En el Mundial de Rusia 2018 se ha evidenciado la gran diversidad de los equipos de fútbol. En esta cita orbital, la Selección de Francia tiene 17 jugadores hijos de inmigrantes en primera generación. Por otro lado, la de Bélgica cuenta con integrantes cuyos padres son del Congo, Marruecos, Burundi y Malí. Expertos aseguran que los inmigrantes son personas que quieren avanzar y conquistar nuevos terrenos, lo cual se traduce en progreso y crecimiento como nación.