El proyecto de construcción del salón de baile de la Casa Blanca ha pasado de “no tocar” el edificio original, como prometió Donald Trump, a demoler el Ala Este; de costar $200 millones a $300 millones; de alojar 650 personas a 999. A esa información cambiante se suman las dudas sobre la correcta gestión de los permisos y si hay una supervisión del proyecto para que cumpla con los estándares en el manejo de edificios históricos federales.
6 polémicas sobre la demolición de una sección de la Casa Blanca ordenada por Trump
Una sección de la Casa Blanca ha sido demolida para dar paso al salón de baile de Trump. El proyecto genera revuelo entre quienes velan por el patrimonio arquitectónico; refuerza la opinión de quienes ven en Trump a un autócrata que maneja el país como si fuera de su propiedad, y alarma a los vigilantes de la ética gubernamental por los potenciales conflictos de interés que implica el modelo para financiar el plan.

El proyecto se ha convertido en una polémica política a varias bandas porque genera revuelo entre quienes velan por el patrimonio arquitectónico y los edificios públicos de la capital federal, da munición a quienes ven en Trump veleidades de autócrata que maneja el país (y, en este caso, la Casa Blanca) como si fuera de su propiedad, y alarma a los vigilantes de la ética gubernamental por los potenciales conflictos de interés que implica el modelo con el que se financiará el plan.
De acuerdo con los escuetos datos presentados hasta ahora por la Casa Blanca, el salón, con 90,000 pies cuadrados, será el doble del tamaño de la sede del Ejecutivo, algo que muchos arquitectos consideran que amenaza con opacar la vista de la conocida mansión presidencial con la mole de estilo neoclásico que se prevé que esté lista para 2029.

Trump ha afirmado que el salón de baile no les costará ni un centavo a los contribuyentes porque está siendo financiado privadamente por "muchos patriotas generosos, grandes compañías estadounidenses" y él mismo. La lista finalmente se conoció este jueves y muestra un elenco de empresas que pueden tener un gran interés en acercarse al gobierno para garantizar la buena marcha de sus negocios.
Para la tarde del jueves, las fotos del edificio indicaban que la antigua estructura del ala este ya no estaba en pie.
Polémica 1: ¿Por qué demoler parte de la Casa Blanca?
"No interferirá con el edificio actual. Estará cerca, pero sin tocarlo. Y rinde total respeto al edificio existente, del cual soy el mayor fan", dijo el presidente el 31 de julio al anunciar el inminente inicio del proyecto, que considera necesario para que la presidencia pueda organizar eventos sociales de gran magnitud.
Luego, la Casa Blanca dijo que se necesitaba algo de demolición porque el Ala Este, el hogar tradicional de las oficinas de la primera dama y su personal, está siendo modernizado como parte del proyecto del salón de baile.
"Para hacerlo correctamente, tuvimos que derribar la estructura existente", declaró Trump a la prensa en el Despacho Oval este miércoles, luego de que funcionarios de la presidencia no aclararan la magnitud de la demolición que empezó a hacerse y que probablemente tomé dos semanas más.
Fuentes de la Casa Blanca ratificaron a varios medios que toda el ala será derruida, contrario a lo originalmente indicado, con el argumento de que “el alcance y el tamaño del proyecto del salón de baile siempre han estado sujetos a variaciones a medida que se desarrolla el proceso”, según dijo uno de esos funcionarios a NBC News.
Para la tarde del jueves, una gran parte de esa sección había desaparecido, según fotos de Associated Press que muestran que la demolición llegó casi hasta el cuerpo principal del edificio.
Mientras la demolición ha provocado la indignación de muchos demócratas y cuestionamientos de especialistas en patrimonio arquitectónico sobre si se han seguido los protocolos adecuados, la Casa Blanca desestima las críticas como una "indignación fabricada".
El problema que destacan algunos expertos en conservación de edificios históricos es que se está avanzando con la construcción sin la aprobación de la Comisión Nacional de Planificación de la Capital, la agencia que supervisa renovaciones importantes de los edificios gubernamentales en Washington DC.
Sin embargo, es poco probable que el presidente vaya a toparse con una objeción en la comisión porque un alto asesor suyo en la Casa Blanca, Will Scharf, encabeza la comisión y ya ha hecho una distinción entre el trabajo de demolición y la reconstrucción, diciendo que su grupo solo tiene jurisdicción sobre esta última.
