Nueva Orleáns ante un futuro incierto
Cuatro semanas después del embate del huracán Katrina, que dejó en la ciudad cientos de muertos y una gran devastación, Nueva Orleáns al menos evitó la peor parte de Rita: la mayoría de los diques, que habían sido reparados apresuradamente, se sostuvieron bien.
El domingo quienes trabajan en las reparaciones lograron detener el flujo de agua, cuando concluyeron el remiendo de un dique que cedió a las oleadas generadas por Rita, anunció el ejército estadounidense.
Los helicópteros dejaron caer enormes sacos de arena sobre una fisura en el Canal Industrial de la ciudad, a través de la cual se había inundado nuevamente el empobrecido barrio de Lower Ninth Ward, en el este de Nueva Orleáns, ya devastada por el huracán Katrina.
"La buena noticia es que se detuvo el agua. Ya no entran más corrientes en las márgenes este y oeste del Canal Industrial", declaró el brigadier general William Grisoli, del Cuerpo de Ingenieros del Ejército.
Con el nuevo ciclón se inundó sólo el 15% de la ciudad, debido a ese dique a lo largo del Canal Industrial, había cedido el viernes. Un daño que no se compara con el causado por Katrina el 29 de agosto, que inundó el 80% de la ciudad y mató al menos a 832 personas.
A pesar de esta nueva inundación, el alcalde Ray Nagin espera reiniciar el plan de regreso por fases a la ciudad a partir del lunes, comenzando por el distrito de Algiers, que escapó a las inundaciones de Katrina.
La prioridad ahora es drenar la ciudad. El cuerpo de ingenieros del Ejército proseguía el domingo el relleno de las fisuras del Canal Industrial e inició el bombeo de agua, según indicó su portavoz, Susan Jackson.
Sin embargo, y a pesar de que el presidente George W. Bush prometió que la ciudad sería reconstruida con un costo estimado de al menos $100 mil millones de dólares, Nueva Orleáns se enfrenta a un futuro seriamente hipotecado.
Acorralada entre un meandro del río Mississippi y las aguas del lago Pontchartrain, la ciudad es víctima de su geografía y está a la merced de los caprichos de la naturaleza. Por ello parece improbable que recupere pronto el total de su población de 485 mil habitantes.
Las infraestructuras sufrieron importantes daños. Se necesitarán meses, incluso años, para reparar los cientos de kilómetros de tuberías de gas y agua, líneas eléctricas y telefónicas, además de modernizar la anticuada red de desagües.
Barrios enteros están inhabitables. Los expertos estiman que 160 mil hogares fueron destruidos.
Por ello es poco probable que los sectores más pobres de la población (30% de sus habitantes vivían bajo el umbral de la pobreza) decidan volver pronto, por falta de medios y voluntad de hacerlo.
El alcalde Nagin reconoció esta realidad, al decir que contemplaba una repoblación inicial de cerca de "200 mil a 300 mil habitantes".
Además del necesario refuerzo de los diques, los expertos sugieren aprovechar el momento para subir elevar los distritos que están bajo el nivel del mar, y restaurar además las zonas pantanosas.
La ciudad, construida sobre pantanos, tiene un problema geológico estructural que la hace caer bajo su propio peso, mientras el río Mississippi, contenido con presas, no aporta ya los preciosos sedimentos que permitían compensar esa lenta sumersión.
En el aspecto económico, Nueva Orleáns , que era además un gran puerto industrial, verá debilitarse su actividad.
Numerosas empresas y comercios perdieron buena parte de su personal, que fue evacuado a otros estados y preferirá reinstalarse en lugares menos peligrosos.
El impacto sobre la actividad turística probablemente también se hará sentir. Nueva Orleáns recibió en 2004 más de 10 millones de visitantes, una cifra que hoy está seriamente comprometida.
El único consuelo para esta ciudad única por su mestizaje cultural y étnico, cuna del jazz y del blues, es haber podido preservar casi intacto su histórico Barrio Francés, famoso a nivel mundial.