Muhammad Ali y el Parkinson: una pelea que duró tres décadas

Al principio los síntomas fueron casi imperceptibles. Trastabillaba con algunas palabras, empezaba a moverse algo más lento y sentía un cosquilleo en las manos. También tenía cambios frecuentes en su estado de ánimo, que notaron algunas personas cercanas como su entrenador Angelo Dundee y su hija Rasheda. Era el final de la década de los setenta y Muhammad Ali seguía peleando.
En 1980 ya era evidente que algo estaba mal y era mucho más grave que aquello que llaman "demencia pugilística". De hecho, ante los constantes cuestionamientos a la salud de Ali, la Comisión de Atletismo Estatal de Nevada solicitó a un equipo de la Mayo Clinic que lo examinara. El veredicto: sus recientes y cruentas peleas con Joe Frazier, Leon Spinks y Ken Norton no habían afectado su salud que seguía siendo “excelente”, pero su cerebro tenía un pequeño agujero ubicado en las membranas que separan los ventrículos. Aún así, la comisión volvió a extender su licencia de boxeo.
Ese mismo año, el 2 de octubre, en el Ceasars Palace de Las Vegas, Nevada, Ali peleó contra Larry Holmes en lo que se considera uno de los eventos más vergonzosos de la historia del boxeo. Joven, más fuerte, y en su mejor momento, Holmes, dominó la pelea hasta que la esquina de Ali la detuvo en el décimo round. Los comentaristas dijeron que se le veía apagado y errático, hasta para tocarse la nariz, y que sus palabras eran inconexas. La leyenda que “volaba como una mariposa y picaba como una abeja” no podía saltar bien en un solo pie. El doctor Ferdie Pacheco, que había acompañado a Ali anteriormente en el ring, declaró a los medios de la época: "Todas las personas involucradas en esta lucha deberían ser detenidas. Esta pelea fue una abominación, un crimen”.
Increíblemente, Ali se puso los guantes todavía una vez más, frente a Trevor Berbick en las Bahamas, en 1981. Fue su última pelea y también la perdió en el décimo asalto. “ Tuve que admitir que todo había terminado. El tiempo finalmente me había alcanzado. (...) Nunca hubiera podido decir adiós al boxeo, por lo que el boxeo se despidió de mí. (...) Alguien escribió que me quedé en el juego demasiado tiempo y que lo que amaba terminó por destruirme. Pero si pudiera hacerlo todo de nuevo, haría exactamente lo mismo. Todo lo que he sufrido físicamente valió la pena por lo que logré en la vida”, escribió en su biografía The Soul of a Butterfly: Reflections on Life's Journey.
No fue sino hasta 1984 que Ali fue diagnosticado con el síndrome de Parkinson por el doctor Stanley Fahn, de la Universidad de Columbia. Tenía 42 años y los síntomas habían afectado completamente un lado de su cuerpo, una asimetría producto de la enfermedad que se mantuvo a lo largo de los años, según comentó a Univision Noticias el doctor Michael S. Okun, director médico nacional de la National Parkinson Foundation.
“El diagnóstico fue difícil de aceptar. Al principio hubo momentos en los que podía sacar todos los pensamientos sobre la enfermedad de mi cabeza. Más tarde, cuando no se podían ignorar los síntomas físicos, tuve períodos de frustración y depresión, contra los que tuve que luchar tan vigorosamente como contra cualquier oponente que he enfrentado en el cuadrilátero. (...) Tengo una enfermedad que hace que sea difícil para mí hablar y moverme de la forma que quiero. Dos actividades que me eran tan fáciles como respirar”, escribió Ali en uno de sus últimos textos biográficos.
Cuando le diagnosticaron el Parkinson, dijo el boxeador, no le gustó la idea de tomar medicamentos e incluso se negó a dar entrevistas televisivas para que la gente no sintiera “lástima” por él. Pero esa etapa de reclusión y desesperanza no duró mucho y fue reemplazada por un vigoroso activismo.
" Ali llamó la atención del estadounidense promedio sobre el Parkinson. Estamos muy agradecidos por él. Ayudó a nuestra comunidad de una manera tremenda", dijo Leslie Chambers, Presidente y CEO de la American Parkinson Disease Association al New York Daily News.
El doctor Holly Shill, director del Muhammad Ali Parkinson Center expresó a su vez en un comunicado: "Conocí a Muhammad Ali en la década de 1990. (...) Lo vi hacer frente a la enfermedad con gracia y humor e inspirar a incontables pacientes a hacer lo mismo".
“Muhammad fue una verdadera leyenda —un campeón en el ring de boxeo, y un campeón para millones de familias de Parkinson,” señaló el actor Michael J .Fox, a través de la página de The Michael J. Fox Foundation for Parkinson's Research.
Fue esa voluntad la que lo llevó, con el rostro casi paralizado y las manos temblorosas, a encender la llama olímpica en Atlanta en 1996.
"Fue un momentos de tristeza infinita, pero también de esplendor," escribió el columnista del Baltimore Sun, Ken Rosenthal. " No sabías si animarlo o llorar. Todo lo que uno podía hacer era mirar y vitorear una vez más por Muhammad Ali".
Contra el Parkinson
Actualmente, no existe una cura para la enfermedad de Parkinson, aunque sí terapias para tratar algunos de sus síntomas.
En 1997, Ali y su esposa Lonnie co fundaron el Muhammad Ali Parkinson Research Center en el Barrow Neurological Institute en Phoenix, Arizona, una institución que se ha vuelto referencia en el tratamiento de la enfermedad.
Aunque ya no podía hablar y sus movimientos eran muy limitados el boxeador dedicó mucho de su tiempo a apoyar eventos benéficos para recaudar fondos para la investigación de la enfermedad neurológica con la que conviven en este momento más de un millón de estadounidenses y entre 4 o 5 millones de personas en todo el mundo, según la National Parkinson Foundation.
También testificó ante el Congreso de Estados Unidos varias veces en audiencias sobre la aprobación de fondos de investigación para la enfermedad y reformas del boxeo profesional. Una ley aprobada en 2000 para regular el boxeo lleva su nombre que busca proteger a los boxeadores de promotores sin escrúpulos y de las malas condiciones de salud y combate.
“El Parkinson me ha enseñado a disminuir la velocidad y dar pasos más pequeños. He aprendido a moverme a un ritmo diferente. He llegado a apreciar tanto la rapidez como la quietud. Aunque espero que haya una cura para el Parkinson, mis oraciones están con todas las personas del mundo que están sufriendo, no importa cuál sea la causa. Cada día es diferente, y algunos días son mejores que otros, pero no importa cuán difícil sea el día, me levanto y lo vivo. Y es la combinación de voluntad y fe la que me ayuda a hacerlo”, escribió en The Soul of a Butterfly.
Ali falleció el viernes por una complicación respiratoria relacionada a la enfermedad, que tiende a debilitar los músculos, en especial los de los pulmones, disminuyendo la capacidad de tragar y toser. Este tipo de asfixia es una de las principales causas de muerte de los enfermos de Parkinson.