Se trata de la iglesia metodista Adalberto, que en el 2007 fue el refugio de la inmigrante Elvira Arellano y que hoy en día se ha convertido en el hogar de cerca de 40 venezolanos y panameños que han arribado a Chicago en autobuses desde Texas. A falta de recursos e infraestructura, este centro religioso ha adaptado sus bancas como separadores para que los recién llegados tengan un espacio donde poner colchones y así pasar la noche mientras resuelven su situación.
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