Aunque la prohibición estaba a punto de terminar, la ciudad decidió extenderla por 180 días más, señalando que necesita más tiempo para resolver los problemas de insalubridad e inseguridad. Los vendedores indican que la medida está afectando gravemente su economía y que el patrullaje debe continuar en la zona. "La primera vez que la ciudad nos hizo eso fue como si nos quitaran un brazo, ahora nos quitan el otro", dijo Rodrigo López, un comerciante ambulante.