En fotos: Así impacta una hidroeléctrica en el Amazonas
Aaron Vincent Elkaim viajó en 2014 a Brasil para retratar el impacto de la construcción de la represa de Belo Monte en la naturaleza y las comunidades indígenas. Estas imágenes de lo que vio le valieron el primer premio del concurso anual de la fundación Alexia.
En Brasil, en pleno Amazonas, se está construyendo la represa de Belo Monte, una central hidroeléctrica que inundará más de 500 km2 de selva, cultivos y zonas habitadas de Altamira, en el estado de Pará. Un tercio de la ciudad de estos jóvenes acabará bajo las aguas.
Aaron Vincent Elkaim
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Una familia traslada sus pertenencias de su casa inundada en Invasao dos Padres, un barrio de Altamira afectado por la construcción de la represa de Belo Monte.
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Un joven Munduruku descansa sobre unos sacos de azúcar durante la ocupación de las oficinas de la Fundación Nacional del Indígena brasileño (Funai) en Itaituba, Pará. Protestaban por la negativa del gobierno a publicar documentos oficiales que reconocerían el territorio nacional Munduruku. Eso haría que inundar sus tierras estuviera prohibido por ley.
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Una familia Munduruku ve una novela brasileña en la aldea de Sawre Muybu. Pese a vivir en plena selva, su comunidad tiene generadores de energía, refrigeradores y otros electrodomésticos. A muchos de ellos se los han regalado el gobierno y las empresas para hacerse con sus apoyos para la construcción de las represas.
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Desde que comenzó la construcción de la represa en 2011 en Altamira, las obras han encontrado la resistencia de las comunidades indígenas y los ecologistas preocupados por el impacto medioambiental y social. En esta imagen de marzo de 2014, se pueden ver unos neumáticos aún con humo después de que un grupo de pescadores los prendiesen fuego en una protesta.
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Un grupo de mujeres Munduruku se baña y lava ropa en un arroyo en la aldea de Sawre Muybu. La comunidad lucha contra los planes del gobierno de construir la represa de Belo Monte. Pero Brasil planea la construcción de decenas de represas más en el Amazonas.
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Un indígena Munduruku descansa sobre la arena en una protesta contra los planes para construir la represa en el río Tapajos, en el estado de Pará. Los Munduruku son un grupo indígena de 12,000 miembros que han vivido tradicionalmente de la pesca del río. La presa inundará tierras indígenas y parques nacionales.
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Hombres Munduruku vuelven a casa después de días de caza en la aldea de Sawre Muybu. Los Munduruku son un pueblo de unas 12,000 personas que han vivido en las orillas del río Tapajos desde antes de la colonización. Sus tierras están amenazadas por el complejo hidroeléctrico de la represa de Sao Luiz Do Tapajos, que inundaría sus territorios para siempre.
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Miembros de la etnia Munduruku caminan en un banco de arena en el río Tapajos antes de una protesta contra la represa. Pese a que esta tribu de unos 10,000 miembros ha vivido del río generación tras generación, su territorio tradicional no es reconocido por el gobierno, lo que les deja desprotegidos legalmente frente a la explotación de sus tierras por parte de empresas.
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Un grupo de hombres Munduruku usa una computadora en la ocupación de la oficina del FUNAI en Itaituba. Brasil tiene una de las mejores leyes para la protección de los pueblos indígenas y el medio ambiente del mundo, pero los desarrollos industriales a gran escala como las represas y las minas suelen aprobarse antes de que los informes de riesgo ambiental comiencen.
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La construcción de la represa ilumina el cielo sobre el río Xingú, visto desde la ciudad de Altamira. Belo Monte será la segunda mayor represa de Brasil y la tercera del mundo y desplazará en total a unas 20,000 personas.
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Los Xikrin, el pueblo indígena al que pertenece esta niña que posa en la aldea de "Pot crô" a la orilla del río Bacajá, se opuso fuertemente a la represa, pero las negociaciones con la empresa Norte Energia les hicieron dividirse en varios grupos. A muchos de los jefes tribales les entregaron barcas de motor y televisores, pero a otros eso no les valió y siguen resistiendo.
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Una mujer pinta a un guerrero Xikrin en la aldea de "Pot crô." Los Xikrin forman parte de la tribu Kayapo que han puesto una fuerte resistencia a la represa de Belo Monte por décadas. La represa dejará casi sin agua a su río, el Barajá, y eso será un golpe a su modo de vida.
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Un niño de la etnia Xikrin se baña en el río Bacajá a su paso por la comunidad "Pot crô", que en lengua indígena significa "el agua que fluye por el río es la misma que la sangre que corre por nuestras venas”. El río Bacajá, tributario del Xingú, se secará considerablemente una vez que se acabe la obra de la represa, dejando a los vecinos sin pescado para comer ni agua para transportarse.
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Una familia de extractivistas camina en la aldea de Mangabal, al lado del río Tapajos. Durante la fiebre del caucho, cientos de personas llegaron con el objetivo de explotar los recursos naturales de la selva. Ahora, el proyecto hidroeléctrico amenaza a esta comunidad que quedará bajo las aguas una vez que se acabe el proyecto y los obligará a sus vecinos a desplazarse a la ciudad cercana de Itaituba.
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Los extractivistas viven hoy en día en las orillas del río con una economía basada en la explotación de los recursos de la selva como el oro, los aceites y los frutos del Amazonas. En la imagen Veia juega con su hija mientras su esposo David en su casa de la Reserva de Extractavistas de Riozinho do Anfrísio.
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El extractivista Neto quema un árbol para construir una canoa en la reserva Riozinho do Anfrisio. Todas sus casas y botes se construyen con los recursos del bosque.
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La policía carga el cuerpo de un buscador de oro o "garimpeiro" en una camioneta, después de que este sufiera un accidente rabajando en el río Tapajos. La extracción de oro de manera artesanal pese a ser ilegal es una de las mayores industrias en muchos de los ríos del Amazonas.
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Directivos de Norte Energía, el consorcio que construye la represa de Belo Monte, miran tras unos soldados antes de negociar con los pescadores que habían tomado uno de los espacios de la empresa.
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Esta comunidad, en el distrito de Jatoba, es el lugar en el que son reubicados los vecinos de Altamira desplazados por las inundaciones que provoca la represa de Belo Monte.