Esta historia es parte de una colaboración con Univision 45 en Houston.
Una comunidad sobrecargada de residuos químicos exige datos sobre cáncer: Las autoridades sanitarias de Texas se niegan a proporcionarlos
El año pasado, epidemiólogos estatales estudiaron una región industrializada al este de Houston. Informaron haber encontrado altas tasas de cáncer, pero se negaron a revelar detalles geográficos clave — una decisión que algunos expertos consideran irresponsables.


HIGHLANDS, Texas — Hace ocho meses, autoridades sanitarias de Texas comunicaron una noticia alarmante a los residentes de una zona industrializada al este de Houston: Un nuevo estudio reveló que podían tener un riesgo elevado de desarrollar varios tipos de cáncer, especialmente leucemia.
Sin embargo, se pueden sacar pocas conclusiones sobre la gravedad de la amenaza en lugares específicos, ya que epidemiólogos estatales se han negado a publicar los datos de cáncer a nivel de tracto censal — una medida que activistas y expertos están cuestionando. Estos datos detallados pueden identificar las zonas con elevada incidencia de cáncer y ayudar a relacionar esas discrepancias con factores de riesgo como la exposición ambiental. También pueden utilizarse para identificar conglomerados de cáncer.
Dos epidemiólogos independientes declararon a Public Health Watch que la decisión del Estado de no publicar estos datos era ilógica e indefendible. Una congresista del área de Houston y tres comisionados del condado de Harris enviaron cartas a la comisionada de salud del Estado pidiéndole que corrigiera su error. Una activista local acusó a los funcionarios de salud de ocultar información que podría dejar en mal lugar a las industrias de refinación de petróleo y petroquímica del Estado, valuada en $68 mil millones de dólares y con sede en Houston.
Ketki Patel es la epidemióloga del Departamento de Servicios de Salud del Estado de Texas (DSHS, por sus siglas en inglés) que lideró el estudio. En una entrevista, Patel defendió la decisión de la agencia de publicar los datos sobre el cáncer en un área de 250 millas cuadradas — aproximadamente una cuarta parte del tamaño de Rhode Island — sin proporcionar detalles a nivel de tractos censales. Afirmó que la agencia no puede publicar dichos datos porque, para algunos tipos de cáncer, no encontró suficientes casos como para garantizar la fiabilidad estadística.
“¿Cómo voy a poder analizar a nivel de tractos censales individuales [si no hay suficientes incidencias de cáncer]? Simplemente no es matemáticamente posible,” comentó Patel. “Y no podremos publicar esos datos debido a las leyes de privacidad de los pacientes que debemos cumplir.”
Sin embargo, el Estado publicó datos a nivel de tracto censal en un estudio similar sobre cáncer en la zona en 2015, una decisión que Patel atribuyó a los protocolos vigentes en ese momento. Los epidemiólogos consultados por Public Health Watch comentaron que no existen motivos para retener esos datos en esta ocasión.
“No tiene ningún sentido,” afirmó Kyle Steenland, profesor del departamento de salud ambiental y epidemiología en la Universidad Emory. “Este [nuevo] estudio encontró un exceso de leucemia tres veces mayor en [todos] los 65 tractos censales. Es impactante — más de 300 casos de leucemia cuando el Estado esperaba 100. Esto es o un error sistémico, o todo el Estado de Texas debería movilizarse para averiguar por qué está ocurriendo.”
Al preguntar sobre esos casos de leucemia, un portavoz oficial de DSHS respondió: “Cuando revisé estos [estudios], ha habido algunos que, a lo largo de los años, han mostrado cifras mucho, mucho más elevadas que esa.”

