Después de dos años operando sin problemas en la bahía de Biscayne, sus contratos fueron cancelados en el único muelle en donde podían zarpar sus botes para llevar a turistas a mar abierto y montarlos en los Jet Ski. La marina privada del lugar tomó esta decisión después de que arrestaron a unos capitanes de lanchas y a dueños de estos negocios por incumplir con algunos permisos, algo que salpicó a las compañías legales.