otras partes del mundo. Esta es una forma sofisticada de Trump para decir lo que en realidad piensa del cambio climático. En 2014 escribió: "Esta mierda tan cara del calentamiento global tiene que parar. Nuestro planeta se está congelando". También ha calificado el concepto como un invento del hombre, una farsa, un disparate y una estafa. Esta lista le hará entender que la decisión de Trump de sacar a EEUU del Acuerdo no debería sorprender.
Tenemos algunas de las más abundantes reservas de energía en el planeta, suficientes para sacar de la pobreza a millones de los trabajadores estadounidenses más pobres. Sin embargo, en virtud de este acuerdo, estamos poniendo efectivamente estas reservas bajo llave y candado, eliminando la gran riqueza de nuestra nación –su gran riqueza, su riqueza fenomenal; no hace tanto tiempo, no teníamos ni idea de que teníamos esa riqueza– y dejando a millones y millones de familias atrapadas en la pobreza y el desempleo. Aunque Trump haga oídos sordos, lo cierto es que los científicos consideran que para que la temperatura del planeta no sobrepase niveles problemáticos hay que dejar bajo tierra una tercera parte de las reservas mundiales de petróleo, la mitad de las de gas y más del 80% de las de carbón. El Acuerdo de París busca que un cambio de esta envergadura pueda realizarse de forma progresiva y ordenada, evitando conflictos entre los países. Es decir, lo contrario que está haciendo Trump.
El acuerdo es una redistribución masiva de la riqueza de Estados Unidos hacia otros países. A un crecimiento del 1%, las fuentes de energía renovables pueden satisfacer algunas de nuestras necesidades internas, pero al 3% ó 4% de crecimiento, lo cual espero, necesitamos todas las formas disponibles de energía estadounidense, o nuestro país –(aplausos)– estará en grave riesgo de caídas de tensión y apagones, nuestros negocios se detendrán, en muchos casos, y las familias estadounidenses sufrirán las consecuencias en forma de pérdida de empleos y una menor calidad de vida.
Incluso si el Acuerdo de París se implementara en su totalidad, con total cumplimiento por parte de todas las naciones, se estima que sólo produciría dos décimas de grado celsius –imagínense eso; esa cantidad– de reducción en la temperatura mundial para el año 2100. Una cantidad ínfima. De hecho, 14 días de emisiones de carbono de tan sólo China acabarían con los logros de Estados Unidos –y eso es una estadística increíble– eliminaría totalmente los logros de las reducciones previstas de Estados Unidos en el año 2030, después de haber tenido que gastar miles y miles de millones de dólares, empleos perdidos, fábricas cerradas y sufrir mucho mayores costos de la energía para nuestras empresas y nuestros hogares. Momento muy vergonzoso: Trump dice que si el Acuerdo de París se implementara por completo solo supondría una reducción de 0.2 °C en la temperatura y hace un gesto al público juntando sus dedos: “Imagínense eso; esa cantidad”. El gesto ya es caricaturesco: pues no tiene nada que ver con la temperatura. Pero además lo que dice resulta mentira: El Acuerdo de París busca que la temperatura media del planeta suba menos de 2 °C, intentando limitar este aumento a 1.5 °C. Y eso dentro del clima global del planeta es enorme.
Como escribió esta mañana el Wall Street Journal: "La realidad es que retirarse [del acuerdo] es del interés económico de Estados Unidos y no afectaría mucho el clima". Estados Unidos, bajo la administración Trump, seguirá siendo el país más limpio y respetuoso con el medio ambiente del planeta. Vamos a ser los más limpios. Vamos a tener el aire más limpio. Vamos a tener el agua más limpia. Vamos a ser respetuosos con el medio ambiente, pero no nos vamos a quitarles el trabajo a nuestras empresas y no vamos a perder nuestros empleos. Vamos a crecer; vamos a crecer rápidamente. (Aplausos).
Y creo que ustedes acaban de leer –salió hace sólo unos minutos, el informe sobre las pequeñas empresas– las pequeñas empresas ahora están en auge, están contratando personas. Uno de los mejores informes que he visto en muchos años.
Estoy dispuesto a colaborar inmediatamente con los líderes democráticos para negociar nuestro regreso al Acuerdo de París, bajo las condiciones que sean justas para Estados Unidos y sus trabajadores, o para negociar un nuevo acuerdo que proteja a nuestro país y sus contribuyentes. (Aplausos).
Por lo tanto, si los obstruccionistas desean reunirse conmigo, debemos convencerlos de que no obstruyan. Vamos a sentarnos, y vamos a regresar al acuerdo. Y vamos a hacerlo bien, y no vamos a cerrar nuestras fábricas, y no vamos a perder nuestros empleos. Y nos vamos a sentar con los demócratas y todas las personas que representan el Acuerdo de París o algo que podamos hacer que sea mucho mejor que el Acuerdo de París. Y creo que la gente de nuestro país estará encantada, y creo que entonces la gente de todo el mundo estará encantada. Pero hasta que logremos eso, estamos fuera del acuerdo.