El equipo de Patel pasó la mayoría del 2024 estudiando los índices de cáncer en la zona industrializada del este del Condado Harris. Entre los lugares que se estudiaron se encontraban Highlands y Channelview, dos comunidades no incorporadas situadas a lo largo del Río San Jacinto que formaron parte de la primera temporada del podcast de investigación de Public Health Watch, Fumed. Ambas zonas están asediadas por empresas petroquímicas que luchan por adquirir propiedades frente al mar cerca del canal de navegación de Houston. Ambas están incómodamente cerca de un sitio Superfund (sitios sumamente contaminados que requieren de la intervención del gobierno federal para ser remediados) lleno de residuos contaminados por dioxinas que se encuentra bajo el agua, una sustancia que ha sido vinculada con el cáncer, problemas reproductivos y trastornos del desarrollo en niños.

La investigación del DSHS fue solicitada por la Alianza para la Salud y el Medio Ambiente de Texas (THEA, por sus siglas en inglés), un grupo de defensoras sin ánimo de lucro dirigido por Jackie Medcalf, antigua residente de Highlands. Medcalf, de 39 años, sufrió una serie de problemas de salud durante las décadas que vivió en esa comunidad de 7,000 habitantes — problemas que ella cree estaban relacionados con la proximidad de su casa con el sitio Superfund y al agua del pozo que su familia bebía y utilizaba para ducharse.
El cabello de Medcalf se cayó. Le salieron llagas por todo el cuerpo que sangraban. Comenzó a tener convulsiones. Perdió el control de sus extremidades y se debilitó tanto que su madre tenía que acompañarla a las clases de la universidad y cargarla cada noche hasta la cama para dormir. Finalmente, los médicos le descubrieron 19 metales pesados en el cuerpo, incluidos cromo, mercurio y arsénico — todos ellos, presentes en el Superfund. En el 2014, también fue diagnosticada con endometriosis, una enfermedad crónica del revestimiento uterino que provoca quistes, infertilidad y aumenta las posibilidades de padecer cáncer cervicouterino. Diversos estudios vinculan la endometriosis con la exposición a sustancias tóxicas en el medio ambiente. A Medcalf le dijeron que jamás podría ser madre.
En el 2015, científicos del DSHS publicaron los resultados de un estudio sobre cáncer realizado a petición de Medcalf. La investigación reveló tasas elevadas de la enfermedad en una amplia zona de la llanura fluvial del Río San Jacinto. Entre los hallazgos más preocupantes, se encontraban la elevada incidencia de leucemia, mieloma, cáncer de hígado, cáncer de riñón y cáncer cerebral infantil. El estudio resaltó los tractos censales específicos con las tasas más elevadas de esos tipos de cáncer.
En una carta al DSHS el 24 de enero del 2024, Medcalf le solicitó a los científicos estatales que volvieran a realizar ese estudio. Ella pensaba que esto podría validar su creencia y la de otros residentes de que la exposición a sustancias tóxicas estaba arruinando la salud de las personas en Highlands y comunidades cercanas. Sin duda, piensa Medcalf, que los agentes federales y estatales temen verse obligados a actuar.
“THEA lleva trabajando en colaboración con miembros de la comunidad local desde 2011 para desarrollar una comprensión más completa de la salud pública en la zona", escribió Medcalf, que ahora vive en el noroeste de Houston, en la carta. “Para ello, es esencial disponer de datos actualizados sobre los índices de cáncer…en toda la comunidad.”
Medcalf intercambió docenas de correos electrónicos y llamadas telefónicas con científicos del DSHS durante la primavera del 2024. La disposición de la agencia por realizar el estudio la sorprendió, dada la influencia de la industria petroquímica en el gobierno estatal. Adquirir datos del Registro de Cáncer de Texas, gestionado por el DSHS, puede ser complicado debido a las estrictas normas de su Junta de Revisión Institucional y a las reglas relacionadas con la confidencialidad de los pacientes.
Pero, de acuerdo con Medcalf, la buena voluntad se agrió. En Enero de este año, el estudio llevaba más de seis meses estancado en la fase de “revisión ejecutiva” del DSHS. Científicos de la agencia daban respuestas evasivas. A Medcalf le preocupaba que algo hubiera salido mal. Los residentes estaban ansiosos por obtener respuestas.
