“Quiero que tengan a ese familiar de vuelta”: los jóvenes antropólogos que identifican a los migrantes muertos en la frontera de Texas
Para Verónica Flores Guillén, su trabajo como antropóloga tiene una fuerte carga personal. Sus padres son migrantes mexicanos. El camino no fue tan fácil para su papá. Intentó cruzar varias veces a Estados Unidos caminando por el desierto y también escondido en un tráiler. Hasta que lo logró.
Así lo han hecho por años miles de migrantes, pero algunos han desaparecido. Entre ellos, un primo del papá de Verónica, que intentó cruzar hace más de 30 años y no volvieron a saber de él.
Solo en el año fiscal 2022, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) estimó que más de 830 migrantes murieron en la frontera sur de Estados Unidos, un número récord. Sin embargo, los científicos creen que existe un subregistro en la cifra por las dificultades para la recuperación de cuerpos en esos desiertos interminables. Calculan que desde 1998 podrían ser unas 8,000 personas las que han fallecido.
El mayor número de muertos ha ocurrido históricamente en Texas. Apenas una fracción de ellos han logrado ser exhumados, reconocidos y devueltos a sus familias desde 2013, cuando la Operación Identificación de la Universidad Estatal de Texas, en la que trabaja Verónica desde hace dos años, comenzó a hacer este trabajo en ese estado.
"A veces pienso que si mi familia no hubiera emigrado no estaría aquí para ayudar a otras familias y decirles que sus seres queridos no lo lograron, pero que yo voy a hacer lo que pueda para ayudarles a identificarlos. Aunque mi familia lo logró, no es agradable saber que tus seres queridos están enterrados en algún lugar que desconoces", cuenta a Univision Noticias la antropóloga de 23 años.
La identificación de migrantes muertos al cruzar Texas
La Operación Identificación es parte de una coalición de organizaciones que se juntaron en Texas para atender "el desastre masivo de muertos no identificados en el sur de Texas", se lee en su página web.
Y el desastre existe porque el estado que comparte la frontera más larga con México —1,254 millas— y donde se da el mayor número de arrestos de migrantes al año —más de 400,000 en lo que va de año fiscal 2023, según cifras de la Patrulla Fronteriza— no tiene un sistema establecido en los condados limítrofes para la identificación de quienes mueren tras cruzar. Como no hay espacio suficiente en las morgues y casas fúnebres de esos condados, muchos terminan enterrados en fosas comunes sin que se les tomen pruebas de ADN, como lo ordena el Código de Procedimientos Criminales de Texas.
A la cabeza de esta operación trasnacional está una antropóloga biológica de la Universidad Estatal de Texas, la doctora Kate Spradley, quien tiene una extensa investigación forense sobre la identificación de los restos de personas desaparecidas. Ella y su equipo — conformado casi completamente por mujeres, al menos tres de ellas de familias migrantes— junto a estudiantes voluntarios han tomado la batuta de ese trabajo que los condados fronterizos de Texas no hacen por falta de médicos forenses y personal capacitado para tomar muestras de ADN. También por la ausencia de un ente centralizador que sí tienen otros estados, como Arizona.
Junto a la universidad está el Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas, que opera en Falfurrias y recauda los fondos para que los antropólogos puedan hacer las exhumaciones, sobre todo luego de que el gobernador Greg Abbott recortara un aporte que había dado a Operación Identificación durante siete años.
El centro también recibe las llamadas de personas con familiares que cruzaron la frontera y desaparecieron y si hay coordenadas, tratan de ubicarlos con ayuda de la Patrulla Fronteriza y las autoridades locales. Además, llevan un mapa de cementerios de la zona en los que hay personas no identificadas enterradas, y son los encargados de pedir a los jueces de paz la autorización para poder analizar los cuerpos que están en tierras privadas.
En la coalición se suma al Equipo Argentino de Antropología Forense, expertos en el análisis de ADN y perfiles genéticos.
