El Gran Incendio de 1776 devastó casi una cuarta parte de los edificios de Manhattan. La élite gobernante del siglo XVIII vio la oportunidad de sacarle provecho a la ruina: podrían rehacer la ciudad de forma más ordenada, flexible y rentable que lo que permitían las estrechas calles de antaño. El Plan de los Comisionados de 1811 inscribía un ordenado entramado de calles sobre la montañosa isla. Emergió una ciudad fácilmente navegable, con lotes fácilmente subdivisibles.
Los impresionantes edificios que se planearon en Nueva York y nunca se construyeron
Un nuevo libro recopila los proyectos que trataron de pensar un futuro que nunca llegó a ser.


Y así nació el trazado del la ciudad, la mayor bendición concebible para el mercado inmobiliario neoyorquino. Sus estandarizadas parcelas de tierra convirtieron la ciudad en un tablero de ajedrez y los desarrolladores competían por dominar los espacios premium. Las implacables limitaciones del trazado pueden haber empujado a muchos edificios hacia la uniformidad, pero los parámetros también animaban a los arquitectos a alcanzar nuevas alturas creativas. Algunas de las más atrevidas visiones se alzan hoy en día—por ejemplo, el edificio Chrysler o la nueva pirámide de West Side de Bjarke Ingels—, pero muchas nunca fueron construidas. Escondidas en archivos, cajones y folios se encuentran miles de desorbitadas y nunca vistas respuestas a la pregunta de cómo utilizar el espacio en la Ciudad de Nueva York.
En el nuevo libro, Never Built New York (La Nueva York que Nunca se Construyó) (Metropolis Books, 55 dólares), los críticos de arquitectura Greg Goldin y Sam Lubell nos muestran casi 200 de esos planes de construcción que nunca se llevaron a cabo. El catálogo representa, de cierta forma, "200 años de intentos fallidos de darle a ese orden, a esa racionalidad y eficiencia la 'belleza'" dictada por el trazado, escriben los autores. De otro modo, "demuestra lo difícil que es, cuando un diseñador concibe algo nuevo o fuera de lo ortodoxo, llevar a cabo esa innovación". Siempre se construyen nuevos edificios en la Ciudad de Nueva York, pero "los conceptos verdaderamente innovadores a menudo languidecen", dice el libro.
El libro abre con el Plan de los Comisionados de 1811 de espacios de estacionamiento: casi ninguno de los cuales fue fructífero, aunque el trazado en sí, sí lo fue. Conforme avanzaba el siglo XIX, también avanzaban los visionarios sistemas de tránsito salidos de una era victoriana obsesionada con las máquinas: tubos, monorrieles y autopistas multiniveles. De la década de 1920, enamorada de los rascacielos, surgen los puentes apuntalados con imponentes torres comerciales, y de la década de 1940, marcada por la guerra, surge una pista de aterrizaje formada por tejados unidos. La futurística mitad del siglo XX produce el plan de Buckminster Fuller de un estadio de béisbol encerrado en una burbuja para sustituir al Ebbets Field de los Dodgers y una comunidad de cúpulas y torres apiladas como panqueques de Frank Lloyd Wright.
Durante el trayecto, Lubell y Goldin muestran cómo algunos de estos planes se inclinaban hacia la uniformidad racional que el trazado estimulaba, mientras que otros se apartaban de él para lanzar una nueva imagen de la ciudad. Conforme evolucionaban la economía y la cultura con el tiempo, también evolucionaban la estética de los edificios y los valores que transmitían. Aquí, los autores hallan lecciones para la Nueva York actual, pues las nuevas construcciones son cada vez más definidas por una élite extremadamente rica (un ejemplo de esto son las torres de Hudson Yards). Las visiones arquitectónicas que rechazan el status quo pueden tener cada vez menos probabilidades de ver la luz del día; su destino es volverse "cada vez menos atadas a la realidad, mientras que la realidad se convierte en un espejismo protegido por los corporativos", escriben los autores.
Alejada más de su reticulado conservadurismo, ¿cuál podría ser el aspecto de la Ciudad de Nueva York? Never Built New York nos ofrece vistazos, al menos, de lo que podría haber sido. Míralo en esta galería:
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

















