En el caribe panameño, las Islas de San Blas son un idílico lugar que posee singulares riquezas. Su paradisíaco paisaje de palmeras rodeadas de transparentes aguas de tonalidades turquesa componen el entorno ambiental de la isla.
Las Islas de San Blas: un compromiso ético con la naturaleza de la región


Las islas se formaron por acumulación de coral, y existen dentro de una armónica combinación de clima tropical y típicas aguas caribeñas. Las islas de San Blas permiten al turista disfrutar de actividades como kayak o snorkeling para conocer los tesoros que las cristalinas aguas esconden bajo sí.
Pero estas islas no sólo han atraído turistas por su belleza paisajística. Existe, en su corazón, una sociedad con una cultura propia que coexiste con el medio ambiente que los circunda: los indios Kuna. Estos indígenas han sido foco de atención de innumerables grupos de turistas interesados en conocer sus costumbres y estilo de vida.

La cultura kuna tiene características que, lógicamente, atraen al turista por su simpleza y singularidad. La organización política y económica de la etnia ha sido respetada por el gobierno panameño, y los indígenas poseen una existencia relativamente autónoma respecto a las regulaciones gubernamentales. Asimismo, el turista tiene que contraer un compromiso ético ineludible si desea descubrir esta cultura. Una ética que respete las tradiciones de este pueblo sin incidir en lo más mínimo en ellas; observar sin entrometerse, puesto que una mayor influencia de nuestra sociedad puede perturbar su estilo de vida, haciendo que —como ha ocurrido con tantos otros grupos indígenas— su cultura se vea absorbida por la cultura occidental.
Puede accederse a las islas de San Blas mediante vía aérea, desde el aeropuerto de la ciudad de Albrook, en Panamá. El alojamiento que ofrecen las islas es rústico, pero totalmente folklórico, y justamente por eso muy atractivo. Las cabañas son simples y de techo y paredes de pencas, una hoja carnosa de plantas de la región.
Por su puesto que la belleza de San Blas es incomparable y perfecta, armónica y paradisíaca; pero, como fue señalado anteriormente, el turista debe comprometerse a no dañar la riqueza indígena de la zona, intentando incidir en lo más mínimo en las costumbres del pueblo Kuna.
Via | Locura Viajes







