‘El virus’ que enferma a los cubanos: ¿chikungunya, dengue, mala gestión?

En una actualización de las autoridades sanitarias de la isla, el viernes se registraban cerca de 44,000 personas con “síndrome febril inespecífico”, como están llamando a la primera fase de la enfermedad, ya que prácticamente no se hacen pruebas diagnósticas para determinar de qué virus se trata. Las propias autoridades estiman que las cifras reales son mucho más altas.

Video Aumentan los casos de chikungunya y dengue en Cuba: se reportan miles de personas infectadas

Laura empezó a sentirse mal hace más de un mes. Lo veía venir. Su vecina había empezado igual y a los tres días ya no podía levantarse de la cama. Su hija tenía que llevarla al baño casi cargada, porque no podía ni caminar. Pronto Laura estuvo así también, tras dos días de fiebre alta. Llegar al baño empezó a ser una proeza. Y ella no tiene a nadie que la ayude o la cargue. Su único hijo vive en Estados Unidos.

“Este virus está acabando con los cubanos”, cuenta a Univision Noticias desde la isla. “Y lo peor es lo que tarda en quitarse. No se va”. Laura lleva así unos 35 días. Y aunque algunos síntomas han mejorado, han surgido otros nuevos. Tiene las manos y los pies muy inflamados y con mucho dolor. Hay días mejores, pero también son frecuentes las recaídas.

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Laura no es su nombre real. Ella, como otras personas entrevistadas para este reportaje, ha preferido no dar su nombre por temor a represalias o señalamientos, o simplemente por costumbre. Tiene 58 años y vive en la ciudad de Santa Clara, en el centro de la isla.

Tras semanas de silencio, en las que Cuba empezó a enfermarse de forma colectiva, las autoridades reconocieron que se trata de una “epidemia” de arbovirosis (virus transmitidos por artrópodos, como mosquitos), en especial de los virus de chikungunya y dengue.

Empezó en julio en la occidental provincia de Matanzas, y desde entonces se ha extendido por todo el país. En la región oriental la situación es aún más compleja, pues apenas hace tres semanas fue azotada por el huracán Melissa, que dejó grandes daños, inundaciones, y muchas personas hacinadas en albergues en pésimas condiciones, tras haber perdido su vivienda.

Qué son el chikungunya y el dengue

El chikungunya es un virus transmitido por mosquitos del género Aedes, principalmente Aedes aegypti y Aedes albopictus. Los síntomas más frecuentes, que suelen aparecer entre 3 y 7 días tras la picadura infectada, suelen incluir fiebre alta súbita, dolor intenso e inflamación en las articulaciones, dolores musculares, de cabeza o erupción cutánea, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El dengue, por su parte, es otra infección vírica transmitida también por la picadura de un mosquito Aedes aegypti (y en algunos lugares también del Aedes albopictus). Los síntomas más comunes incluyen fiebre alta, dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos, dolores musculares y articulares, náuseas, vómitos, sarpullido, inflamación de glándulas y cansancio, de acuerdo con la OMS. Aunque la mayoría de las infecciones son leves y se resuelven en una o dos semanas, algunos casos pueden complicarse, con manifestaciones hemorrágicas que pueden ser mortales.

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No existen tratamientos antivirales para tratar específicamente estos virus. El manejo de la enfermedad se basa en aliviar los síntomas con reposo y buena hidratación. La mejor forma de prevenirlos es evitar las picaduras de mosquitos infectados, algo que en Cuba pareciera imposible, pues en plena epidemia la isla está llena de basureros en las calles, charcos de agua estancada, zanjas y criaderos de todo tipo, sin que las autoridades parezcan capaces de eliminarlos, a pesar del llamamiento que hacen a la ciudadanía a tener este tipo de cuidados en sus viviendas.


En una actualización de las autoridades sanitarias de la isla, el viernes se registraban cerca de 44,000 personas con “síndrome febril inespecífico”, como están llamando a la primera fase de la enfermedad, ya que prácticamente no se hacen pruebas diagnósticas para determinar de qué virus se trata. Las propias autoridades estiman que las cifras reales son mucho más altas. No hay cubano que no conozca a alguien enfermo, que no tenga un familiar contagiado o que no haya experimentado él mismo la enfermedad.