Luego, en la mañana del 6 de febrero, el Estado publicó los resultados en línea de su nueva investigación. El DSHS no notificó a Medcalf hasta cinco días después, el 11 de febrero.
A primera vista, la gran diferencia entre los estudios del 2015 y 2025 fue su marco temporal: de 1995-2012 para el primer estudio y 2013-2021 para el segundo. El nuevo estudio llevaba el mismo nombre que su predecesor, “Evaluación de la Incidencia de Cáncer: Este del Condado Harris, Texas.” Abarcaba la misma región de 250 millas cuadradas a los largo del Río San Jacinto. Y reveló índices igualmente elevados de varios tipos de cáncer.
La nueva investigación examinó 22 tipos de cáncer en todas las edades y tres tipos de cáncer infantil. Descubrieron que los índices de leucemia en el área del estudio triplican el promedio de Texas. Las tasas de cáncer cervicouterino eran 18% superiores al promedio estatal. Las tasas de cáncer de pulmón y bronquios eran un 17% superiores al promedio estatal. Y las tasas de linfoma eran un 10% superiores al promedio estatal.
Medcalf compartió que sentía una mezcla de emociones cuando vio las cifras.
“Al principio, casi me sentí entusiasmada. Por fin, una confirmación de los devastadores problemas que plagaron a mi familia y a otras tantas. Pero luego me percaté de la realidad,” le confesó a Public Health Watch. “En ese momento me estaban realizando estudios para ver si tenía leucemia o linfoma. Y justo allí, delante de mí, había un estudio que mostraba índices elevados de esas mismas enfermedades en la zona en la había vivido por años. Empecé a llorar y le dije a mi marido: ‘¿soy tonta por pensar que realmente salí librada de Highlands?’”

Los hallazgos más importantes de los estudios eran similares, pero sus matices diferían significativamente.
El último párrafo del resumen ejecutivo del estudio del 2015 prometía que “el DSHS revisaría estos resultados con un grupo de expertos en la materia para evaluar la viabilidad de un estudio epidemiológico de seguimiento.” El resumen ejecutivo del estudio del 2025 concluía declarando que “los resultados deberían ser interpretados con cautela, porque algunos de los casos de cáncer que se observaron eran muy pocos.”
El estudio del 2025 también contenía una sección titulada “recomendaciones y próximos pasos,” en la que el DSHS exponía sus planes de consultar a “expertos internos y externos en epidemiología, oncología y toxicología, así como un ciudadano que representara los intereses de la comunidad.” El estudio del 2025 no incluía dicha sección y tampoco hacía referencia a futuras investigaciones.
Hubo una diferencia que sobresalió: a diferencia de la investigación del 2015, el estudio del 2025 no proporcionó información a nivel de tracto censal. Patel, epidemióloga del DSHS, dijo que esa decisión se debió a una combinación de medidas de protección de privacidad y rigor estadístico. Un portavoz oficial del DSHS comentó que los científicos de la agencia ni siquiera analizaron los casos de cáncer por tracto censal.
“Si no se tienen más de cinco casos en un tracto censal o área determinada, se corre el riesgo de obtener estimaciones muy poco fiables sobre las tasas y proporciones de incidencia del cáncer”, afirmó Patel. “También corremos el riesgo de poner en peligro la confidencialidad de los pacientes... Algunos de los tipos de cáncer son relativamente poco frecuentes.”
Public Health Watch compartió las afirmaciones de Patel con tres epidemiólogos.
Steenland, el profesor de la Universidad Emory, quedó desconcertado por la afirmación de Patel, teniendo en cuenta el número total de casos en el estudio del 2025. El DSHS esperaba 1,040 casos de cáncer de pulmón y bronquios, y encontró 1,218. El DSHS esperaba 394 casos de linfoma y encontró 437. El DSHS esperaba 97 casos de leucemia, pero encontró 304. Como epidemiólogo, lo que uno quiere son cifras brutas tan elevadas como esas, afirmó Steenland.
