Cuando la gente se imagina la arena extendida en idílicas playas y desiertos interminables, comprensiblemente la considera como un recurso infinito. Sin embargo, como incide un artículo que se acaba de publicar en la revista Science, la sobreexplotación de las reservas globales de arena está dañando el medio ambiente, poniendo en peligro a comunidades, causando carencias y promoviendo conflictos violentos.
El mundo se enfrenta a una crisis de la arena (y no te va a gustar lo que significa)
La sobreexplotación de las reservas globales de arena altera físicamente los ríos y ecosistemas costeros, aumenta la cantidad de sedimentos suspendidos y causa erosión. Además, promueve conflictos violentos entre países.


La disparada demanda combinada con la actividad de extracción ilimitada está creando la receta perfecta para la escasez. Abundantes evidencias indican inequívocamente que la arena está cada vez más escasa en muchas regiones. Por ejemplo, en Vietnam, la demanda doméstica de arena excede las reservas totales del país. Si esta disparidad continua, el país se puede quedar sin arena para construcción para 2020, según declaraciones recientes del Ministerio de Construcción de este país.
Notas Relacionadas
Este problema raras veces se menciona en discusiones científicas y no ha sido estudiado sistemáticamente. Mientras los científicos están haciendo grandes esfuerzos para cuantificar cómo los sistemas de infraestructura, tales como carreteras y edificios, afectan a los hábitats que los rodean, el impacto de la extracción de minerales de construcción, como arena y gravilla, para construir esas estructuras ha sido ignorado. Hace dos años, creamos un grupo de trabajo para proveer una perspectiva integrada del uso de la arena.
En nuestra opinión, es fundamental entender qué sucede en los lugares donde se extrae arena y donde se utiliza y muchos puntos impactados entre ellos para elaborar políticas viables. Estamos analizando esos asuntos a través de un enfoque de integración de sistemas que nos permite entender mejor las interacciones socioeconómicas y ambientales, según las distancias y el tiempo. Sobre la base de lo que ya hemos aprendido, creemos que llegó el momento de desarrollar convenciones internacionales para regular la extracción, utilización y comercialización de arena.

Demanda disparada
La arena y gravilla hoy en día son los materiales más explotados en el mundo, más que los combustible fósiles y la biomasa (medidos por el peso).
La arena es el ingrediente clave para el hormigón, las carreteras, el vidrio y la electrónica. Enormes cantidades de arena son extraídas para proyectos de recuperación de terrenos, extracción de gas del esquisto y programas de rellenado de playas. Las recientes inundaciones en Houston, India, Nepal y Bangladesh aumentarán la creciente demanda global de arena.
En 2010, los países extrajeron unas 11,000 millones de toneladas de arena solo para la construcción. Las tasas de extracción más altas fueron las de la región Asia-Pacífico, seguidas por Europa y América del Norte. Tan solo en los Estados Unidos, la producción y utilización de arena y gravilla de construcción fue valorada en 8,900 millones de dólares en 2016, y la producción ha incrementado en un 24% en los últimos cinco años.
Además, hemos descubierto que estos números, en gran medida, subestiman la extracción y utilización global de arena. Según agencias gubernamentales, los registros irregulares en muchos países pueden ocultar las tasas de extracción reales. Las estadísticas oficiales frecuentemente reportan menos arena utilizada y usualmente no incluyen los propósitos que no tiene que ver con la construcción, tales como fracturación hidráulica y rellenado de playas.
La arena tradicionalmente ha sido un producto local, sin embargo, carencias regionales y prohibiciones de extracción de arena en algunos países la están convirtiendo en un bien globalizado. Su valor comercial internacional ha aumentado enormemente, multiplicándose casi por seis veces en los últimos 25 años.
Las ganancias de la extracción de arena frecuentemente incitan a la especulación. En respuesta a la violencia rampante derivada de la competencia por la arena, el gobierno de Hong Kong, a principios del siglo 20 estableció un monopolio del estado sobre la extracción de arena que duró hasta 1981.
En el presente, grupos criminales organizados en la India, Italia y otros lugares realizan tráfico ilícito de suelo y arena. El alto volumen de importaciones de arena de Singapur ha provocado disputas de este país con Indonesia, Malasia y Camboya.
Amenaza severa contra
el planeta
Las consecuencias negativas de la sobreexplotación de la arena se sienten e n la regiones más pobres donde se extrae la arena. La extracción extensiva de arena altera físicamente los ríos y ecosistemas costeros, aumenta la cantidad de sedimentos suspendidos y causa erosión.


