LOS ÁNGELES, California.- Vivir durante tres meses en una furgoneta, en moteles y en casas de parientes parecía un bache muy profundo para Jorge Campos, pero este joven de origen mexicano transformó esta dificultad en ganas de salir adelante para ayudar a su familia y no abandonó sus estudios. Su tenacidad y disciplina lo llevaron por un camino que le abrió las puertas de una de las mejores universidades de Estados Unidos: Harvard.
Cómo este joven de padres mexicanos pasó de vivir en la calle a estudiar en Harvard
Hace unos años Jorge Campos y su familia estuvieron sin casa y tuvieron que dormir hasta en su carro. Pero eso no fue un motivo para desistir o no poder lograr algo que muchos en sus condiciones ven imposible: ser aceptado en una de las mejores universidades del país.

Jorge, de 17 años, es uno de los 2,100 afortunados que han sido aceptados este año en la que es alma mater de ocho presidentes de Estados Unidos y que tiene 150 premios Nobel que son catedráticos y estudiantes. Cada ciclo, más de 30,000 interesados envían solicitudes de ingreso.
"Los últimos 17 años de mi vida he estado trabajando para llegar a este momento", dice a Univision Noticias este hijo de inmigrantes mexicanos que habla con orgullo de su más reciente logro.
Para este chico, el camino a Harvard no ha sido llano. Justo antes de que comenzara la preparatoria, su padre, originario del estado de Zacatecas, perdió el empleo. Todo se complicó cuando les embargaron la casa y su familia terminó literalmente en la calle.
Fueron tres meses difíciles, en los que pasaron largas noches en cuartos de hotel, en hogares de parientes y, cuando no hubo más, en los sillones de su auto.
"Llegamos a nada, llegamos a lo más bajo de lo que es la vida", relata Jorge sobre la experiencia más dura que ha tenido, pero señala que a ese mal momento decidió sacarle provecho. "De ahí es cuando nació el deseo de continuar la educación", asegura.
El joven relata que desde entonces trata de aprender lo más que puede y usar ese conocimiento para ayudar a los suyos. Poco después de que su familia salió de la indigencia temporal, el adolescente se inscribió en cursos en colegios comunitarios en Los Ángeles. Ha tomado tantos cursos en tres escuelas que actualmente casi ha estudiado dos años universitarios y solo le faltan tres clases para obtener un título asociado en Ciencias Naturales y Matemáticas.
Un largo trayecto a la educación
La situación económica de su familia lo llevó a decidir el enfoque de sus estudios en finanzas, así comenzó a tomar las riendas del gasto de su hogar y esos consejos guiaron la compra de una casa en la ciudad de Palmdale hace dos años. Ese momento fue de total alegría, sin embargo se alejó casi 70 millas de su preparatoria, Manual Arts, en Sur Los Ángeles, y del programa en la Universidad del Sur de California (USC) que lo ayudó a ingresar a Harvard.
Jorge no quiso cambiar de escuela y ahora todos los días se levanta a las 4:00 de la mañana para tomar los dos autobuses que lo traen a Los Ángeles. "Regreso a la casa como a las 10:00 de la noche", dice.
A pesar de su largo trayecto y sus múltiples clases, a él le ha quedado tiempo para involucrarse en actividades comunitarias, organizando ferias de salud y programas académicos. Él cree que éstos han sido los "extras" que exige Harvard para abrir sus puertas a un alumno sobresaliente.
El plan de Jorge es estudiar economía y concluir una maestría en Política Pública. Le interesa trabajar en la administración pública. "Toda mi vida hemos luchado con las finanzas y en el noveno grado me interesaron bastante los bancos y me fascinó la idea de la infraestructura de una ciudad", explica.
Alejandro Ruiz, quien ha sido consejero del joven en el programa de USC TRIO Upward Bound Math and Science, lo describe como un chico excepcional. "Tiene eso en su interior de hacer algo más allá. Siempre está leyendo libros que no le dan en la clase y se involucra en su comunidad", señala.
Este programa elige a estudiantes de bajos ingresos en preparatorias cercanas a USC y que serían los primeros en sus familias en matricularse en una universidad. Ayuda a 2,500 alumnos cada año.
Jorge cumplió todos esos requisitos. Él dice que también quiere ser ejemplo de superación para sus hermanos menores, de 12 y 3 años de edad. "Me siento orgulloso porque sé que ahora en mi casa se habla de la universidad no como una meta o un gran logro, sino como algo normal", comenta.
Ahora empieza esa etapa de universidad justo para él y los esfuerzos que tenga que hacer su familia para ayudarlo a alcanzar sus metas no son tampoco un limitante. Para obtener fondos que ayuden en la educación de Jorge en Harvard su familia abrió una cuenta en el sitio GoFundMe.
Su ejemplo, dice Jorge, puede servir para quienes no ven más allá de una dificultad. "Es muy importante tener siempre un futuro por el cual pelear. Por muy pequeño que seas tienes que tener una meta, una razón para levantarte todos los días", concluye.
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