Tras aparecer por primera vez en una playa de Los Ángeles el pasado 30 de junio, el cadáver de una ballena de 22 toneladas ha tenido que ser remolcado al menos en 6 ocasiones lejos de la costa californiana hasta donde regresaba una y otra vez. Su último destino fue Encinitas, en el condado de San Diego, donde las autoridades han decidido que el cuerpo del cetáceo se quedará finalmente en tierra.