Esta organización sin fines de lucro está rompiendo el ciclo del encarcelamiento

Con un personal que consiste mayormente de ex presidiarios, la Fortune Society de Nueva York lucha por construir una red de seguridad para sus clientes incluso antes de que salgan de la cárcel o de prisión.

La entrada a la prision de Rikers Island, en Nueva York.
La entrada a la prision de Rikers Island, en Nueva York.
Imagen Spencer Platt/Getty Images

Casi 700,000 hombres y mujeres salen de la prisión todos los años. Según el Instituto Nacional de Justicia, casi dos tercios de ellos son arrestados nuevamente dentro de tres años. Dentro de cinco años, la cifra llega a ser de más de tres cuartos. Para los ex reclusos que carecen de educación, habilidades profesionales o vivienda —o que tienen un problema de adicción o salud mental— la estadística juega en su contra.

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Desde que fue fundada en 1967 por David Rothenberg —activista y productor de Broadway— la organización sin fines de lucro The Fortune Society (La Sociedad de Fortuna) ha luchado por romper el ciclo de reincidencia en Nueva York. Rothenberg se inspiró luego de varias visitas investigativas que hizo en Rikers Island —la cárcel de la ciudad— mientras que estuvo produciendo la obra teatral Fortune and Men’s Eyes (La fortuna y los ojos de los hombres). La organización —con dos locales en Harlem y otro en Long Island City— lucha por ayudar a los ex presidiarios a ponerse de pie mediante una gama de servicios, entre ellos vivienda (de emergencia, semipermanente y permanente), asesorías y acceso rápido a beneficios públicos, educación y capacitación y ayuda con conseguir empleo.

Stanley Richards —vicepresidente sénior de la organización de 200 personas— dice que solo en 2016 Fortune Society ayudó a 40 personas a obtener sus diplomas de equivalencia general, a unas 465 personas a conseguir empleo y a más de 300 a conseguir vivienda estable. Según sus cálculos, cada año el trabajo de la organización previene 88,000 días de prisión o cárcel para sus clientes, lo cual les ahorra unos 8 millones de dólares al año a la ciudad y al estado de Nueva York.

Dado que muchos de sus clientes fueron encarcelados por cargos relacionados con drogas, la Fortune Society ofrece amplias asesorías para superar la drogadicción con un seguimiento ilimitado de por vida. La meta es construir una fuerte red de seguridad, pero ésta no siempre resulta resistente o por lo menos no inmediatamente. Richards atribuye esto en parte a las circunstancias de los clientes (problemas de salud mental y un legado de abuso físico son comunes, así como problemas con drogas), pero también al hecho de que algunos no salen de la cárcel listos para lidiar con los asuntos dolorosos que los colocó en el sistema de justicia criminal en primer lugar.

Stanley Richards (Courtesy of the Fortune Society).

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Richards tiene experiencia directa con esta trayectoria de los ex presos. Hace 23 años atrás, Richards era uno de los hombres que él y sus colegas tratan de ayudar. Arrestado por robo, fue encarcelado en Rikers Island y luego condenado a cumplir una pena en la prisión estatal. “Drogas, arrestos y prisión es lo que yo conocía y todo lo que yo pensaba que podía ser”, dice.

Decidido a romper su propio ciclo, tomó clases para prepararse para el examen de la diploma de equivalencia general (GED por sus siglas en inglés) y lo aprobó. Después se matriculó en clases universitarias ofrecidas mediante el sistema de la prisión. Eventualmente obtuvo un título en el Trabajo Social y aceptó un puesto en la Fortune Society. Un 70% del personal de la organización ha estado encarcelado en algún momento y muchos de ellos han pasado por el programa de capacitación laboral y los otros servicios.

Estados Unidos tiene la población carcelaria más grande del mundo, con cantidades desproporcionadas de latinos y afroestadounidenses en el sistema de justicia criminal, lo que ha lastimado particularmente a las comunidades de minorías. “Las políticas de encarcelamiento no han funcionado”, dice Richards. “Si se encarcela a esta gente, la mayoría termina regresando [a sus comunidades]. El hecho de que muchos no tienen capacidades laborales o una manera de ganarse la vida sólo empeora la devastación”.

Participantes en el programa de capacitación de trabajos ecológicos de la organización (Cortesía de la Fortune Society).

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La Fortune Society frecuentemente empieza su trabajo con un cliente antes de que sea liberado, justo dentro de la cárcel o prisión; esto se hace mediante su Individualized Corrections Achievement Network (Red de Logros Penitenciarios Individualizados o I-CAN por sus siglas en inglés). El personal del Departamento Correccional inicialmente identifica a reclusos para el programa, dice Richards. “Tenemos personal asignado a trabajar en Rikers Island, donde facilitamos grupos, llevamos a cabo sesiones individuales de asesoramiento y trabajamos con reclusos interesados en los servicios de la Fortune Society”.

El programa trabaja tanto con detenidos como con los reclusos que ya han sido recibido sus sentencias. “La necesidad es mucho mayor que nuestra capacidad o la del modelo del programa”, agrega Richards. El Departamento de Correcciones tiene más de 9,500 reclusos en Rikers en cualquier momento y la mayoría de ellos son detenidos aún sin penas.

Después de que las personas son puestas en libertad, los miembros de la organización los colocan en un taller de dos semanas de preparación laboral que los capacita en cuanto a cómo se deben comportar en entrevistas laborales, lo cual incluye consejos sobre cómo contestar preguntas difíciles sobre sus condenas. En cuanto completan el taller exitosamente, tienen derecho al asesorías profesionales.

Damon Rodríguez necesitaba una segunda oportunidad cuando fue liberado de la prisión en 2013 y llegó once días después a la Fortune Society. “No quería regresar jamás a la prisión”, dice. Después de completar los programas fundamentales de preparación laboral, Rodríguez completó el programa de capacitación en habilidades y obtuvo la certificación necesaria para trabajar en la construcción ecológica. Su determinación dio frutos: ahora es supervisor en una empresa de construcción ecológica y gana 52 dólares por hora.

Alisa Morrison (a la izquierda) con Judy De La Cruz, gerente de capacitación, al completar su educación culinaria (Cortesía de la Fortune Society).

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Alisa Morrison ve nuevas posibilidades para su vida gracias al programa de capacitación culinaria de la Fortune Society. Completó el programa para aprobar el examen de licencia de controlador de alimentos y también obtuvo la certificación nacional de ServSafe.

“Ahora siento que encajo”, dice Morrison, quien dice que está “preparando un plan para tener un negocio propio de catering durante los próximos cinco años”.

La organización sin fines de lucro ayuda a quienes se gradúan de los programas de capacitación a conseguir empleos transitorios en los que ganan 9 dólares a la hora trabajando a tiempo parcial durante 11 semanas, mientras crean contactos y promocionan sus habilidades con empleadores potenciales. Más de un 75% de los que se han graduado de la fase de empleos transitorios llegaron a obtener trabajos a tiempo completo, dice Richards (el trabajo transitorio de Morrison terminó en diciembre y el personal de Fortune Society aún está ayudándola a encontrar un puesto permanente).

“No se deben ver a la educación y a la capacitación laboral como limosnas sino como inversiones”, dice Richards. Para las personas que frecuentemente han tenido poca estabilidad personal o financiera en sus vidas, tal inversión puede traer dividendos enormes.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.