SACRAMENTO, California. – A los 11 años, Marco Osorio vivió un momento que marcaría su vida para siempre. En un instante, su infancia dio un giro inesperado cuando agentes migratorios detuvieron a su madre y la deportaron a México.
La sacaron del carro y se la llevaron: joven relata cómo fue crecer sin su mamá tras ser deportada cuando era niño
Marco Osorio tenía sólo 11 años cuando su madre fue deportada. Hoy, 14 años después, reflexiona sobre el impacto en su vida, la lucha contra la ansiedad y cómo la separación afectó su salud mental.

“Nada más la sacaron del carro y la arrastraron. Yo hice todo lo que pude, pelear para defender a mi mamá”, recuerda Marco.
Sin poder hacer nada para evitarlo, su madre fue enviada a otro país, dejándolo a él y a su hermana en Estados Unidos bajo el cuidado de familiares. La decisión de separarse no fue fácil, pero la familia temía regresar a una situación de violencia en su país de origen.
“Mis abuelitos me dijeron que mi mamá fue deportada, ahí nos dimos cuenta que nunca la íbamos a ver otra vez”, cuenta Marco, quien desde entonces sólo ha podido ver a su madre a través de videollamadas.
Los efectos psicológicos de la separación familiar
El impacto de crecer sin su madre no solo afectó a Marco, sino también a su hermana y al resto de su familia. “Me afectó mi salud mental crecer sin mi mamá, no sólo a mí, también a mi hermana”, explica Marco, quien en su adolescencia cayó en un ciclo de malas decisiones.
La Dra. Ana Segoviano, especialista en pedagogía, señala que la separación de los padres por la deportación puede generar graves problemas emocionales en los niños.
“Provoca ansiedad, dificultades para concentrarse en la escuela, culpa, tristeza, aislamiento, pueden sentirse excluidos. Esa inestabilidad emocional puede llevar a algo más serio, depresión, pensamientos suicidas, trastornos de ansiedad”, advierte la experta.
Un problema que afecta a miles de niños en Estados Unidos
Según el centro de datos Kids Count, uno de cada cuatro niños en Estados Unidos tiene al menos un padre inmigrante. Con la amenaza de deportaciones masivas, expertos temen que aumenten los casos de crisis en la salud mental de los jóvenes en estas familias.
“Creo que hay que sentarnos con nuestros hijos y hablar de lo que está pasando, de lo que pudiera pasar, pero también prevenirnos y hacer un plan”, recomienda la Dra. Segoviano.
Para Marco, la recuperación emocional tomó tiempo, pero logró salir adelante. Hoy es esposo, padre y consejero en escuelas, ayudando a otros jóvenes que enfrentan situaciones similares. Su hijo crece escuchando historias de su abuela, a quien sólo ha visto por llamadas de WhatsApp, pero que sigue siendo una presencia importante en su vida.
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