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Orgullo Hispano

Doctora Ángela Díaz: Cómo una joven indocumentada llegó a ser líder de la salud juvenil en NY

La dominicana Ángela Díaz cuenta que decidió estudiar medicina luego de superar grandes obstáculos en su vida, entre ellos, dos accidentes que casi le cuestan la vida en su infancia. En la actualidad dirige el Centro de Salud para Adolescentes del Hospital Mount Sinai.
Publicado 30 Sep 2022 – 12:07 PM EDT | Actualizado 30 Sep 2022 – 03:21 PM EDT
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Hay quienes tropiezan con las piedras, pero la doctora dominicana Ángela Díaz las convierte en puentes. Por eso habla sin tapujos de que en su adolescencia fue indocumentada en Nueva York y era tan pobre que tenía tres trabajos para subsistir y todo eso la llevó a enfermar de depresión.

Pero los tiempos difíciles que vivió la doctora Díaz no fueron solo durante su juventud. Ella asegura que desde bien temprano en la vida enfrentó grandes retos.

El primero de ellos fue un accidente cuando era una bebé y estaba al cuidado de su abuela, quien se ganaba la vida lavando y planchando ropa para otra gente en República Dominicana.

“Ella estaba hirviendo agua en una olla con carbón en el piso”, cuenta Díaz. “Yo estaba por ahí gateando, cuando me topé con la olla y se viró. Tuve quemaduras muy serias”.

Tres años después, vino otro accidente peor: se cayó encima de unos cristales rotos y se cortó el vientre de manera tan severa que se le salieron los intestinos.

“Me tuvieron que llevar para cirugía de emergencia. Era la primera vez que yo veía doctores y enfermeras”, revela, “porque yo era muy pobre y mi mamá no tenía pediatra ni nada de eso”.

La inspiración de Ángela Díaz para ser doctora

Ver a los médicos mientras le salvaban la vida cuando era niña fue algo que determinó su futuro.

“Eran tan buenos, que comencé a decir: cuando yo esté grande voy a ser médico. No sabía la explicación de eso, pero nunca me desvíe hasta que me hice médico”.

Pero antes, enfrentó otros desafíos: viajó a Estados Unidos en donde se convirtió en una inmigrante indocumentada y, para sobrevivir, tenía tres trabajos: lavaba cabezas en una peluquería, servía café en una ‘lunchería’ y daba clases privadas de matemáticas a otros estudiantes.

Al tiempo que trabajaba, se mantenía como estudiante destacada, pero el ritmo fue tan intenso que cayó en depresión, según su relato .

“Estaba triste. Lloraba. No me quería levantar de la cama. Me quedaba en mi cuarto y no quería salir de la casa”, dijo. Esa situación la hizo dejar la escuela.

Después de varios meses sumida en ese estado, recordó que en la escuela les habían hablado del Centro de Salud para Adolescentes del Hospital Mount Sinai, y pidió auxilio, sin saber que, décadas después, terminaría siendo la directora de esa iniciativa y que, bajo su dirección, este llegaría a ser uno de los centros de su clase más importantes del país, según Harvard Public Health.

De joven indocumentada a estudiante de Harvard

La ayuda que recibió en ese centro fue tan oportuna que regresó a clases, se graduó de médico en la Universidad de Columbia, donde también obtuvo un doctorado en epidemiología y después obtuvo una maestría en salud pública de la Universidad de Harvard.

Actualmente, la doctora Ángela Díaz es profesora en la Escuela de Medicina Icahn del Mount Sinai, es miembro de la Academia Nacional de Medicina, donde formó parte de su consejo de gobierno y en donde es copresidenta de la Mesa Redonda sobre Ciencia y Tecnología para la Sostenibilidad y miembro de la División de Políticas y Asuntos Globales.

Al pensar cómo pudo escribir una historia de triunfo frente a tantas carencias, piensa en su mamá quien siempre la “llenó de amor, aunque no hubiese otras cosas”. Y en la bondad de otras personas.

“Recuerdo especialmente a una maestra que se llamaba Doris Collazo, que hasta nos sacaba a conocer Nueva York. A mí, incluso me invitó a ver el ballet junto a su novio, que era policía. Y tú necesitas eso porque cuando vienes de pobreza, tu necesitas personas que te abran las puertas”.

La filosofía de vida de Ángela Díaz

Ahora su filosofía es tratar a otros como a ella la trataron: “Es lo que siempre digo: si a mí no me hubiera ayudado este programa y la escuela para que yo volviera, tal vez no hubiera ido a terminar mi high school, ni al college, ni la escuela de medicina…”

Ni hubiera inculcado en sus hijos la pasión por estudiar. Hoy menciona con orgullo que los tres son profesionales.

“Gabriel es abogado de derechos civiles, la de en medio, Adriana, fue corresponsal de noticias en Asia y ahora presenta su propio programa de noticias para CBS, y la más pequeña Daniela, trabaja en el Mount Sinai y es profesora en la escuela de medicina”.

“Ayudar a una persona tiene ramificación”, asegura Díaz, quien además fue becaria de la Casa Blanca. Y dice que su vida es una muestra de eso: la ayuda que recibió para vencer la depresión la permite ahora ayudar a 12,000 jóvenes anualmente en su programa del Mount Sinai.

Aunque pasa mucho tiempo ayudando a estos jóvenes, y en reuniones con otros líderes de salud buscando nuevas iniciativas para ayudarlos, siempre que puede se escapa a Washington Heights a reconectarse con sus raíces dominicanas.

“Me encanta nuestra comida, nuestra sazón. Para mí no hay nada más delicioso que un buen mangú”.

Y es que nuca, asegura, se olvida de su procedencia.

“Yo a todo el mundo le cuento que soy dominicana. Aunque eso es algo que salta a la vista, porque lo primero que hago con la gente es sonreírles; la sonrisa es algo que delata a los dominicanos. Me gusta tratar a la gente con esa alegría y humildad de mi gente, porque nunca me olvido de mis raíces, ni de dónde vine, porque eso me permitió llegar en donde estoy”.

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