Santa Elena: la joya secreta de Reino Unido

Las islas del Atlántico suelen compartir características similares: orígenes volcánicos, vegetación exuberante y una fusión euro-africana que las convierten en verdaderos paraísos. Sin embargo, a casi 3 mil kilómetros de Angola, en medio del gran azul, encontramos una zona insular conocida principalmente por ser lugar de exilio del emperador Napoleón Bonaparte: Santa Elena, la joya secreta de Reino Unido.

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En un lugar del Atlántico Sur

Los accesos hasta la isla de Santa Helena puede realizarse tan solo en barco, si bien un aeropuerto está previsto para su apertura en 2016. La empresa encargada de llevar turistas hasta la isla es la RMS St. Helena, cuyas travesías comienzan en Cape Town (Sudáfrica) y, durante unos cinco o seis días, atraviesan el océano ofreciendo un servicio inmejorable a los turistas que incluyen buffets exóticos y hasta práctica de cricket en cubierta.

Una experiencia que, pese a la vaga impresión inicial, caldeará las expectativas del turista que se dirija a la isla. Los tours ofrecen también la posibilidad de visitar Ascension Island, a dos horas de distancia de nuestro destino y la cual, avisamos, sí tiene playas. 

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La isla que encontraremos a nuestra llegada es un paraíso de cabos volcánicos y un interior tropical conocido como The Central Peaks. No nos engañemos: Santa Elena parece un lugar anclado en el pasado, a juzgar por el aspecto de sus vehículos, construcciones o lo más importante, la ausencia de red móvil, la cual podremos suplir con el wifi disponible en algún que otro hotel.

La isla también se caracteriza por la ausencia de empleo - a no ser que sean contratados directamente por el gobierno insular -, y es muy segura. En definitiva, el lugar ideal para desconectar del mundo y refugiarse al amparo de una naturaleza única e inmejorable cultura.

Recorriendo Santa Elena

Los principales highlights culturales se aglutinan en la capital, Jamestown, un pueblecito de la costa norte atrapado entre valles angostos que descienden hasta el Atlántico, conformando una exótica estampa. La "ciudad" se caracteriza por sus casas coloridas y un ambiente sencillo que invita a degustar su gastronomía, limitada pero deliciosa, como el atún rojo (único botín pesquero en la zona), o el pilau, arroz aderezado de bacon y curry, entre otras especias. Para quienes busquen sabores más orientales, el Orange Tree es un restaurante que ofrece platos que van desde Filipinas a China.

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Tras una buena comida lo mejor será dejarnos caer por lugares como el Museo de Santa Elena, un recorrido por la historia y cultura de la isla; su castillo, una tímida construcción rodeada de huertos e impregnado del estilo medieval europeo, o Jacob's Ladder, una elevación que comunica las zonas altas con Jamestown y que ejerce de perfecto mirador sobre la capital.

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Santa Elena es conocida especialmente por ser el lugar hasta el que los ingleses arrastraron al a emperador francés Napoleón Bonaparte, tras veinte años de guerra. Este permaneció en la isla entre 1915 y 1921, año de su muerte, encerrada en una casa azotada por fuertes vientos pero dotada de todas las comodidades de un personaje de su condición. La vivienda, conocida como Longwood House, se encuentra a 4 km de Jamestown y aún conserva las dependencias del emperador y su servidumbre.

Maravillas naturales

Si bien la herencia cultural de Santa Elena puedo llevarnos tan solo uno o dos días, el verdadero atractivo de la isla reside en sus maravillas naturales y actividades tales como hiking o buceo. Este último es fácil de practicar si bien los amantes de las playas paradisíacas se verán posiblemente decepcionados ante su ausencia debido a los rocosos litorales. Como alternativa, existen las también recomendables marismas en la zona de Sandy Bay.

Los amantes del hiking están de enhorabuena, ya que la RMS organiza numerosas excursiones que parten desde Jamestown o Sandy Bay y en la que podremos desde bordear acantilados y zonas volcánicas costeras hasta una inmersión en Diana's Peak, paraíso natural en el centro de la isla y punto más alto de la misma.

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Otro obligado será recorrer las vertiginosas carreteras que serpentean de un extremo a otro en coche, motocicleta. . .  e incluso sobre un típico carruaje inglés. Un lugar que merece ser visitado con dedicación y tranquilidad, ya que debido al tímido efecto turístico, esta guarda numerosas sorpresas en cada uno de sus recodos. Nunca sabemos donde podemos encontrar pescadores entre las rocas, plantaciones de café, flores que crecen escondidas en las rocas de la montaña o incluso la tortuga vertebrada más vieja del mundo, Jonathan para los amigos..

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Santa Elena es una isla cuyo principal atractivo reside en su condición de paraíso perdido, aún anclado en un tiempo pasado que comienza a abrirse tímidamente a la modernidad pero conservando su encanto, la simpatía de su gente o la paz de sus cabos y montañas. Un destino ideal para quienes busquen aventuras con buen desenlace, pues el simple trayecto de ida nos sumerge en una experiencia sin igual.