El kril, pequeño crustáceo marino que vive en la Antártida, es el principal componente de la dieta de peces, ballenas, pingüinos y focas de la región. Puede alcanzar los 6 cm y vive alrededor de 5 o 6 años. El kril se alimenta de fitoplancton y es una fuente de proteína para el ser humano, que lo pesca con fines comerciales. Se estima que en los océanos hay alrededor de 100-500 millones de toneladas de kril, aproximadamente el peso de la población humana.
El kril: un fertilizante natural

Durante mucho tiempo se ha creído que vivían básicamente en la superficie de las aguas oceánicas; sin embargo, nuevos hallazgos indican que con regularidad se alimentan de trozos de organismos acuáticos en descomposición, ricos en hierro, y luego regresan arriba con el estómago lleno, liberando dicho mineral en el agua.
Lo que parece sorprender a los científicos que los estudian es el hecho de que sus viajes del fondo a la superficie no sean esporádicos como se pensaba, sino que en cualquier instante el 20% de la población se mantiene migrando en ambas direcciones, creándose una columna vertical de agua. Al analizarse el estómago de la muestra seleccionada se verificó que estaba lleno de material rico en hierro de los fondos marinos.
Los investigadores se han planteado estudiar en profundidad el proceso de liberación de hierro en las aguas. Mientras en la tierra este mineral es muy abundante, en los océanos del mundo sólo puede encontrársele en las capas superiores. Resulta muy interesante que exista una vía biológica que reintegre el hierro nuevamente a las superficies a través del estómago de estos crustáceos.









