Los árboles tienen un idioma que deberíamos entender, dicen especialistas

¿Los árboles pueden hablar? Técnicamente, no hablan como nosotros, pero varios especialistas afirman que poseen un idioma a través del cual se comunican, tanto entre ellos como con otras especies. 

A través de la tierra que está en contacto con sus raíces, los árboles se comunican constantemente para intercambiar información y nutrientes con otros árboles e incluso otras especies. 

Los árboles no conversan, pero se comunican

Muchos filósofos como Kant han señalado que no vemos el mundo como es, sino como somos nosotros. Basándonos en esta perspectiva, se puede explicar por qué, durante tanto tiempo, los humanos hemos creído que nadie más tiene la capacidad para comunicarse como lo hacemos nosotros. Los árboles en realidad se comunican, pero de una forma diferente, que muchos no somos capaces de entender. 

En el año 2016, la profesora en ecología forestal  Suzanne Simard dio una exitosa charla TED en la que contaba cómo los árboles hablan entre ellos. Para ella, existe otro mundo bajo tierra que favorece la comunicación de los árboles. Mediante el intercambio de sustancias o químicos, los árboles se comunican e incluso interactúan. 

Básicamente, los árboles pueden comunicarse entre ellos, pero también interactuar con otras especies. Muchos árboles soltarán semillas que las aves esparcirán por la zona e incluso muchos árboles se verán beneficiados de los hongos de la zona, que pueden hacer transitar al agua de la tierra, de mucha importancia para su vida. 

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Los árboles pueden ser solidarios

Peter Wohlleben —especialista forestal, autor del libro La vida oculta de los árboles—, tuvo un cambio radical en su percepción sobre los árboles después de una experiencia que lo marcó para siempre. Wohlleben se encontró una vez con un antiguo árbol sin hojas que con más de 500 años aún estaba vivo, sin explicación aparente.

La explicación que Wohlleben encontró para ese fenómeno fue que, a través de una red de comunicación e interacción subterránea de ese árbol con los árboles de la zona, el árbol de 500 años recibió una especie de solución azucarada de los demás árboles, mediante las raíces conectadas a la tierra. La solidaridad de los demás árboles —sea consciente o inconsciente— fue lo que le permitió mantenerse con vida. 

Wohlleben indica que, desde entonces, su visión de los árboles como seres vivos que compiten con los otros para obtener espacio o luz solar cambió para siempre. Desde entonces, los ve como a seres vivos con vidas familiares, que se relacionan tanto con otras especies como entre ellos mismos. 

La importancia de entender su idioma

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George Haskell —biólogo autor de Las canciones de los árboles—, señala también que los árboles están conectados a todo aquello que los rodea. En general, esto condice con la creencia de que los individuos —los seres vivos— somos afectados de forma notoria por el entorno.

Para Haskell, los árboles son como filósofos terrestres ancestrales, que a través de los años han obtenido una cantidad asombrosa de información sobre el lugar en el que están ubicados. Los árboles pueden estar cientos de años plantados en el mismo punto sin moverse. La información que pueden obtener de la zona es realmente valiosa. 

La mirada de Haskell cambió después de una visita a la selva amazónica en Ecuador, en donde encontró que los pueblos de la zona hablaban de los árboles como si fueran personas que sienten, viven, recuerdan y se comunican. Para ellos, los árboles eran como miembros de la tribu. Los árboles merecían el mismo respeto que las personas. 

Para Haskell, cuando entendamos que los árboles son maestros de la conexión con la naturaleza, que pueden comunicarse a través de un idioma interno, que los humanos aún estamos a tiempo de entender, cuidar al medioambiente pasará a ser nuestra prioridad.

Los árboles nos pueden estar transmitiendo varios mensajes: cuidar del medioambiente es importante, así como la conexión con otras especies y  con nosotros mismos. 

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