DALLAS, Texas. En los pasillos de Moisés E. Molina High School, en Oak Cliff, hay una frase que ya suena familiar: “Dejar huella”.
Dejar huella: cuando una estudiante hispana inspira a toda una escuela en Dallas
Desde un salón en Oak Cliff, una estudiante hispana encendió algo más que el espíritu escolar: demostró que el liderazgo se enseña con ejemplo. En Molina, su historia ya es sinónimo de orgullo hispano.


No es un lema oficial ni una campaña del distrito. Nació de una estudiante hispana, y terminó convirtiéndose en una forma de moverse por la escuela.
Su nombre es Sunny, de raíces mexicanas, pero más allá del apellido o los logros, lo importante es el ejemplo.
Porque lo que empezó como un propósito persona, volver al distrito escolar y hacer la diferencia, se transformó en una historia colectiva sobre liderazgo, pertenencia y orgullo hispano.

El valor de un ejemplo
Sunny regresó a Dallas ISD en décimo grado, después de un tiempo fuera. En lugar de sentirse ajena, decidió actuar: organizar, convocar, involucrar. Y lo logró.
Se convirtió en vicepresidenta de su generación, capitana de debate, líder de programas de honor y liderazgo, y una de las alumnas que mejor encarna la idea de servicio en su escuela.
Pero más allá de los títulos, su mayor aporte fue el ambiente que ayudó a construir.
Organizó campañas de donación, planeó eventos escolares, y tuvo un gesto tan simple como poderoso: repartir corazones de San Valentín con mensajes positivos para todos los estudiantes y maestros.
No era solo un detalle; era una declaración de intención: “Aquí todos importan”.
Orgullo hispano en acción
En un distrito donde la mayoría de los estudiantes son de origen hispano, historias como la de Sunny no son solo motivo de orgullo: son una brújula.
Hablan de primera generación universitaria, de esfuerzo familiar, de jóvenes que sueñan en inglés y en español, y que están dispuestos a transformar el sistema desde dentro.
Sunny planea estudiar Ciencias Políticas en UT Austin y luego Derecho en SMU, enfocada en temas de inmigración y justicia.
Pero incluso si la vida la lleva por otro rumbo, el impacto ya está hecho.
Porque su legado no es una beca ni un trofeo, sino una comunidad más participativa y confiada.
Lo que deja en Molina
Su mentora, Kerrie Pegues, la describe como alguien que “no solo cumple metas, sino que eleva el estándar”.
Y eso es lo que queda en el aire cuando una generación observa a otra tomar la palabra: la certeza de que el liderazgo se aprende por imitación, por contagio, por convicción.
En Molina, muchos estudiantes ahora participan en clubes, voluntariados y programas que antes pasaban desapercibidos.
No por moda, sino porque alguien demostró que vale la pena involucrarse.
Porque cuando una estudiante convierte la escuela en un lugar más humano, deja algo más valioso que una calificación: deja una huella en la cultura escolar.











