¿Qué tan esclavo del reloj eres? Hagamos un breve e interesante paseo en la máquina del tiempo.
El interesante camino de la humanidad en la invención, perfeccionamiento y uso del reloj


Imposible despertarse

Somos esclavos del tiempo incluso desde antes de que el astrónomo griego Hiparco de Nicea dividiera el día en 24 horas de igual duración, unos 100 años antes de la era común. Unos 1000 años antes de Hiparco, otro científico griego, Palamedes, un personaje entre mito y realidad, habría tenido una preocupación más estomacal: recomendó que la gente se sentara a comer 3 veces al día, más o menos a la misma hora. Seguramente, muchos griegos consultaban con frecuencia el reloj de sol para ver si ya era hora de saciar el apetito.
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Relojes diurnos y nocturnos

El primer recurso de la humanidad para medir el tiempo fue el reloj de sol, pero no ayudaba mucho para despertar, ni siquiera en las regiones más próximas al ecuador, donde el astro rey sale más o menos a la misma hora todo el año.
El primer reloj nocturno fue la clepsidra, un tosco invento de los egipcios consistente en una vasija de cerámica con unas marcas interiores a la que se le abría un pequeño orificio y se llenaba de agua. En la medida que el agua salía, aparecían las marcas, indicando la hora aproximada.
Otra modalidad combinaba el uso de dos vasijas. Había que ver la hora con una antorcha. Pero ni siquiera la clepsidra perfeccionada por el griego Ctesibio con sus conocimientos de hidrostática, sirvió como despertador.
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¿Ya sonó el pájaro? ¿Ya cantó?

Aparte de los rayos del sol filtrándose por la ventana, un método muy irregular para despertar, se cree que el primer despertador fue un pájaro mecánico inventado por los griegos, que empezaba a sonar cuando las mareas alcanzaban un nivel.
Pero dejar el momento de la partida para una campaña guerrera u otra cosa importante a la suerte del régimen de mareas, quizá era algo que se podía aceptar hace más de 2000 años, pero no ahora. Además, las poblaciones que vivían lejos de la costa quedaban sin reloj despertador.
Un problema similar presentan los gallos, método de despertar recomendado por los fanáticos de la vida campestre; tienen que estar relativamente cerca y además cantan continuamente, por lo que uno tiene que habituarse al gallo que le toca.
El despertar del relojero

El inventor del reloj despertador fue un relojero al que le gustaba trabajar de firme y quería levantarse a las 4 AM para empezar a laborar temprano. En 1787, el estadounidense Levi Hutchins tomó uno de sus relojes y le conectó al número 4 una pequeña palanca y cuando la manecilla horaria llegaba a esa hora se activaba una campanilla.
Después llegaron los relojes mecánicos que se pueden poner a cualquier hora, los electrónicos y finalmente los atómicos, que son los relojes más exactos que existen. Mientras tanto, los entusiastas de las virtudes del cuerpo no han dejado de recomendar el reloj biológico (acostumbrarse a despertar a una misma hora sin ayuda de dispositivos), pero hasta ellos mismos conectan su aparato despertador cuando deben espabilar temprano para una crucial entrevista de trabajo.
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Las revoluciones del reloj

Quizá la culpa de que vivamos atados al reloj despertador la tuvieron los primeros en postular que perder el tiempo estaba mal. No en balde, el sociólogo estadounidense Lewis Mumford dijo que el reloj fue tan importante para la primera Revolución Industrial como la máquina de vapor.
Para la segunda Revolución Industrial, con la llegada del petróleo, la electricidad y la cadena de montaje, el reloj pasó a ser el rey. Incluso los artistas del ocio tienen que transigir en algún momento con el reloj, sea para recordar una cita o para despertar.
Y tú ¿cómo despiertas? ¿cuántas veces al día ves el reloj de tu móvil o el de la mesita de noche? La conducta frente al reloj dice mucho de tu personalidad.
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