Polémica 2: ¿Se están violando normas o leyes para la conservación de edificios históricos?
En 1966, el Congreso promulgó la Ley Nacional de Preservación Histórica para exigir a las agencias federales que consideren el impacto de sus acciones en edificios o sitios históricos y, entre sus requisitos, en el artículo 106, se pide que se aporte información sobre ciertos tipos de proyectos para garantizar el cuidado del patrimonio cultural.
La Casa Blanca, el Capitolio de los Estados Unidos y la Corte Suprema están exentos de ese proceso que exige la ley, pero pasadas administraciones han solicitado asesoría a la Comisión Nacional de Planificación de la Capital y a la Comisión de las Bellas Artes de EEUU en modificaciones mucho menores que se han realizado en terrenos de la Casa Blanca, como el pabellón de tenis, el cercado perimetral u otros cambios menos ambiciosos que el actual.
“Existen mecanismos. Si bien existe la exención del artículo 106, existen órdenes ejecutivas más amplias y otros procedimientos que deben seguirse para garantizar que el proyecto no tenga un impacto negativo”, dijo a NPR Priya Jain, jefa del Comité de Conservación del Patrimonio de la Sociedad de Historiadores de Arquitectura, organización que ha expresado su “gran preocupación” por la manera como se ha adelantado el proyecto.
Además, hay varios grupos que velan por la correcta preservación de la residencia presidencial: el Comité para la Preservación de la Casa Blanca, la Asociación Histórica de la Casa Blanca y la Comisión Nacional de Planificación de la Capital, que tradicionalmente han sido consultadas a la hora de realizar renovaciones. Eso no ha sucedido en este caso.
El Comité de Preservación del Patrimonio reconoce que la Casa Blanca es un inmueble con “necesidades evolutivas” desde que empezó su construcción en 1792, aunque el proyectado salón de baile será “el mayor cambio a su apariencia exterior en los últimos 83 años, desde que se construyó la zona que ahora está en demolición, en 1942.
“La Casa Blanca es uno de los inmuebles históricos más importantes y visibles del país. Cualquier proyecto en la Casa Blanca, ya sea una renovación interior, cambios en el paisaje o una nueva ampliación exterior, sienta un precedente nacional en el tratamiento de inmuebles históricos”, advierte en un comunicado el comité que preside Jain.
Polémica 3: Cómo fue la asignación del proyecto del salón de baile
El martes 5 de agosto, varios de los miembros del cuerpo de prensa que cubre la presidencia se sorprendieron al ver que el presidente Trump estaba caminando en el techo del Ala Este, acompañado de un hombre de corbatín y lentes a quien pocos conocían. Ambos parecían estar evaluando el terreno y discutiendo algún plan.
El compañero de Trump en su caminata por la azotea era el arquitecto James C. McCrery II, quien lidera el equipo de diseño del proyecto del salón de baile.
Su firma, McCrery Architects, con sede en Washington, está especializada en arquitectura religiosa y ha construido catedrales en Tennessee, Carolina del Norte y Texas. Trump lo nombró miembro de la Comisión de Bellas Artes hacia el final de su primer mandato y sirvió allí desde 2019 hasta el año pasado.
En agosto, el Instituto Americano de Arquitectos mandó emitió una carta al Comité para la Preservación de la Casa Blanca, criticando con un lenguaje diplomático el que McCrery haya sido elegido sin un proceso público abierto y plantea dudas sobre lo que denomina la "escala y el equilibrio" del diseño.
Polémica 4: El financiamiento privado para la construcción
La Casa Blanca presentó este jueves el listado de donantes que sufragarán el costo de la construcción del salón de baile. Entre ellas destacan las grandes tecnológicas y algunos contratistas del gobierno federal.
Además de grandes empresas, entre los donantes hay personas adineradas que en el pasado han contribuido a campañas políticas republicanas.
Trump invitó a muchos de ellos a una cena que se realizó.
Muchas de estas empresas, como Apple, Amazon, Meta, Google, Comcast, Lockheed Martin, T-Mobile y Microsoft, entre otras, han buscado fortalecer sus vínculos con la administración Trump de una manera más pública que lo que han hecho con anteriores administraciones.
Por ejemplo, en enero pasado, en la toma de posesión de Trump, fue notable la presencia de varios de los líderes de esas firmas que, en el primer mandato del republicano, fueron menos cordiales con su administración.