Las investigaciones muestran que las operaciones de extracción de arena afectan a numerosas especies animales, incluyendo peces, delfines, crustáceos y cocodrilos. Por ejemplo, el gavial ( Gavialis gangeticus) – un cocodrilo críticamente amenazado que se encuentra en los sistemas fluviales asiáticos – se pone cada vez más en peligro por la extracción de arena que destruye o erosiona los bancos de arena donde estos animales se echan al sol.
La extracción de arena también tiene serios impactos en el sustento de las personas. Las playas y humedales resguardan a las comunidades costeras de los niveles crecientes del mar. Una erosión creciente a causa de la extracción extensiva hace estas comunidades más vulnerables a inundaciones y marejadas.
Un reporte reciente de la Red de Integridad del Agua descubrió que la extracción de arena agravó los impactos del tsunami de 2004 en Sri Lanka en el Océano Índico. En el Delta del Mekong, la extracción de arena está reduciendo las reservas de sedimento tan drásticamente como la construcción de represas, lo que pone en peligro la sostenibilidad del delta. También probablemente está aumentando la intrusión del agua salada durante la estación seca, lo que amenaza la seguridad del agua y alimentación de las comunidades.
Los impactos potenciales en la salud causados por la extracción de arena han sido calificados escasamente pero merecen estudios detallados. Las actividades de extracción crean nuevos pozos de agua estancada que se pueden convertir en sitios de reproducción de mosquitos portadores de malaria. Los estanques también pueden jugar un papel importante en la propagación de enfermedades emergentes, tales como la úlcera de Buruli en África Occidental, una infección bacteriana de la piel.
Prevenir una tragedia del patrimonio de la arena
La cobertura mediática de este tema está creciendo gracias al trabajo de organizaciones, tales como el Programa Ambiental de las Naciones Unidas, sin embargo, la magnitud de este problema no se aprecia todavía en toda su extensión. A pesar de la enorme demanda, la sostenibilidad de la arena raras veces se aborda en investigaciones científicas y foros políticos.
La complejidad de este problema, sin lugar a dudas, es un factor. La arena es un recurso común, al cual todos tienen acceso, que es fácil de obtener y difícil de regular. Como consecuencia, sabemos poco sobre los costos globales reales de la extracción y el consumo de arena.
La demanda seguirá aumentando, si las áreas urbanas siguen expandiéndose y los niveles del mar suban. Importantes acuerdos internacionales, tales como la Agenda 2030 para Desarrollo Sostenible y la Convención sobre Diversidad Biológica, fomentan la asignación responsable de los recursos naturales, sin embargo, no existe ninguna convención internacional para regular la extracción, utilización y comercialización de la arena.
Mientras las regulaciones nacionales se implementan sin fuerza, los efectos dañinos van a seguir ocurriendo. Creemos que la comunidad internacional tiene que desarrollar una estrategia global para la gestión de la arena, así como presupuestos regionales y globales para la arena. Ya es tiempo de tratar a la arena como un recurso a la par con el aire limpio, la biodiversidad y otros fondos naturales que los países tratan de administrar para el futuro.
* Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Conversation. Los autores son Aurora Torres, del Centro Alemán para la Investigación Integral de la Biodiversidad, Jianguo "Jack" Liu, de la Universidad Estatal de Michigan, Jodi Brandt de la Boise State University y Kristen Lear de la Universidad de Georgia.
























