Cuando el diseño se alía con la naturaleza para recuperar el espacio urbano

La argentina Paloma Teppa asegura que es necesario reincorporar el bienestar que aportan las plantas a las ciudades y lo hace con arte.

La naturaleza se alista para recuperar los espacios que le pertenecen y de los que alguna vez fue desplazada. Y lo piensa hacer a través del arte.

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Ya no solo se trata de sembrar nuevos bosques, crear plazas en medio de las ciudades o colocar maceteros y jardines en las fachadas de los edificios. Se trata de dotar de vida las construcciones, cubrir de hojas verdes las paredes y techos y de apoderarse con todos los aposentos de un hogar con el olor a tierra fértil y la textura de las plantas.

¿Se imagina tener una pared de musgo que respire en su sala? ¿Un televisor del que broten cactus o un collar de helechos? Todo esto ya existe en Miami y el mundo es a lo que hoy se le llama el diseño biofílico: que no es más que una nueva forma de resistencia verde ante la urbanización descontrolada.

Esta ‘revancha’ incorpora, con irreverencia o elegancia, elementos de la naturaleza en espacios urbanos, incluso espacios interiores y pequeños, explica la diseñadora argentina Paloma Teppa en la cuarta cumbre anual sobre las ideas y soluciones de transformación de los centros de metro de todo el mundo Citylab 2016 que se realiza desde el domingo hasta el martes en Miami.

Imagen Plant the future, Paloma Teppa

"Es una apuesta por conectarse con la naturaleza y con nosotros mismos. Las plantas pueden ser parte de nuestro entorno, nutrir nuestras vidas y hacernos sentir uno con el universo", asegura la propietaria de la empresa Plant the future donde tiene una amplia oferta que incluye esculturas de animales, robots, sombreros y lámparas con diversas plantas y flores.

Teppa incluye plantas vivas en todas sus obras desde terrarios hasta coronas de princesas. Para ello usa helechos, cactus, musgos.

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Entre los principios básicos del diseño biofílico destaca que los habitantes de una ciudad o inquilinos de una estructura puedan tener conexión visual con la naturaleza y sus procesos: como ver una planta crecer y dar flores o frutos.

Pero también importan los otros sentidos no visuales. La idea es que las personas puedan oír tocar, oler y degustar estímulos que les recuerden el bienestar que sienten al estar en contacto con la naturaleza. Esos estímulos pueden ser desde cambios de temperatura, humedad, corrientes de viento hasta escuchar agua o experimentar cambios en la intensidad de luz durante el día.

Los estímulos también pueden ayudar a percibir un área como un lugar de descanso, en el que la persona se siente protegida o a generar misterio y curiosidad con espacios parcialmente oscuros.

Obras que sugieran y recuerden formas, patrones o texturas naturales de montañas, nubes, niebla o madera del árbol también se encuentran dentro de las herramientas para evocar sensaciones de bienestar.

Aplicado a la arquitectura, el diseño biofílico en espacios públicos hasta puede lograr disminuir la sensación térmica de una localidad. En todo caso, los elementos y materiales que se emplean deben tener un procesamiento mínimo y ser capaces de emular y honrar la geología local.

No se trata solo embellece los espacios, sino de hacer sentir mejor a quienes viven en ellos, recuerda Teppa con su obra.

“Los seres humanos no necesitamos tantas cosas. Y no estoy en contra de los beneficios de la tecnología ni de los avances, pero creo que en algunos ámbitos ya se pasó de la línea y, es algo que todos podemos sentir.

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Mi arte busca sanar, recordar a las personas que podemos tener calidad de vida. Para mí esa calidad está en tener oxígeno, paz, tranquilidad y la habilidad para conectar con otros seres vivos. Me gusta todo lo que siento con las plantas y quiero que otros también lo experimenten”, explica.

“Para mí se trata de sanar a través del arte, por eso es que lo que quiero hacer más adelante es también hacer intervenciones en hospitales y aeropuertos”, reconoció Teppa, quien estudió diseño industrial y bellas artes.

Y es que es así: un estudio hecho por la Escuela de Salud Pública de Harvard le da la razón. Según la investigación, vivir en contacto con áreas verdes reduce hasta en un 12% el riesgo de muerte prematura de las mujeres, además de que disminuye el riesgo de muerte por enfermedades respiratorias a menos del 34%, la incidencia de tumores en un 13% y los casos de depresión en un 30% con respecto a quienes no tienen naturaleza a su alrededor. El reporte fue publicado en la revista Environmental Health Perspectives.

El Congreso CityLab: Soluciones urbanas a los desafíos mundiales está dedicado a destacar la innovación y las prácticas eficaces en la gestión urbana. Para ello, reúne a alcaldes y profesionales de la ciudad con artistas, académicos, patrocinadores para mostrar estrategias urbanas exitosas y promover trabajos conjuntos. Además de The Atlantic, la iniciativa es patrocinada por The Aspen Institute y Bloomberg Philanthropies.

En el congreso de City Lab Paloma Teppa, en alianza con Andrew Antonaccio, realizó una gran intervención en el escenario, la primera de este tipo en el mundo.