Verónica y el equipo de Operación Identificación tienen ahora mucho trabajo en el laboratorio de la universidad, en San Marcos. Recién en noviembre y en enero exhumaron una veintena de cuerpos enterrados en fosas en el cementerio del condado Maverick, en Eagle Pass. En las bolsas de algunos hallaron incluso identificaciones y otros aún tenían huellas digitales visibles que no se tomaron. Los científicos estiman que las muertes habían ocurrido durante el verano de 2022. Entre ellos hay venezolanos y nicaragüenses.
Molly Kaplan, antropóloga e investigadora asistente de la Operación Identificación desde 2018, explicó a Univision Noticias que esos muertos fueron enterrados antes de que se conocieran los resultados de las pruebas de ADN. Maverick no tenía espacio para almacenarlos ni el dinero para moverlos a la Oficina Forense del condado Webb, a tres horas de distancia y que realiza las autopsias de 11 condados vecinos.
Y los retos siguen ampliándose para la identificación de este grupo de migrantes exhumados. Kaplan explica que buscan cómo resolver los casos de Venezuela: "Si las familias no están en Estados Unidos es muy difícil traer pruebas de ADN desde allá".
Kaplan explica que ya de por sí, en el sistema estadounidense de ADN los procesos suelen ser lentos. Por eso en algunas ocasiones han tenido que recurrir a laboratorios privados que les ayudan voluntariamente. Cuenta que fuera de este grupo exhumado en el condado Maverick, típicamente en San Marcos reciben restos reducidos a esqueletos o en mayor estado de descomposición y sin información de quiénes son. En esos casos se apoyan más en el ADN. Ella espera que en los próximos años, los bancos de datos de Centroamérica y México puedan comenzar a cruzarse con el sistema federal de Estados Unidos para facilitar la identificación de ciudadanos de esas áreas, que han estado a la cabeza de las estadísticas migratorias.
El próximo 9 de febrero, dos representantes de esta coalición forense en la frontera, Kate Spradley y Eduardo Canales, del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas, harán una presentación a un grupo de congresistas en Washington DC sobre por qué las políticas migratorias, como Título 42 o la militarización de la frontera, están generando más muertes de migrantes.
"Alguien los tiene que identificar"
Molly y Verónica, por igual, aseguran que al hacer su trabajo es inevitable pensar en que esos cuerpos estuvieron vivos y que hay familias que los buscan desesperadamente.
Tras las exhumaciones en Eagle Pass y las en el pasado, Verónica ha estado ayudando a limpiar las pertenencias halladas. Tiempo atrás, cuenta, encontró una nota que decía: "Te amo, papá. Te deseo lo mejor, que te vaya bien".
"Cuando leí esa carta me puse a llorar porque pensé en que esa familia a lo mejor no sabe dónde está su papá. Pensé: 'Quiero ayudar a que tengan a ese familiar de vuelta', por lo que pasó con mi papá", dice Verónica. "Siento que mi trabajo es muy importante. Aunque es duro, alguien lo tiene que hacer y yo quiero ser esa persona".
A Molly le toca llamar a los familiares durante el proceso de identificación. Ha visto y escuchado un espectro de reacciones, desde quienes le agradecen por haberlo hallado hasta quienes dudan de las pruebas de ADN y las repiten para convencerse. Ella misma dice que tiene en su corazón tres casos, uno de ellos es el de una niña de 14 años que había desaparecido en 2007. Por ADN en 2018 lograron identificarla, pero no pudieron explicar a su familia cómo murió o dónde estuvo esos 11 años que no supieron de ella.
Durante el duro proceso de identificación Molly se reconforta en su espiritualidad y en la ayuda que dan a la gente. Trata de transmitir ese sentimiento cuando los más jóvenes se quiebran haciendo el trabajo. "Mientras hacemos exhumaciones o tomamos un caso, antes de abrir el cuerpo y ver en qué condiciones se encuentra, decimos: “Está bien si no te sientes bien, si no quieres hacer algo o si una tarea te supera”, asegura.
Verónica agradece el apoyo de Molly con esas palabras. Se apega a su fe católica. "Tengo que recordarme que lo que estoy haciendo es algo bueno para las familias, para que sepan que hay alguien allí preocupada por identificar a su hermano, a su hermana. Pongo mis manos para Dios. Trato de no dejar que esas cosas me afecten más de la cuenta porque sí es duro hacer esto, especialmente con mi historia".
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