Las Islas de Santo Tomé y Príncipe conforman un pequeño estado insular frente a la costa del continente africano muy cerca de la línea del ecuador. Admeás de las dos islas principales que dan nombre a la nación, la misma se conforma por otro número de pequeños islotes.
Una isla africana en el Océano Atlántico


Para llegar a esta poca conocida nación podremos recorrer dos caminos. Como toda isla, la forma de acceder más antigua es por mar, cruzando desde la nación de Gabón, opción que particularmente no aconsejo. Por otro lado, claro está, la ciudad capitál de Santo Tomé y Príncipe, llamada con originalidad Santo Tomé, cuenta con un aeropuerto internacional.
Una vez en esta ambigua ciudad podremos buscar un hotel que sirva de base para nuestros viajes al resto del país. La capital es una ciudad de apenas 56 mil habitantes (en realidad son casi la mitad de la población del país) que aún conserva edificios y construcciones que evidencian el pasado colonial.
Y es que en Santo Tomé y Príncipe, aún se respira la época en que eran colonias portuguesas. Fuertes que miran al mar y que una vez fueron puerto de salida para esclavos africanos llevados al nuevo continente y enclaves que acobijaron a los antiguos y despiadados piratas abundan en la ciudad. Todavía se pueden visitar las fortalezas y los edificios coloniales que ciertamente suponen un buen paseo.

Luego tenemos dos opciones demasiado distintas. Por un lado podemos recorrer el interior de las islas, conocer a la gente del campo, sus costumbres y sus realidades y por otro lado podemos volcarnos a la naturaleza y disfutar de esta especie de paraíso tropical. Aquí si que no puedo aconsejarles, pues la opción es sumamente personal.
En Santo Tomé y Príncipe el paraíso y el infierno se mezclan de una forma extraña. Conocer la realidad de la gente que vive aquí, la pobreza y la miseria causadas por la explotación es una experiencia reveladora pero para nada vacacional. Si bien en esta pequeña porción de tierra no se encuentran los niveles de pobreza que podemos ver en otras partes del continente, no podemos dejar de preguntarnos ¿por qué con tantos recursos naturaleza esta gente no puede vivir bien?
Por otro lado, el paraíso natural típico de un destino que se halla tan cerca de la línea del ecuador. La selva y la vegetación abundante que cubre morros da lugar a una fina faja de playas con arenas blancas y cálidas. Es imposible disfutar de este sol sin un buen protector bronceador que evite que nuestra piel se achicharre.
Este ambigüo destino se abre al turista ofreciéndole realidad y fantasía. Santo Tomé y Príncipe se instala como un buen lugar para navegar entre sus pequeñas islas y disfrutar de un sol cada vez más caliente.







