La Iglesia Católica tuvo problemas durante años para aceptar la cremación de los cuerpos. Según la Biblia, Cristo resucitó al tercer día. Si lo hubieran cremado, esto no hubiera sido posible.
Las excéntricas costumbres por las que el Vaticano ha prohibido dispersar las cenizas de los muertos
Este jueves la Iglesia Católica ha establecido cómo deben ser conservados los restos de los difuntos. Quedan prohibidas costumbres como dividir las cenizas entre varios familiares, lanzarlas al aire libre o conservarlas en casa.

“Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia”, dice San Agustín en De cura pro mortuis gerenda, un texto en el que habla sobre los tratamientos a los cuerpos de los difuntos.
Pero este martes, 25 de octubre, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó la instrucción Ad resurgendum cum Christo (para resurgir con Cristo), aprobada por el Papa Francisco, en la cual reglamentan la sepultura y la conservación de las cenizas de los difuntos en caso de cremación.
La Iglesia ya había aceptado la cremación de los cuerpos desde 1983, en el Código de Derecho Canónico, pero hoy recuerda que “la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo”. “La Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana”, añade.
Sin embargo, la misma norma afirma que “la práctica de la cremación se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia”.
Estas son algunas de las prácticas expresamente prohibidas por el documento para los católicos que deseen seguir las normas de una "cristiana sepultura":
- Las cenizas no podrán ser divididas entre los distintos miembros de una familia y se les debe asegurar "respeto y condiciones adecuadas de conservación".
- No se permitirá la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua.
- No se deben convertir los restos en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos.
- No está permitida la conservación de las cenizas en el hogar. Sólo en casos de "graves y excepcionales circunstancias" la autoridad eclesiástica puede otorgar un permiso.
La Iglesia Católica recomienda mantener las cenizas del difunto, por regla general, en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin para "reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana (...) Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas".
En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, "se le han de negar las exequias", advierte el nuevo documento eclesial.