Para algunos expertos en ética gubernamental, el modelo de financiación genera preocupación porque podría implicar que esas firmas están pagando para garantizar su acceso al gobierno y eventualmente contar con su respaldo para la marcha de negocios que están regulados por el gobierno federal.
Polémica 5: La estética de salón de baile de la Casa Blanca
Las representaciones publicadas por la Casa Blanca sugieren una fuerte semejanza con el salón de baile dorado en Mar-a-Lago, el club privado y residencia de Trump, su resort ubicado en West Palm Beach, Florida.
El proyecto ha 'crecido' desde que se anunció, pasando de acomodar a 650 invitados sentados a albergar a 999 personas. Va a ser lo suficientemente grande para albergar una toma de posesión si fuera necesario, dijo en una cena reciente de la Casa Blanca para donantes.
"Nos preocupa profundamente que la masa y la altura de la nueva construcción propuesta sobrepasen la propia Casa Blanca y que, además, puedan perturbar permanentemente el diseño clásico, cuidadosamente equilibrado, con sus dos alas este y oeste, más pequeñas y bajas", indicó en una carta enviada esta semana a la Comisión Nacional de Planificación de la Capital, el Servicio de Parques Nacionales y la Comisión de Bellas Artes, Carol Quillen, presidenta del Fondo Nacional para la Preservación Histórica, una organización no gubernamental cuya misión es proteger los sitios históricos más importantes del país y defender la preservación histórica.
"Las Normas de Rehabilitación del secretario del Interior, reconocidas a nivel federal, ofrecen una guía clara para los proyectos de construcción que afectan a propiedades históricas. Estas normas establecen que las nuevas ampliaciones no deben destruir el patrimonio histórico de la propiedad y que la nueva obra debe ser compatible con la masa, el tamaño, la escala y las características arquitectónicas existentes", advierte Quillen en su carta, en la que pide "respetuosamente" que se detenga la demolición hasta que haya una amplia consulta pública sobre el proyecto.
El presidente Trump ha marcado su huella estética en la residencia oficial: en la Oficina Oval añadió retratos, bustos y adornos de tonos dorados; convirtió el Jardín de las Rosas en un patio cubierto de piedra; instaló imponentes astas de bandera en los jardines norte y sur, y decoró una pared exterior con retratos de todos los presidentes, excepto el de Joe Biden. Trump también dijo que renovó el baño en el famoso Dormitorio Lincoln en las habitaciones privadas y colocó pisos de mármol en un pasadizo que conduce al Jardín Sur.
Polémica 6: La eterna polémica que son las renovaciones de la Casa Blanca
Los presidentes han añadido a la Casa Blanca elementos arquitectónicos desde que comenzó la construcción en 1792 por una variedad de razones, y los asistentes de Trump dicen que su decisión de construir un salón de baile sigue esa larga tradición.
Muchos de los proyectos anteriores fueron criticados por ser demasiado costosos o demasiado lujosos, pero finalmente llegaron a ser aceptados, según indica la Asociación Histórica de la Casa Blanca en una pieza publicada en su página web en la que, sin embargo, no se refiere explícitamente al proyecto del salón de baile.
Thomas Jefferson añadió las columnatas este y oeste. Andrew Jackson construyó el Pórtico Norte en el lado de la avenida Pennsylvania de la Casa Blanca, alineándose con el Pórtico Sur que James Monroe añadió después de que la mansión original fuera reconstruida tras ser quemada por los británicos durante la Guerra de 1812.
Theodore Roosevelt añadió el Ala Oeste para proporcionar un espacio dedicado al presidente y al personal clave, mientras que Franklin D. Roosevelt añadió el Ala Este, que con el tiempo se convirtió en la base del personal de la primera dama y de las funciones sociales.
Una de las renovaciones más significativas de la Casa Blanca ocurrió bajo Harry Truman, cuando se encontró que la mansión estaba tan estructuralmente inestable que ordenó un vaciado completo del interior que duró de 1948 a 1952. El proyecto, incluida la adición de un balcón al segundo piso del Pórtico Sur, fue altamente controvertido.
Otros cambios incluyen la creación del Jardín de las Rosas durante la administración de John F. Kennedy y la decisión de Richard Nixon de convertir una piscina interior que fue construida para la terapia física de Roosevelt en un espacio de trabajo para el creciente cuerpo de prensa de la Casa Blanca.