“A menudo, cuando obtienes muchos más casos de cáncer de lo que esperabas, es porque se preveía encontrar dos, pero se observaron 10. En términos porcentuales, es una diferencia enorme. Sin embargo, el intervalo de confianza es muy amplio porque el tamaño de la muestra es muy pequeño”, afirmó. “En este caso, el intervalo de confianza es razonablemente estrecho porque el tamaño de la muestra es grande.”
Otro experto que revisó los datos estatales fue Philip Landrigan, un pediatra, médico especializado en salud pública y profesor en la Boston College que estudia los efectos de la exposición a sustancias peligrosas en la salud humana, estuvo de acuerdo con Steenland.
“No quieres publicar la información [por tracto censal] para un estudio que tiene menos de cincos casos,” comentó Landrigan. “Pero si se trata de cáncer de pulmón o leucemia, que son comunes en la comunidad, entonces no veo ningún problema. Obviamente, no se van a divulgar los nombres ni las direcciones, pero no hay ninguna razón en el mundo por la que no se puedan divulgar datos sin identificación.”
Steenland y Landrigan señalaron que el estudio del 2015 no publicó datos por tracto censal para cada tipo de cáncer en cada zona. En cambio, solo se hizo cuando el aumento en los casos de un cáncer específico era estadísticamente significativo — lo que significa que era poco probable que el resultado se explicara por casualidad — y superaba los cinco casos. “En el caso de los recuentos observados inferiores a cinco, se suprimieron las cifras para proteger la confidencialidad,” explicaron los autores del estudio.

Ambos expertos comentaron que desglosar los datos del nuevo estudio por tracto censal habría sido una tarea sencilla. A pesar de las declaraciones de Patel, ellos mencionaron que el estado podría haber publicado — y debería de hacerlo — tantos datos de nivel de tracto censo como fuera posible. Los elevados índices de cáncer de pulmón y bronquios, linfoma y leucemia sugieren una relación potencial con la exposición ambiental.
“Si observo esos números, inmediatamente investigaría más a fondo y crearía mapas para buscar los puntos críticos. Luego iría a esos puntos críticos y tomaría muestras de los productos químicos presentes en el aire, como el benceno, butadieno y otros compuestos orgánicos volátiles,” declaró Landrigan. “Esta es una situación en la que el público necesita la información, sobre todo porque fue un organismo público el que realizó el estudio. Esto merece una investigación seria y algún tipo de remediación.”
Jonathan Samet, el tercer experto consultado por Public Health Watch, no fue tan crítico con el DSHS como los otros científicos, y afirmó que Patel “se mantiene fiel a su interpretación” por las políticas epidemiológicas actuales. Aún así, Samet —médico neumólogo, epidemiólogo y antiguo decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Colorado— reconoció que la contaminación industrial podría ayudar a explicar la proporción de tres a uno entre los casos de leucemia observados y los esperados.
“Tres es elevado. Punto. Si me dijeras que esa cifra es más elevada en las proximidades de las refinerías y luego disminuye, tendría sentido,” aseguró Samet. “Por lo que sabemos sobre las industrias que hay en la zona, se trata de un área que podría estar más expuesta a sustancias leucemógenas. El benceno es una sustancia que se libera en las refinerías y otras plantas químicas, por lo que podría haber motivos razonables para preocuparse.”
Al confrontar las opiniones de los expertos, Patel insistió en que la investigación de su equipo siguió los procedimientos estándar establecidos por el DSHS y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), incluido un nuevo “protocolo del CDC” promulgado en el 2022. Sí, reconoció, los casos de leucemia fueron tres veces más altos que el promedio en Texas, pero eso no representa una tasa “excepcionalmente alta” que justifique “una investigación epidemiológica a fondo”. En su lugar, comentó, lo mejor es “mantener vigilantes ese tipo de cánceres” en los próximos años.
