Los debates entre el presidente Trump y su retador demócrata Joe Biden están a punto de comenzar. Y también el que enfrentará a la senadora Kamala Harris y al vicepresidente Mike Pence. Lamentablemente, se llevarán a cabo con la notable ausencia de moderadores hispanos, algo que se ha convertido en una triste tradición cada cuatro años. Y que tiene consecuencias importantes para los hispanos en general y los electores latinos en particular.
Los hispanos se quedaron sin voz en los debates presidenciales
"La decisión refleja los temores e inseguridades de las campañas políticas y los candidatos. Estos temen que, ante una audiencia nacional, se aborden temas espinosos sobre la minoría más numerosa de Estados Unidos que pongan en evidencia su incomprensión o su renuencia a confrontar esos temas".


Este año la omisión de periodistas hispanos es particularmente penosa porque los hispanos, por primera vez en la historia, llegarán a noviembre como el segundo mayor bloque de electores de Estados Unidos, superados en número solamente por los blancos no hispanos. 32 millones de latinos en principio podrán votar. Excluir a miembros de nuestra comunidad del panel de entrevistadores denota una miopía perturbadora por parte de los organizadores.
El problema comienza con esos organizadores. Son una docena e integran la Comisión sobre Debates Presidenciales en la cual hay un solo hispano. Ellos tienen la última palabra para decidir quiénes moderan los encuentros. Este año la usaron para designar a Chris Wallace, Susan Page, Steve Scully y Kristen Welken, esta última afroamericana. Se trata de periodistas de probada trayectoria.
Pero la decisión refleja los temores e inseguridades de las campañas políticas y los candidatos. Estos temen que, ante una audiencia nacional, se aborden temas espinosos sobre la minoría más numerosa de Estados Unidos que pongan en evidencia su incomprensión o su renuencia a confrontar esos temas.
Llegados a este punto, no tengo otro remedio que hablar por experiencia propia. Durante casi tres décadas, he trabajado, junto a un equipo de colegas diligentes, con los presentadores estelares María Elena Salinas, Jorge Ramos y, más recientemente, Ilia Calderón, en la preparación periodística para los debates demócratas y republicanos, correspondientes a las contiendas primarias, los cuales ha transmitido Univisión. Y mi experiencia me indica que, sin una robusta participación de periodistas hispanos, muchas cuestiones vitales para nuestra comunidad – y por consiguiente para Estados Unidos - no se tratarían con la misma sensibilidad, perspicacia y conocimiento de causa. A veces ni siquiera se traen a colación a menos que en el panel haya un moderador hispano.
Entre esas cuestiones se hallan las de inmigración, participación hispana en la vida pública del país, oportunidades de estudios y trabajo para los hispanos, discriminación y relaciones de Estados Unidos con los países de América Latina y el Caribe de donde provenimos muchos ciudadanos de origen latino.
Este año a ellas es preciso sumarles dos retos adicionales. Uno es que los hispanos están sufriendo de manera desproporcionada los embates de la pandemia de coronavirus. Otro, que están siendo blanco de frecuentes ataques físicos y verbales por parte de racistas y xenófobos.
Los candidatos a la presidencia, históricamente, pasan por alto durante la recta final de las campañas asuntos en los que se halla en juego el bienestar y el futuro de los hispanos. Los demócratas suelen dar por descontado el apoyo mayoritario de los votantes latinos.
Y los republicanos suelen conformarse con buscar el respaldo de un tercio e incluso menos de ese electorado, confiando en que pueden ganar con ese modesto porcentaje porque los blancos no hispanos mayoritariarrmente votan por un conservador - un defensor del status quo - desde hace más de cinco décadas.
Como en años anteriores, activistas y dirigentes hispanos han criticado la exclusión hispana de los debates presidenciales. “Es absurdo mirar el estado de nuestro país; comunidades cada vez más polarizadas…y no preguntarse cómo es posible que nuestra comunidad siga excluida”, dijo Hugo Balta, presidente de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos. La Latino Community Foundation calificó la omisión de “oportunidad perdida para involucrar íntegramente a los hispanos en el proceso político”.
La exclusión de profesionales hispanos de los debates denota un prejuicio acendrado de la comisión de debates y las campañas presidenciales. Forma parte de una mentalidad retrógrada que prefiere no confrontar ante una audiencia nacional, con la presidencia en juego, las disparidades raciales, étnicas y sanitarias entre los hispanos y otras comunidades más afortunadas.
Es una deplorable decisión que en el pasado ha contribuido y que seguirá contribuyendo a que los partidos políticos y sus candidatos tengan menos en cuenta los problemas e inquietudes peculiares de los hispanos, aun cuando estos ya son más de 60 millones o casi el 20% de la población estadounidense y aportan 32 millones a las listas de electores habilitados.
Con su arduo trabajo y dedicación al bienestar y la prosperidad de Estados Unidos, los hispanos se han ganado una representación más amplia en todos los aspectos de la vida cívica del país. Eso incluye una voz en los debates presidenciales, una voz que, una vez más, no escucharemos este año.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







