Ohaguro: la extraña tradición japonesa de pintarse los dientes de negro

La belleza para los pueblos del mundo es completamente subjetiva: lo que para unos es normal y totalmente lógico, para otros no lo es tanto. Esta antigua tradición japonesa es vista con extrañeza desde Occidente, pero fue para ellos algo totalmente común. La tradición duró desde el siglo X hasta finales del siglo XIX, aunque es también conocida en otras partes del mundo, con menos popularidad que en Japón. Con la Era Meiji y la entrada de las tradiciones occidentales, fue perdiéndose de a poco.

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¿Cómo se hace?

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La preparación para teñir los dientes implica oxidar limaduras de hierro en té o sake, hasta que el líquido se vuelva negro. Ese líquido hace que los dientes sean negros, pero para mantenerlos siempre así debe hacerse una vez al día o cada dos días. Esta práctica estuvo relacionada en los primeros siglos con la aristocracia, sobre todo entre las mujeres.

Además del ennegrecimiento de los dientes se usaba el rostro completamente blanco. Muchos creen que es esto mismo lo que causó la popularidad del teñido, debido a que un rostro blanco resaltaba el amarillo de los dientes. Pero no se trataba solo de belleza, dado que supuestamente el tinte fortalece los dientes y previene problemas dentales, incluso calmando el dolor en caso de caries graves.

Período Edo

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Entre los siglos XVII y XIX se extendió de la aristocracia a otras clases sociales. Lo usaban las mujeres casadas, las no casadas que habían pasado los dieciocho años, las trabajadoras sexuales y las geishas. Es decir, era un signo de que la mujer había alcanzado su madurez sexual. Fue perdiendo popularidad en los últimos años del siglo XIX y se prohibió para los hombres en 1870. En 1873 la Emperatriz Shoken decidió salir en público con los dientes blancos, marcando el final de la tradición del ennegrecimiento. Sin embargo, todavía pueden encontrarse ejemplos entre las geishas.

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Una de las ideas detrás del Ohaguro viene del budismo y dice que los dientes blancos muestran el lado animal de las personas. Teñirlos hace que seamos civilizados, guardando esa veta salvaje que llevamos. Por otro lado, está de acuerdo con las costumbres antiguas de hacer inexpresivos los rostros. El maquillaje blanco, las cejas depiladas y pintadas y los dientes negros completaban caras que no mostraban un mínimo de sentimientos, lo cual estaba bien visto.

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En otros países como Vietnam o Tailandia también fue común el ennegrecimiento de los dientes, aunque a veces era más bien un color rojo oscuro conseguido con otro tipo de preparaciones. Hoy en día es muy extraño encontrar a una chica japonesa que siga la costumbre y de hecho es mejor visto que los dientes sean blancos.