Quitobaquito, la ruta de la muerte para los migrantes que cruzan la frontera por el desierto de Arizona
TUCSON, Arizona. - El flujo de inmigrantes indocumentados continúa en aumento en Lukeville, Arizona, un área al suroeste de Tucson, donde la Patrulla Fronteriza no se da abasto, según la oficina forense del condado Pima.
Un grupo de rescatistas señalan que la política migratoria está deshumanizando a los más vulnerables, los está haciendo de menos para normalizar las muertes en trayectos escabrosos. Solo aquellos que cargan el morral -reza el dicho- saben lo que lleva dentro.
Decidimos seguir los caminos que recorren los migrantes en la topografía del área de Quitobaquito, una de las rutas migratorias del sur de Arizona, como única manera de comprender la magnitud del anhelo por llegar al país de la barras y las estrellas.
Algunos mueren en el intento al atravesar el desierto, otros prefieren no arriesgarse y se entregan a las autoridades.
Así inició el recorrido por el desierto de Arizona
Emprendimos el viaje desde Phoenix, Arizona, eran las 4:00 de la mañana. Descansamos poco pues el tiempo nos jugaba en contra. En cuestión de tres horas, arribamos a la región llamada Quitobaquito, a 16 millas de distancia del puerto fronterizo Lukeville, Arizona.
“Estamos buscando a gente que esta pérdida o que ha fallecido. Si encontramos a alguien herido, los apoyamos con comida o agua. Si quieren entregarse a la migra, nos quedamos con ellos hasta que los rescaten”, explicó Jared Ornelas, brigadista del Batallón de San Patricio.
Tan pronto nos bajamos de las camioneta, nos unimos en oración con la brigada Batallón de San Patricio, antes de iniciar la travesía por el desierto, un lugar inhóspito que durante las últimas dos décadas le ha arrebatado la vida a 4,500 migrantes, según confirmó la oficina forense del condado Pima.
A tan solo dos millas de recorrido ya sentíamos la debilidad en el cuerpo, consecuencia de las temperaturas que suelen alcanzar los 120° Fahrenheit durante el día, descendiendo al punto de congelación en la noche. Era solo el comienzo de las 10 millas que faltaban por recorrer.
Para el recorrido los rescatistas pidieron usar colores claros, porque cada uno está a su propia suerte. De esta manera, podríamos ser identificados desde el cielo si llegáramos a perdernos. Por ejemplo, los migrantes cruzan con botellas oscuras para que no brillen y no puedan ser detectados por la Patrulla Fronteriza.
“Los coyotes al revés, pasan a su gente con ropa de camuflaje para no ser vistos por la migra o por los drones, y es más fácil para ellos pasar así”, dijo Nesa ‘el super inmigrante’ rescatista.
A paso apresurado, escalamos zonas montañosas, puntos claves a los que los coyotes se refieren como el cerro de la Aguja y la Muela coordenadas que guían su camino.
En el trayecto pudimos haber encontrado serpientes de cascabel, escorpiones, entre otras especies salvajes. Las chollas, una especie de planta desértica, hicieron de las suyas- clavando sus filosas espinas en la ropa, incrustándose incluso en la piel.
Se rompieron los cordones de los zapatos
En la caminata se nos rompieron los cordones, el terreno es muy áspero, es muy difícil esta topografía. Al rescate salió la brigada, nos reemplazó la cinta de los zapatos, suerte con la que evidentemente no corren los inmigrantes a su paso.
Después de cinco horas de caminar, agotados y a punto de tirar la toalla, nos detuvimos frente a un altar improvisado.
“Este lugar fue donde una niña de 6 años, de la India, murió”, dijo James Holmes, uno de los voluntarios del Batallón San Patricio.
Una cruz de madera, símbolo de la muerte de una pequeña de tan solo 6 años, en el 2019, explicó el líder de la brigada, un soldado retirado de la marina estadounidense quien considera que el sistema migratorio ha fallado.
“Esto me hace sentir horrible, nuestro sistema migratorio no funciona”, agregó Holmes.
Cada año, al menos 350 inmigrantes indocumentados desaparecen en esta inmensidad, de su travesía solo quedan sus pertenencias esparcidas en algunos sectores.
A dos millas del muro fronterizo que divide a Arizona y Sonora se encuentran unas prendas que dejó una migrante para no ser sorprendida por las autoridades.
“A veces nada más se cambian por el frío o se hicieron del baño”, sostuvo Nesa.
Para el Batallón de San Patricio el recorrido fue un éxito porque no encontraron migrantes en estado de angustia, de emergencia o muertos, pero entre los hallazgos registraron posibles restos humanos.
“Tomamos fotos con una regla y la mandamos al médico forense para que ellos digan si es de un ser humano o no. Hacemos una oración. Es donde alguien perdió su vida”, mencionó Jarett.
Los restos humanos encontrados son reportados a las autoridades para que hagan el levantamiento y los lleven a la oficina forense donde son puestos en los congeladores mientras extraen las pruebas de ADN para su identificación.