Es inevitable. Ante el nacimiento de un nuevo miembro de la realeza siempre se genera una gran expectativa sobre el nombre que esa personita llevará durante toda su vida. No hace mucho tiempo, con la llegada de Louis, el último hijo del príncipe William y Kate Middleton, los periódicos debatían como un tema trascendental qué nombre escogerían los Duques de Cambridge para su pequeño.
El único nombre que un bebé de la realeza británica jamás podría llevar


Sin embargo, poco se habla de un nombre en particular que NUNCA podría elegir la realeza británica para un descendiente varón. Ningún miembro de la familia real puede llamarse «John», un nombre de origen hebreo que significa «el misericordioso», pero que lleva consigo una historia aterradora para la corona británica de la que nadie se atreve siquiera a pronunciar una palabra.
Conoce más acerca de este misterio que nos llevará hacia una Inglaterra de principios de siglo XX, en la que gobernaba como Rey George V, abuelo de la Reina Elizabeth II.
John Charles Francis: un vida teñida por la desgracia

Así se llamaba el hijo del Rey George V y de María de Teck. Nació un 12 de julio de 1905 en Norlfolk y fue el último de seis hermanos: Edward, Bertie —padre de Elizabeth—, Mary, Henry y George. Pero según cuenta el periódico británico Daily Mail, nada fue fácil para el joven Johnnie, como lo llamaban sus familiares.
A los 4 años tuvo su primer ataque epiléptico y, desde ese entonces, se mantuvo aislado de la vida pública. No pudo asistir a la coronación de su padre como rey de Inglaterra en 1911 y, años más tarde, debió instalarse en una estancia en las afueras de Inglaterra junto a su niñera, Lala. En el poco tiempo que estuvo allí, trató de disfrutar de la vida que sus padres le habían prohibido a raíz de su enfermedad. Se cree que pasaba mucho tiempo leyendo libros y admirando la naturaleza.
Johnnie falleció en soledad un día frío de enero en 1919 a los 13 años. Sus restos descansan, por decisión de sus padres, en el cementerio de la iglesia Santa María Magdalena de Sandringham.

La crueldad con la que trataron la enfermedad de su propio hijo dejó una muy mala impresión alrededor de la figura de María de Teck y George V. Johnnie fue obligado a vivir aislado y sin ningún tipo de cariño de su propia familia. Por esa razón y, desde ese entonces, ningún miembro de la realeza se atreverá a utilizar el nombre de John para uno de sus hijos. Para ellos, John es sinónimo de desgracia y tristeza.
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