Public Health Watch le preguntó al DSHS en varias ocasiones que proporcionara el “protocolo” al que se refería Patel. En una declaración enviada por correo electrónico el martes, un portavoz oficial escribió, “Las directrices de la CDC del 2022 no es un protocolo, son recomendaciones basadas en evidencia que los departamentos de salud estatales, tribales, locales y territoriales pueden tener en cuenta a la hora de responder a consultas y solicitudes relacionadas con la incidencia inusual de cáncer. ... Las directrices no contienen ninguna declaración o formulación específica que exija o excluya análisis individuales de los tractos censales.”
Landrigan, el profesor del Boston College, ya le había comentado a Public Health Watch que no hay protocolos de la CDC que impidan publicar datos por tracto censal. “Te están engañando,” escribió en una correo. “Es una estupidez.”
La persona más disgustada con la decisión del Estado fue Medcalf. Tras la publicación del estudio, revisó los casi 100 correos electrónicos que había intercambiado con Patel y otros funcionarios de la agencia. Medcalf afirmó que en ningún momento solicitó por escrito los datos a nivel de tracto censal, pero sí lo hizo durante una llamada telefónica con Patel.
Pero Patel nunca le advirtió que proporcionar esa información estaba fuera de discusión, dijo Medcalf. El objetivo de su solicitud, comentó, era que el DSHS rehiciera la investigación de 2015 que proporcionó los datos por tracto censal.
En Abril, la organización sin ánimo de lucro de Medcalf, THEA, convocó dos reuniones al este del Condado Harris para informar a los residentes sobre los hallazgos del estudio y sus deficiencias. Patel y sus colegas fueron invitados a ambos eventos, pero declinaron asistir — un portavoz del DSHS atribuyó la ausencia a la falta de aviso previo y a la apretada agenda de la agencia durante la sesión legislativa de Texas. THEA colocó una mesa vacía con globos en ambas reuniones para señalar la ausencia de la agencia.
“Durante todos los meses previos a la publicación del estudio, el Estado nos dijo que colaborarían con nosotros en el involucramiento de la comunidad. Y luego cambiaron completamente de opinión,” dijo Mecalf. “Se trata de información relacionada con la salud de nuestra comunidad. Vengan a hablar con nosotros al respecto. Todos estábamos enfadados. Todos seguimos enfadados.”

Seis meses antes, Medcalf convocó una rueda de prensa conjunta con Tom Ramsey, comisionado del distrito 3 del Condado de Harris, un republicano que representa a Highlands y otras comunidades situadas en la zona de estudio. Antes de asumir el cargo, Ramsey trabajó como ingeniero para empresas situadas a lo largo del canal de navegación de Houston. La limpieza del emplazamiento Superfund cerca de Highlands —las fosas de residuos cargados de dioxinas enterrados bajo el Río San Jacinto— es una de sus principales prioridades.
El 8 de septiembre, Ramsey le envió una carta a la comisionada de la DSHS, Jennifer Shuford. En ella, instaba a Shuford a convocar reuniones con los residentes sobre el estudio actual, publicar un apéndice con datos a nivel de tractos censales y comprometerse a tener reuniones de seguimiento con defensores y funcionarios electos locales una vez que se publique dicha información. Tres demócratas del área de Houston —la representante federal Sylvia García y los comisionados del Condado Harris, Adrián García y Rodney Ellis— también enviaron cartas.
Ramsey le dijo a Public Health Watch que la intransigencia del Estado está minando la confianza de la ciudadanía en el Gobierno.
“He trabajado directamente para 50 ciudades, 20 condados y todas las agencias estatales que se puedan imaginar", afirmó. “Es mejor poner todo sobre la mesa. Nunca se ha ganado nada ocultando datos. No hay ninguna razón válida para ocultarlos. Es probable que entre esos datos se encuentren algunos códigos postales gravemente afectados. Creo que existe una relación entre esas fosas de residuos y los problemas de salud que ha sufrido la población de la región.”
