Guardar secretos es malo para tu salud mental, de acuerdo a un estudio científico

Tener que guardar un secreto es una carga. Lo sabe Clark Kent que todos los días se pone gafas que no necesita. Lo sabía Sheldon Cooper cuando se negaba a hacerlo, y lo sabía Joey de Friends cuando, a su pesar, descubrió que dos de sus amigos estaban en una relación clandestina.

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Estos ejemplos sugieren que el problema de guardar un secreto es el esfuerzo que implica reprimir el impulso de contarlo a un tercero.

Se requiere cuidado, atención, incluso la necesidad de mentir o engañar para mantener el secreto a salvo, y todo esto es estresante.

Pero el verdadero problema, según ha concluido una reciente investigación, no es esta carga. El problema es albergar ese secreto en la mente, y pensar en él.

Los efectos psicológicos de guardar un secreto

El estudio conducido por investigadores de la Universidad de Columbia confirma que el guardar un secreto está asociado a un peor bienestar personal y a relaciones menos satisfactorias.

Ansiedad, depresión y otros síntomas de mala salud mental o incluso de empeoramiento de enfermedades físicas, suelen surgir como consecuencia de este secretismo.

Pero al mismo tiempo el estudio rechaza la noción generalizada de que esto se produce al ocultar el secreto ante terceros, durante una conversación u otras interacciones sociales.

Aunque muy común en la ficción (y en las sitcoms), es muy poco frecuente que uno deba cuidarse de revelar el secreto ante otros, sostiene el estudio.

Lo que sí es común es que uno piense sobre el secreto que mantiene. Le dé vueltas en su cabeza, en otras palabras. Esto es lo que causa daño. Un secreto al que nuestra mente vuelve una y otra vez, puede resultar agotador, puede hacernos sentir solitarios o aislados.

¿Qué tipo de secretos guardamos?

Los investigadores realizaron una encuesta con más de 5000 participantes voluntarios y determinaron que el 97% de las personas guardan o guardaron algún secreto alguna vez. En promedio, las personas tienen 13 secretos guardados.

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De acuerdo a la investigación, estos secretos que todos guardamos tienen que ver con preferencias personales, deseos, cosas relativas a las relaciones y el sexo, infidelidades, engaños y la traición a la confianza de otros.

Los participantes respondieron las preguntas de qué tan seguido debían ocultar estos secretos a otros durante una conversación o una reunión, y qué tan seguido pensaban sobre ellos por fuera de una interacción social.

El resultado: cuando más rumiaba una persona sobre su secreto en solitario, peor bienestar personal. El ocultar activamente el secreto a otros durante interacciones sociales, no guarda, en cambio, ninguna correlación con el bienestar.

La importancia de contar un secreto

El estudio determinó que revelar un secreto a otra persona, no reduce necesariamente la cantidad de oportunidades en que uno tiene que ocultar o reservar ese mismo secreto durante una conversación con otras personas, pero sí reduce la frecuencia con que uno piensa sobre ese secreto.

Contar un secreto puede ser catártico, y eso ayuda a liberar cierta tensión y proveer alivio, pero también es muy importante la conversación que sigue tras la revelación del secreto.

Los participantes revelaron que luego de compartir un secreto con otra persona de confianza, la respuesta de ese interlocutor suele ser un consejo útil, una recomendación de ciertos pasos a seguir o simplemente apoyo emocional, lo que hace que el que reveló el secreto se sienta más confiado y menos solitario que cuando lo ocultaba.

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Cuando las personas descubren alguna forma más saludable de pensar en ese secreto, tiende a darle menos vueltas en su cabeza y por lo tanto mejorar su bienestar. Una simple conversación al respecto puede conducir a una mente más clara y una mirada más saludable.

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