Un fotógrafo dentro de la lucha indígena contra la represa Belo Monte en la Amazonia

El canadiense Aaron Vincent Elkaim gana el premio 2016 de la fundación Alexia por retratar la resistencia contra esta hidroeléctrica en Brasil.


El primer premio del concurso de fotorreportaje de la fundación Alexia de este año 2016 fue para el testimonio de la férrea resistencia que viven desde 2001 los pueblos indígenas de Brasil contra la gigantesca represa hidroeléctrica de Belo Monte.

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Este ensayo fotográfico del fotógrafo canadiense Aaron Vincent Elkaim muestra la vida de aldeas indígenas que serán erradicadas para construir la que será la segunda mayor hidroeléctrica brasileña, con una capacidad de 11,000 MW de energía.

Jóvenes jugando sobre las ramas de frondosos árboles en zonas que quedarán bajo el agua, indígenas Munduruku lavando ropa en un arroyo, familias trasladando las pertenencias de su casa inundada por la construcción y mujeres pintando las caras de sus ‘guerreros contra la represa’ son solo algunas de los retratos de la lucha cotidiana.

Los miembros de la etnia Munduruku han protagonizado muchas protestas contra la represa. Esta tribu de unos 10,000 miembros ha vivido del río Xingú generación tras generación, pero como su territorio tradicional no es reconocido por el Gobierno de Brasil, eso les deja desprotegidos legalmente frente a la explotación de sus tierras por parte de empresas.

La cámara de Vincent también muestra los intentos de las autoridades para ganar apoyos para la obra. Por ejemplo, en las imágenes figuran también pequeños hogares en la aldea de Sawre Muybu con todo tipo de electrodomésticos, que funcionan con electricidad. Estos aparatos son regalos que les ha dado el Gobierno a algunos pobladores para convencerlos de apoyar la construcción de la represa que supondría más del 10% de la potencia instalada de Brasil.

Un grupo de mujeres Munduruku se baña y lava ropa en un arroyo en la aldea de Sawre Muybu.
Un grupo de mujeres Munduruku se baña y lava ropa en un arroyo en la aldea de Sawre Muybu.
Imagen Aaron Vincent Elkaim

También intentaron variar la voluntad de los Xikrin, pueblo indígena a la orilla del río Bacajá. A muchos de los jefes tribales les entregaron barcas de motor y televisores,
pero ni eso les valió y se siguen resistiendo contra la empresa concesionaria.

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El enfrentamiento de los indígenas con la justicia o la empresa privada, las quemas para extraer material y la tala continua del bosque para avanzar con las obras son parte también del día a día de esta historia suramericana.

Numerosas organizaciones locales e internacionales como Survival International o Amazon Watch han pedido que se suspenda la licencia para erigir esta represa valorada en $4 millones. Entre otras cosas, se alega que quienes se verán afectados, unas 20,000 personas, no fueron sido debidamente consultados y que los estudios de impacto ambiental estaban incompletos.

“Yo creo que la mejor manera de proteger los ambientes naturales es proteger a los modos de vida de los que viven dentro de ellos. Si desplazamos e interrumpimos la vida de las personas que utilizan esta tierra de manera sostenible, entonces ¿quién va a luchar por la salud de la tierra y el agua?", asegura Vincent, quien busca con su trabajo retratar a las personas con problemas cotidianos con los que podamos identificarnos todos y no “personajes exóticos” para observar desde lejos.

“Creo que es muy importante que la gente entienda que la hidroeléctrica no es siempre una forma sostenible de la energía. Puede ser renovable, pero es potencialmente destructiva sobre los ecosistemas y los recursos hídricos. Hay mejores maneras en el mundo moderno para invertir en energía que esta tecnología anticuada”, concluye.

La lucha para detener esta represa obtuvo una pequeña victoria el pasado 21 de abril, cuando la Fundación Nacional del Indio (Funai) presentó documentos que "apuntan a la inviabilidad del proyecto desde el punto de vista del componente indígena y recomendó la suspensión del proceso de licenciamiento ambiental".

“El Instituto de Medio Ambiente de Brasil acogió esta petición y está evaluando detener su avance”, asegura Funai.