NO deberías montar un elefante en Tailandia por estas razones...

Si te preguntara qué es lo que te ves haciendo en tu próximo viaje a Asia, seguro estés pensando en montar un camello o elefante, ¿no? Es que seguro ya viste las fotos de muchos conocidos montándolos, ¿o me equivoco?

Pues, aunque te vayas a perder la foto, será mejor no montar elefantes en Tailandia.

¿No sabes por qué? Vamos que te cuento.

#1 Son maltratados

Seguro que la mayoría de las compañías que se dedican a estos tours con animales dirán, y publicitarán, que los tratan bien y con formas seguras. Seguro dirán que si no tiene el peso extra de un asiento o si sientan a la persona encima del cuello, el elefante no sentirá ninguna molestia, pero es un error.

Piensa que si esos elefantes están “entrenados” para pasear a la gente, ese entrenamiento tuvo que haber requerido alguna especie de castigo para que acaten órdenes, además de que va contra la naturaleza de estos animales.

#2 Están tan cansados de cargar turistas que puede ser peligroso

Puede que pasen horas paseando gente sin que los alimenten o tengan un descanso y, los elefantes, no son animales que naturalmente carguen humanos en sus espaldas, no responden gentilmente a las órdenes, por lo que puede ser peligroso. ¡Cuidado!

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#3 A los elefantes les afecta mucho más que a otros animales

¿Sabías que los elefantes tienen mucho más inteligencia y emociones que la mayoría de los animales del mundo? Pueden recordar, traumarse y estresarse. Solo basta con que visites el zoológico de tu ciudad y los observes para darte cuenta.

Por eso, imagínate que montas sobre uno y tiene algún comportamiento de reacción ante el maltrato que sufrió o el cansancio y la falta de alimento.

Más vale prevenir que curar, como decía mi abuela.

#4 Puedes tocarlos, alimentarlos y disfrutarlos sin promover su utilización y maltrato

Afortunadamente, una organización en Tailandia se encarga de rescatarlos, cuidarlos y protegerlos. Así que, si quieres ver un elefante de cerca, alimentarlo o tomarte una foto, solo basta con que concurras a los lugares donde están cuidados y atendidos.

De esta forma los proteges, no alimentas el negocio de su maltrato y los puedes disfrutar. ¡Ganamos todos!

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