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Crisis en Ucrania

Crimea, que esta semana ya se proclamó independiente de Ucrania, celebra el domingo un controvertido referéndum que le permitirá unirse a Rusia.
14 Mar 2014 – 09:37 AM EDT
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Crimea, enclave estratégico para Rusia

La república autónoma de Crimea, poblada por una mayoría rusohablante e históricamente vinculada a Rusia, celebra el domingo un referéndum para decidir si se incorpora a la Federación Rusa.

La península de Crimea, situada en la costa norte del mar Negro, es formalmente la única república autónoma de Ucrania.

Con una superficie de unos 26.000 km2 (como Haití), es mayoritariamente rusohablante.

Su importancia estratégica radica en que allí, en la ciudad de Sebastopol, está la principal base de la flota rusa en el Mar Negro, además de existir una fuerte identidad rusófila.

Esa flota incluye medio centenar de buques de guerra -acorazados, fragatas, submarinos y dragaminas- y casi un centenar de aviones.

La estratégica base de Sebastopol acoge a 18.500 efectivos, (según datos referidos a 2010) entre militares, técnicos y familiares.

Su historia está marcada por las numerosas invasiones que ha sufrido a lo largo de los siglos y, más recientemente, por sus estrechos vínculos con Rusia.

Con el nacimiento de la URSS, Crimea se convirtió en república autónoma dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Permaneció bajo control alemán durante gran parte de la II Guerra Mundial tras ser invadida en 1941, y solo al final de la contienda, fue reconquistada por Moscú.

El colaboracionismo con Alemania de los administradores tártaros de Crimea empujó a Stalin a diluir su estatus y convertirla, en 1954, en una región de la naciente República Socialista Soviética de Ucrania.

En aquellos años, la región cobró notoriedad internacional al convertirse la ciudad de Yalta en el escenario de la famosa conferencia de paz, celebrada en febrero de 1945 entre Winston Churchill, Joseph Stalin y Franklin D. Roosevelt.

La desintegración de la Unión Soviética a principios de los años noventa del siglo XX trajo consigo también la pugna por este territorio entre Moscú y Kiev.

Si en 1992 el legislativo ruso aprobó una resolución que anulaba la cesión de Crimea a Ucrania en 1954, Kiev insistió en mantenerla bajo su control y tutela administrativa.

En 1994 celebró sus primeras elecciones presidenciales y el electo Yuri Meshkov apoyó públicamente la reunificación con Rusia y favoreció la adhesión a Moscú.

Ese mismo año, el Parlamento de Crimea votó mayoritariamente por la restauración de su Carta Magna, aprobada en 1992 y poco después anulada por la Justicia ucraniana.

Las tensiones entre el gobierno de Crimea y Kiev provocó finalmente la abolición de la presidencia de Crimea y el control de esta región por el gobierno ucraniano desde 1995.

El presidente ucraniano Leonid Kuchma ahogó además las aspiraciones secesionistas y firmó la legislación pertinente para que Crimea pasara a estar bajo estricto control del gobierno de Kiev.

La Constitución de junio de 1996 dotó a la región de cierta autonomía pero impidiendo cualquier legislación contraria a la administración ucraniana.

Incluso así, las aspiraciones rusas de gran parte de la población nunca se han diluido y Crimea ha continuado siendo una espina en el corazón ucraniano.

El enviado de la ONU a Ucrania, Ivan Simonovic, denunció hoy el "rápido deterioro" de la situación de los derechos fundamentales en Crimea, así como el aumento del miedo y de la inseguridad entre la población "por la desinformación y la incertidumbre de lo que ocurrirá".

Simonovic aseguró, mediante un comunicado, que aunque a la misión que dirige no se le permitió entrar en Crimea, esto no impidió que pudiera evaluar la situación a través de diversas fuentes confiables y de extensas entrevistas con personas que están en esa provincia o proceden de ella.

Las autoridades de Crimea negaron al equipo de la ONU la entrada en su territorio, indicándole que ni le recibirían ni podían garantizar su seguridad.

"Estoy gravemente preocupado por la situación en Crimea, donde parece que actualmente no hay Estado de Derecho y por lo tanto hay un rápido deterioro en la protección de los derechos humanos", recalcó el enviado del secretario general de Naciones Unidas.

Puso de relieve la desaparición reciente de varios activistas, así como las torturas sufridas por otros al igual que por periodistas, luego de ser detenidos esta misma semana en puestos de control paramilitares.

Ellos fueron golpeados, atados, sus equipos confiscados y sometidos a otros tipos de vejaciones, detalló.

Simonovic dijo que las denuncias apuntan a que los responsables eran miembros de la unidad Berkut, como se conocía a una fuerza de asalto ucraniana de naturaleza paramilitar que funcionaba en el Ministerio del Interior.

"Los que tienen el poder de hacerlo deben desarmar a las fuerzas paramilitares y restablecer el Estado de Derecho en Crimea", enfatizó.

El enviado de la ONU se refirió también a la preocupación que le causan las comunidades minoritarias e indígenas en Crimea, en particular de los tártaros, cuya situación consideró "muy vulnerable".

Defendió, en este sentido, el derecho de todos a participar en los asuntos públicos y en la vida política, sin discriminación.

Simonovic, anunció este viernes el despliegue inmediato de una misión de derechos humanos de la organización en este país, con el fin de documentar las violaciones perpetradas en su territorio, incluida la provincia secesionista de Crimea.
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