Hasta el pasado viernes, se reportaban 107 personas ingresadas en cuidados intensivos, de las cuales 79 en estado grave y 28 en estado crítico, de estas últimas, 25 son menores de 18 años.

Expertos del sistema sanitario cubano alertaron que el virus del chikungunya representa un gran riesgo para los recién nacidos y embarazadas y confirmaron la transmisión vertical, o sea, de la madre al bebé durante el parto. En los neonatos, los contagios pueden ser muy graves.

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Hasta ahora, el gobierno no había dado información clara sobre los fallecidos, pero este lunes, la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña, dijo en la televisión cubana que hasta el domingo se registraba "un total de 33 fallecidos por arbovirosis", de los cuales 21 eran niños y adolescentes. De los 33 casos, detalló la ministra, 12 fueron diagnosticados con dengue -siete de ellos eran menores de 18 años- y otros 21 murieron por chikungunya, de los cuales 14 son menores de edad.

El ‘virus’ que en Cuba no tiene nombre

Muchos cubanos ni siquiera se molestan en acudir al médico.

“¿Para qué, si no tienen nada?”, relata Iliana. Ella y su madre pasaron el chikungunya el mes pasado, o eso creen, como todos los cubanos que han enfermado en los últimos meses.

Ante la inexistencia de pruebas para determinarlo, los habitantes de la isla le llaman ‘el virus’, así, sin nombre, a pesar de que incluso podrían ser más de uno a la vez, como parece haberle ocurrido a Elena.

A ella sí le diagnosticaron el dengue, con una prueba de IgM, pero dada la rigidez e inflamación en sus extremidades, que todavía le afecta más de un mes después, asume que ha pasado los dos virus al unísono. Apenas se podía mover. Se puso un cubo al lado de la cama para poder hacer sus necesidades. No podía ni siquiera destapar la botella de agua, ni sostener el teléfono, ni vestirse o desvestirse. Y su esposo, por el estilo.

“Él ahora se ha vuelto zurdo, porque con la mano derecha no puede hacer nada, le duele desde el hombro hasta la punta de los dedos”, cuenta Elena. Primero pasaron dos o tres días con fiebre alta y luego empezaron los dolores terribles.

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Su hijo y la novia vinieron a cuidarlos y a los pocos días se enfermaron casi peor que ellos. Él se quedó prácticamente inválido, explica, pero luego se recuperó más rápido. De todos los casos que conoce, cree identificar algunos patrones: los jóvenes se recuperan más rápido y las mujeres quedan con más secuelas. Algunos médicos dicen que cuanto peor te dé, te deja más inmunidad.


Aunque es típico de la idiosincrasia cubana, hay mucho de rumor y especulación con esta epidemia que nadie sabe cómo catalogar: lo que dicen algunos médicos, lo que han podido concluir algunos enfermos, lo que te aconseja el vecino.

Ante la falta de protocolos claros y transparencia, los cubanos enfrentan al ‘virus’ con sus propias armas: remedios para el malestar y la inflamación, repelentes caseros y hasta fumigaciones químicas artesanales, redes de vecinos y amigos para intercambiar cuidados y medicamentos o el implacable mercado negro, en el que te cobran 550 pesos por un blister de 10 tabletas de duralgina.

En medio de las crisis, “la gente se aprovecha”, me cuenta Lizandra desde Uruguay, que desde la distancia ha tenido que lidiar con la enfermedad de su madre, tía y suegros. Manda dinero, moviliza amigos para ayudar, consigue medicamentos, compra paquetes de comida por internet.

Alimentos como la gelatina, tan socorrida para los enfermos en Cuba, han casi duplicado su precio en el mercado negro. Lo mismo con el paracetamol u otros medicamentos para el dolor y la fiebre que no sean los llamados antiinflamatorios no esteroideos (AINE, como el ibuprofeno o diclofenaco), que los médicos han pedido no usar en la primera fase infecciosa, pues están contraindicados para el dengue, ya que pueden empeorar cualquier cuadro hemorrágico.