Residentes de toda la vida del este del Condado de Harris comparten la opinión de Ramsey.
Brenda Farmer creció en un lugar boscoso a las orillas del río en Highlands.Tiene recuerdos de su infancia explorando la zona con su ahora marido, Joe, y su hermana, Sharon Graves. Los tres solían nadar en el río San Jacinto, chapotear en las pozas cercanas y jugar sobre zanjas de arena con un olor extraño. En aquel momento no lo sabían, pero su casa estaba a solo unas cuantas millas de varias fuentes de contaminación industrial, incluidas las fosas del Superfund que posteriormente fueron descubiertas.
“De vez en cuando, se veía humo saliendo de la arena. Era azufre quemándose. Lo excavábamos con una pala, lo llevábamos a casa, le prendíamos fuego y jugábamos con él. Era como un experimento de química”, contó Joe Farmer. “Éramos solo niños. No nos dábamos cuenta de que alguien había vertido todo tipo de productos químicos y basura y lo había cubierto con arena.”

En las décadas transcurridas desde entonces, Graves y los Farmer han visto morir de cáncer a docenas de familiares, amigos y vecinos. Ya adulta, a Sharon Farmer le diagnosticaron hipoplasia mamaria — una condición en la que los senos de la mujer tienen tejido glandular insuficiente que, a menudo, conduce a una producción insuficiente de leche para la lactancia materna. A la hija de Farmer le diagnosticaron la misma afección. La hipoplasia mamaria se ha vinculado con la exposición a las dioxinas.
Graves admitió que ningún estudio remediará los problemas de salud que han destrozado la vida de tantas personas. Pero obtener datos específicos de cada lugar obligaría al Estado a reconocer su apremiante situación.
“Al publicar los datos solo desde una perspectiva general, la información se ha diluido. Doscientas cincuenta millas cuadradas es un área enorme”, afirmó Graves. “Si amplías ese mapa y muestras las áreas que realmente se ven afectadas, verás algunos conglomerados de cáncer, amigo. Sería como un mapa de la cobertura de AT&T.”
Michael Bleacher y su esposa, Kristen Buster, están igual de preocupados. Cuando la pareja decidió mudarse a Highlands el pasado mes de abril, compraron una casa frente al río — sin haberla visto antes — con piscina, jacuzzi y un gran jardín. Pensaban que la propiedad sería un paraíso para su jubilación, donde podrían navegar, pescar y ver la puesta de sol. En cambio, han pasado los últimos 18 meses asistiendo a eventos de THEA y reuniéndose con funcionarios electos.

La pareja le compartió a Public Health Watch que su salud se ha deteriorado desde que llegaron a Highlands. Los médicos analizaron la sangre de Bleacher y le advirtieron sobre posibles signos de leucemia. Ha experimentado episodios inexplicables de mareos. A Buster le ha empezado a caer el pelo.
Si el estado publica los datos del censo del 2025, el valor de las propiedades de Bleacher y Buster podría desplomarse. Pero la pareja se siente atrapada. Sienten que les engañaron para que compraran una propiedad a 1,5 millas de un sitio Superfund. Dicen que no quieren hacerle lo mismo a otra persona.
“Dios me ha puesto en cada lugar en el que he estado en mi vida y me ha preparado a lo largo de toda mi vida para este momento exacto, todo el tiempo.” Comentó Bleacher. “Tenemos una relación muy cercana con nuestros vecinos. Amamos nuestra Iglesia. Nos encanta esta comunidad. Solo quiero mejorar las cosas.”
Buster se enfoca exclusivamente en la salud de su marido.
“Soy viuda. Perdí a mi anterior marido. No quiero volver a pasar por eso jamás en la vida. No me gusta formar parte de ese club”, confiesa. “Él se encarga de todas nuestras finanzas, pero le he pedido que me enseñe hasta el más mínimo detalle por si acaso algo le llegara a suceder.”
