Cuando los seres queridos de Frank Aguilar llegaron hasta el lugar donde se encuentra el altar que se construyó en su memoria, evidenciaron que este estaba totalmente destruido. “Todo estaba tirado aquí, tal y como lo dejaron a él, como si su muerte no significara nada”, asegura Sharee Rangel, hermana de la víctima, quien murió a tiros en noviembre de 2019.