Voy a trabajar para garantizar que Estados Unidos siga siendo el líder del mundo en cuestiones ambientales, pero bajo un marco que sea justo y donde las cargas y las responsabilidades se compartan equitativamente entre las muchas naciones de todo el mundo. La visión de Trump es muy romántica. Estados Unidos no es el líder mundial en asuntos ambientales, según lo señalan diversos estudios e índices globales. Uno de ellos es el Environmental Performance Index de la Universidad de Yale, que clasifica el desempeño de los países según como protegen la salud humana, los ecosistemas y su manejo de los recursos naturales. Para 2016, Yale ubica a EEUU en la posición 26 , detrás de países como Finlandia (1), España (6), Francia (10) y Singapur (14). Además, EEUU es hoy el segundo mayor emisor de CO2 del mundo (por detrás de China) y el principal emisor de la historia desde la Revolución Industrial."
Ningún líder responsable puede poner a los trabajadores –y al pueblo– de su país en esta debilitante y tremenda desventaja. El hecho de que el Acuerdo de París incapacite a Estados Unidos, mientras que a la vez empodera a algunos de los principales países contaminantes, debería disipar cualquier duda en cuanto a la verdadera razón por la cual los cabilderos extranjeros desean mantener a nuestro magnífico país atado y obligado por este acuerdo: Es para darles a sus países una ventaja económica sobre Estados Unidos. Eso no sucederá mientras yo sea presidente. Lo siento. (Aplausos).
Mi tarea como presidente es hacer todo lo que esté en mi poder para darle a Estados Unidos un campo de juego nivelado y crear el entorno económico, reglamentario y fiscal que haga de Estados Unidos el país más próspero y productivo de la tierra, y con el más alto estándar de vida y los más altos estándares de protección ambiental.
Nuestra ley tributaria avanza en el Congreso, y creo que le va muy bien. Creo que mucha gente quedará muy gratamente sorprendida. Los republicanos están trabajando muy, muy duro. Nos encantaría contar con el apoyo de los demócratas, pero tal vez tengamos que hacerlo solos. Pero va muy bien.
El Acuerdo de París afecta negativamente a la economía de los Estados Unidos con el fin de ganarse los elogios de las propias capitales extranjeras y los propios activistas globales que durante largo tiempo han intentado enriquecerse a expensas de nuestro país. Ellos no ponen a Estados Unidos primero. Yo sí, y siempre lo haré. (Aplausos).
Los mismos países que hoy nos piden que permanezcamos en el acuerdo son los países que colectivamente le han costado a Estados Unidos billones de dólares mediante prácticas comerciales difíciles y, en muchos casos, la laxitud de las contribuciones a nuestra crucial alianza militar. Pueden ver lo que está sucediendo. Es bastante obvio para aquellos que desean mantener una mente abierta.
¿En qué momento Estados Unidos es menospreciado? ¿En qué momento comienzan a reírse de nosotros como país? Queremos un trato justo para sus ciudadanos, y queremos un trato justo para nuestros contribuyentes. No queremos que otros líderes y otros países se vuelvan a reír de nosotros. Y no lo harán. No lo harán.
Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París. (Aplausos.) Prometí salir o renegociar cualquier acuerdo que no sirva a los intereses de Estados Unidos. Muchos acuerdos comerciales se renegociarán pronto. Muy raramente tenemos un acuerdo que beneficie este país, pero pronto se renegociarán. El proceso ha comenzado desde el primer día. Pero ahora estamos puestos para los negocios.
Más allá de las severas restricciones de energía causadas por el Acuerdo de París, incluye otro régimen para redistribuir la riqueza hacia el extranjero a través del llamado Fondo Verde para el Clima –bonito nombre– que insta a los países desarrollados a enviar 100,000 millones de dólares a los países en desarrollo, además de los existentes y enormes pagos de ayuda al extranjero. Así que vamos a pagar miles y miles de millones de dólares, y ya estamos más adelante que todos. Muchos de los otros países no han gastado nada, y muchos de ellos nunca van a pagar un centavo. Trump no dice que 43 gobiernos han comprometido dinero para el fondo de las Naciones Unidas, entre ellos países en desarrollo como Colombia e Indonesia. En total, las naciones ofrecieron 10,000 millones de dólares para combatir el cambio climático. De ese monto, Estados Unidos ofreció $3,000 millones, pero sólo ha aportado $1,000 millones.
