Dos lunas llenas fuera de casa

La conocida periodista mexicana cuenta su experiencia durante la pandemia por el coronavirus, cómo salió de España camino a México y cómo, finalmente, volvió a Madrid.

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Por:
Lourdes Ramos
Imagen Lourdes Ramos.

“Gracias, mamá”. Una mujer octogenaria, con tapabocas negro y la mirada tristísima me ofrece los tres o cuatro caramelos que le darán para llevarse algo a la boca, si logra venderlos. Como la mitad de los mexicanos, vive al día. Le doy una moneda y repite, pausada: “Gracias, mamá”. Me rompo por dentro pero sigo, imposible detenerme en la esquina que hoy le pertenece. La busco por el espejo retrovisor, culpable por no haber hecho algo más y lo único que veo es una bandera gigante a media asta. México, como el mundo, está en duelo.

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I’m a turncoat. Soy una traidora. Apenas conocer la emergencia en Madrid me subo a un avión con mis dos hijas para alejarme medio mundo, mar de por medio; dejo todo aunque sé que nos alcanzará donde estemos. Mi hija de 5 años se divierte haciendo rimas, con algo la prepararon en el cole, días después monta un improvisado hospital de muñecas.

La mayor, de 12, empieza a manejar la idea de cubrirse la cara para evitar contagios. Ambas, estoicas, permanecen dentro de casa un día tras otro, semana tras semana, mientras el mundo gira y la curva no se aplana. Yo me pego a las noticias, deformación profesional al fin y al cabo, sintiendo que tengo control.

Qué ganas de estar en el frente de batalla del periodismo. El contador de internet me indica que mi promedio de uso es de más de nueve horas al día y las dos o tres veces que me despierto cada noche son pretexto para dar click al canal 24 horas que vomita cifras y me da para acelerarme más. Olvido el retenedor en casa y mis dientes están que revientan de tensión. Pero internet me ha salvado.

Soy una traidora. Apenas conocer la emergencia en Madrid me subo a un avión con mis dos hijas para alejarme medio mundo, mar de por medio; dejo todo aunque sé que nos alcanzará donde estemos.
Mi último noticiero
Jorge Ramos

“Al decir esta noche mis últimas palabras en el noticiero, me quedé pensando en todo lo que me queda por delante. Después de todo, los periodistas nunca se retiran. Estamos condenados toda la vida a perseguir noticias, a perseguir lo nuevo”. <br/>

Mi último noticiero

Opinión
8 mins
Inventando otro Macondo
Jorge Ramos

“El reto de la serie era, en el mejor de los casos, complementar al libro y dar una visión, entre millones, de cómo era la vida en Macondo. Y lo logra. Agradezco las narraciones tomadas íntegramente del libro y las magníficas actuaciones marcadas por las páginas más que por las improvisaciones”.

Cómo vencer a Trump
Jorge Ramos

<b>“</b>En la cabeza de Trump todo conspira para demostrar su poder. Ganó la elección y el voto popular, se desvanecen los juicios en su contra, y legalmente se siente protegido para hacer lo que se le pegue la gana. Se siente en el tope. Es en este contexto que Trump amenazó con la imposición de aranceles contra México, Canadá y China”.

Cómo vencer a Trump

Opinión
5 mins
En México nadie sabe cómo
Jorge Ramos

<i>“Duele pero hay que decirlo: en México nadie sabe cómo detener la violencia. Si lo supieran, ya lo hubieran intentado. Lo que hemos visto desde la época de Felipe Calderón, cuando se declaró la guerra contra los narcos, son distintos experimentos -todos fallidos- para enfrentar la violencia”.</i>

La cruel y tonta idea de las deportaciones masivas
Jorge Ramos

<i>“Causarán un daño irreparable a miles de familias y a la economía estadounidense. No se trata de expulsar a los indocumentados sino de integrarlos a este país. Sería mucho más barato y efectivo. Pero Trump y sus asesores solo se oyen a sí mismos”.</i>

Trump: una amenaza para México
Jorge Ramos

“Hay mucho que negociar antes que Trump tome posesión el 20 de enero. Pero el peligro de deportaciones masivas, aranceles y hasta de operaciones militares en su territorio ha puesto en alerta a la nueva presidenta de México. Sheinbaum y Trump ya hablaron y se dijeron esas cosas huecas que se dicen los presidentes por teléfono”.