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Si bien la madre de Lizandra lo pasó muy mal, le salió un rash y se le levantó la piel y luego no podía caminar, su tía estuvo aún peor, pues a algunos de los síntomas habituales se le unió un cuadro de complicaciones respiratorias. En La Habana, a Evelín le pasó algo similar. Con 40 años y madre de dos hijos, a los dolores articulares se le unió lo que describe como "mucho, mucho catarro, dificultad para respirar".

La presencia de esta sintomatología respiratoria ha hecho correr algunos rumores de que a la par de las arbovirosis, está circulando también en la isla alguna nueva variante del covid-19, o una mezcla de todo.

"La aparición de neumonías severas en muchos pacientes va en contra de la clínica de enfermedades transmitidas por un mosquito; así como la velocidad de transmisión y propagación como crecimiento exponencial que niegan la epidemiología de las arbovirosis", escribe el doctor de Ciego de Ávila Verona Bonce, en un post de Facebook que se ha hecho viral y ha desatado un gran debate en la isla.

Este profesional sanitario señala que, en su experiencia, el chikungunya es “uno de los arbovirus de menor letalidad” y que lo que ocurre ahora —muertes, neumonías fulminantes, arritmias, complicaciones graves incluso en niños— no concuerda con los patrones históricos de esas enfermedades. Mientras muchos usuarios y profesionales en las redes han criticado sus denuncias, asegurando que sin pruebas PCR claras ni estudios clínicos estas corren el riesgo de alimentar rumores y alarmismo sin evidencia científica, algunos ven en sus advertencias una voz de alerta que parece describir de forma precisa lo que desde hace semanas se repite en la isla: este 'virus' es demasiado fuerte, demasiado intenso, demasiado incapacitante, como si fueran muchos virus en uno.

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Qué medidas está tomando el gobierno de Cuba contra la epidemia

Tras declarar la epidemia de arbovirosis, la medida preventiva más evidente es la eliminación de criaderos de mosquitos, que están por todas partes en Cuba.

Apenas la semana pasada, las calles del barrio habanero de Jesús María lucían gigantescos basureros infectos que el gobierno parece incapaz de erradicar. En Santa Clara, la situación es similar, como en Cienfuegos, en Pinar del Río... La isla está anegada de basura y escombros y la falta de combustible y la mala gestión impiden una recogida eficiente.

Basurero en en una esquina del barrio de Jesús María, en La Habana, el pasado 20 de noviembre, en medio de la epidemia de arbovirosis decretada por el gobierno.
Basurero en en una esquina del barrio de Jesús María, en La Habana, el pasado 20 de noviembre, en medio de la epidemia de arbovirosis decretada por el gobierno.
Imagen ADALBERTO ROQUE/AFP via Getty Images


Del mismo modo, las calles repletas de baches que se llenan de agua y zanjas desbordadas son un hábitat propicio para la proliferación de las larvas de mosquitos.

Antes, al menos se fumigaba, cuenta Elena. Pero ahora ni eso. Ante otros brotes de dengue, el gobierno solía reforzar la fumigación, pero esta vez, la falta de recursos ha hecho que el otrora desagradable rociado de insecticida se haya convertido en un bien cotizado en los hogares.

De hecho, algunas personas cuentan que pagaron más de 1,000 pesos para que un ‘técnico de lucha antivectorial’ se desviara del camino y les fumigara su vivienda, fuera del plan. En los últimos días, el estado ha intentado impulsar la fumigación y lo están haciendo más, pero no lo suficiente. “Por casa de mi madre no han pasado, ni por el barrio”, dice Lizandra.

Al mismo tiempo, los hospitales están colapsados, no hay reactivos ni insumos, ni medicamentos. Faltan hasta los antipiréticos. Los médicos mandan a los pacientes a conseguir las medicinas por su cuenta.

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Y todo, con los ya habituales apagones de varias horas, que obligan a las personas a abrir puertas y ventanas por el calor, exponiéndose a más mosquitos, en un círculo vicioso difícil de cerrar. A esto se suma también la falta de agua corriente regular, que hace que en casi toda Cuba los hogares tengan que almacenar agua para garantizar el abasto, en tanques, ollas y envases que a veces también se convierten en criaderos de mosquitos.

"Esperemos al menos salir de esto inmunizados de por vida, aunque tengamos que andar con bastones", dice Laura, quien ya al menos puede teclear bien en el móvil, algo que días atrás le resultaba una odisea.

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