El Fondo Verde para el Clima podría obligar a Estados Unidos a comprometer potencialmente decenas de miles de millones de dólares, de los cuales Estados Unidos ya ha entregado más de mil millones de dólares –nadie ni siquiera se cerca; la mayoría de ellos no han pagado nada– incluyendo los fondos usurpados del presupuesto estadounidense para la guerra contra el terrorismo. De ahí salieron. Créanme, no salieron de mí. Salieron justo antes de que yo ocupara el cargo. No es bueno. Y no es buena la forma en que se llevaron el dinero. El cambio climático es un grave fenómeno que se ceba justamente con los países más pobres y que menos culpa tienen. Para algunos de estos países (con mucho menores emisiones que EEUU) un cambio repentino del clima puede arruinar cosechas, provocar hambre, generar enfermedades... Además, son estos países los que están menos preparados para episodios climáticos extremos, una de las consecuencias más preocupantes del cambio climático. Por todo ello, se decidió crear el fondo del que habla Trump, que busca ayudar a estas naciones en desarrollo a adaptarse a un problema que ellos no han provocado. La postura de Trump vuelve a ser un foco de conflictos. Y es que el Acuerdo de París es un pacto contra el cambio climático, pero también un pacto de justicia social.
En 2015, los funcionarios salientes de las Naciones Unidas encargados del cambio climático presuntamente describieron los 100,000 millones de dólares por año como 'maníes', y declararon que "los 100,000 millones son la cola que menea al perro". En 2015, el director ejecutivo del Fondo Verde para el Clima dijo presuntamente que la financiación estimada necesaria aumentaría a 450,000 millones de dólares al año a partir de 2020. Y nadie sabe siquiera a dónde va el dinero. Nadie ha podido decirlo, ¿a dónde va?
Por supuesto, los principales contaminadores del mundo no tienen obligaciones afirmativas bajo el Fondo Verde para el Clima, el cual eliminamos. Estados Unidos tienen una deuda de 20 billones de dólares. Las ciudades carentes de efectivo no pueden contratar suficientes policías ni arreglar la infraestructura vital. Millones de nuestros ciudadanos están desempleados. Y, sin embargo, bajo el Acuerdo de París, miles de millones de dólares que deberían invertirse aquí mismo en Estados Unidos serán enviados a los países que se han llevado nuestras fábricas y nuestros empleos. Así que piensen en eso.
Existen graves problemas jurídicos y constitucionales. Los dirigentes extranjeros en Europa, Asia y en todo el mundo no deberían tener más poder para definir la economía de Estados Unidos que nuestros propios ciudadanos y sus representantes electos. Por lo tanto, nuestra retirada del acuerdo representa una reafirmación de la soberanía de Estados Unidos. (Aplausos). Nuestra Constitución es única entre las de todas las naciones del mundo, y es mi obligación suprema y mi mayor honor protegerla. Y lo haré.
Permanecer en el acuerdo podría también plantear serios obstáculos para Estados Unidos conforme comenzamos el proceso de desbloqueo de las restricciones sobre las abundantes reservas de energía de Estados Unidos, lo cual hemos iniciado con mucho ímpetu. Alguna vez habría sido impensable que un acuerdo internacional pudiera impedir que Estados realizara sus propios asuntos económicos internos, pero ésta es la nueva realidad que enfrentamos si no abandonamos el acuerdo o si no negociamos un trato mucho mejor.
Los riesgos crecen, pues históricamente estos acuerdos sólo tienden a volverse más y más ambiciosos a lo largo del tiempo. En otras palabras, el marco de París es un punto de partida –tan malo como es– no un punto final. Y abandonar el acuerdo protege a Estados Unidos de futuras intrusiones en la soberanía de Estados Unidos y de una enorme responsabilidad jurídica futura. Créanme, tenemos enormes responsabilidades legales si nos quedamos.
Como presidente, tengo una obligación, y esa obligación es para con el pueblo estadounidense. El Acuerdo de París socavaría nuestra economía, maniataría a nuestros trabajadores, debilitaría nuestra soberanía, impondría inaceptables riesgos jurídicos, y nos colocaría en una desventaja permanente ante los demás países del mundo. Es hora de abandonar el Acuerdo de París –(aplausos)– y hora para lograr un nuevo acuerdo que proteja el medio ambiente, nuestras empresas, nuestros ciudadanos y nuestro país. Trump da por hecho la salida del Acuerdo, pero el propio pacto en su artículo 28 establece la forma en que debe abandonarse y es un proceso que dura 4 años. En concreto, el texto fija que: 1. El país debe realizar una notificación por escrito tres años a partir de la fecha de la entrada en vigor del acuerdo (4 de noviembre de 2016). 2. La acción surte efecto al cabo de un año contando desde la recepción de la notificación. Esto significa que, de cumplirse este procedimiento, la salida de EEUU no sería efectiva antes del 4 de noviembre de 2020, es decir, un día después de las próximas elecciones presidenciales.
Es hora de poner a Youngstown, Ohio, Detroit, Michigan, y Pittsburgh, Pennsylvania –junto con muchos otros lugares dentro de nuestro gran país– antes que París, Francia. Es hora de hacer de Estados Unidos un gran país nuevamente. (Aplausos). Muchas gracias. Muchas gracias. Muchas gracias.
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