La abuela espía de Brasil
La "abuela espía", como la llamó la prensa, entregó a la policía un total de 22 con 33 horas de grabaciones de video y con ellas los investigadores identificaron y capturaron a traficantes de la favela Ladeira dos Tabajaras, vecina del barrio Copacabana. El diario "Extra" publicó fotos de niños de entre 6 y 16 años consumiendo y vendiendo marihuana, cocaína y crack. Algunos están armados de pistolas y ametralladoras y portan mochilas cargadas de droga, según imágenes sacadas de las filmaciones.
"Fue una victoria de la sociedad. Una forma de demostrar que cualquier ciudadano puede ayudar de alguna forma a mejorar la seguridad en nuestra ciudad", afirmó hoy el secretario de Seguridad Pública de Río de Janeiro, Marcelo Itagiba.
La jubilada dijo que hace dos años que denunció ante la policía lo que ocurría en la favela que puede ser vista desde su apartamento, las autoridades no tomaron ninguna medida preventiva.
Indignada con la osadía de los vendedores de drogas y con la omisión de la policía, decidió comprar una filmadora y, desde una discreta ventana, filmar todo el movimiento de los criminales.
En las grabaciones es posible identificar a los vendedores de drogas, a varios pistoleros armados con modernos fusiles, a numerosas personas, hasta niños, comprando y consumiendo drogas, y a policías conversando con los delincuentes. La mujer, una jubilada cuyo nombre se mantiene en reserva, dijo que decidió filmar al sentirse "indignada" y "desesperada" por la falta de acción de las autoridades. "Miren el futuro de Brasil. No es posible que los niños consuman polvo y nadie haga nada", dijo al diario la mujer que actualmente está en un programa de protección de testigos del estado de Rio de Janeiro. Con la ayuda de la jubilada, que se acogió a un programa de protección de testigos, también fue posible la identificación y detención de un capitán y un cabo de la policía vinculados a la organización.
Las disputas entre bandas rivales por el control del tráfico de drogas en las principales favelas de Río de Janeiro han convertido a esta ciudad en una de las más peligrosas de Brasil.