En una ceremonia llena de tradiciones milenarias, donde el gobierno exhibe a la monarquía para preservar el patrimonio cultural del país, fue proclamado el nuevo emperador de Japón, Naruhito. El nuevo monarca, de 59 años, prometió cumplir su deber constitucional como símbolo del estado para darle continuidad a monarquía hereditaria más antigua del mundo, que según los historiadores se remonta a 1,500 años.