Y si los latinos deciden la elección…
Jorge Ramos

“La realidad es que cada vez hay más votantes latinos. Este año hay 36.2 millones de hispanos elegibles para votar, casi cuatro millones más que en 2020, según el centro Pew. Y aunque no todos van a salir a votar, los que lo hagan serán suficientes para definir quién será el próximo presidente o presidenta de Estados Unidos”.

El enemigo perfecto
Jorge Ramos

“Gane quien gane la elección en Estados Unidos, las cosas van a empeorar para los recién llegados. Los inmigrantes son el enemigo perfecto en esta campaña electoral. Son muy vulnerables, lo dejaron todo en su país de origen y no se pueden defender de los ataques injustificados de los políticos que solo quieren ganar votos”.

El enemigo perfecto

Opinión
5 mins

No sé qué haría sin el apoyo emocional y las bromas que compartimos millones de grupos sobre nuestra situación en el mundo. Relaciones que se rompen, gorduras que se multiplican.

IFQ. It's- fucking-quarantine. A larga distancia mi esposo me dice: "Por favor, no hables así" y le contesto: "Hablo así". End of discussion.

Las actividades escolares a través de sus cursos virtuales les comen a mis hijas todo su tiempo. O no. Cuando pienso que los deberes de la pre-adolescente están al día, recibo una ola de notificaciones de maestros hablando de atrasos, inevitablemente algo no va bien. Llorando me dice: “Es que esto es tan nuevo”. Se refiere a todo, a todo.

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Renuncio muy pronto al home schooling de la pequeña y me conformo con convencerla de rellenar dos páginas de letras en cada jornada. Lleva no sé cuánto tiempo sin quitarse la pijama o peinarse o la dejo deambular sin ropa y hacerse tatuajes con lo que encuentra a la mano. Limpio y muevo muebles con un fervor que conozco cuando estoy al límite, cocino platillos complicadísimos aun sabiendo que a nadie le importa. Decido contribuir con "la causa" elaborando mascarillas hechas a mano. Faltaba más, de sirenas y astronautas. Los mares agradecen que los humanos dejemos de infectar sus espacios pero los llenaremos de material no biodegradable. Quid pro quo.

Lista para correr la maratón de Tokio, mi cuerpo se queda a medias, en mi piel están grabadas más de 800 horas de entrenamiento. A mis años, correr uno de los "grandes" es decir palabras mayores. Con la falsa ilusión de que esto terminará pronto, me inscribo para el mismo evento en Madrid. Termino haciendo una carrera virtual de 10 km.

Aprendemos a celebrar un cumpleaños a larga distancia. El padre allá, nosotras aquí. Soplamos velitas a través de la pantalla. Compro una piñata mexicana pensando en que duraría una semana y las niñas acaban con ella en menos de quince minutos. Golpean, golpean, golpean como locas y el perro se les une feroz, desmembrando papel y cartón que terminan regados por todos lados. Los tres gruñen de satisfacción.

¿Es hora de volver? No sé cómo, o a qué. Pero aquí las cosas tampoco van bien, me dicen en casa que han recibido llamadas de extorsión. La emergencia no acaba con la delincuencia, los abrazos y besos presidenciales no sirven para nada. El miedo y no la enfermedad es motivación igual o mayor para que no salgamos.

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En fin, lo decidimos. Visito a mi madre horas antes de volar de regreso a Madrid. Son casi dos lunas llenas estando tan cerca y sin poder verla, sabiendo lo que significaría contagiarla a sus 87 años. Muevo media casa y mi hija mayor me pregunta si estoy cansada, me conoce bien.

Durante días deseaba tener una versión light del virus, ese dolor de cabeza o la irritación de garganta que nos hiciera inmunes para que sus nietas pudieran abrazarla. Duermen en cambio y por precaución en un campamento organizado a su pie de cama. Felices. Otros no tuvieron tanta suerte. Lloran la pérdida de un abuelo muerto y solo y los deudos no saben qué hacer de todo ello.

De regreso en el primer vuelo abierto desde las Américas en siete semanas, los protocolos imposibles que denotan la joven aunque ya odiada nueva normalidad nos acercan a los olores de siempre y a la emergencia extendida. Todos nos deseamos suerte. Solo el abrazo de mis hijas me calma.

Nota : La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.