Después de casi 40 años, los chinos han analizado el último set de rocas lunares

Los chinos acaban de asegurar la permanencia a largo plazo en la primera división de la liga espacial, al convertirse en el tercer Estado de la historia en analizar rocas lunares mediante una misión propia.

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China gana la medalla de bronce en el análisis de rocas lunares

Imagen Thinkstock

La tecnología ha progresado mucho en los últimos 40 años. Hace cuatro décadas, las misiones tripuladas estadounidenses a la Luna no llevaron espectrómetros de masas. Los astronautas cargaron las piedras lunares en sus mochilas y las trajeron a la Tierra, donde fueron analizadas en los laboratorios.

También los rusos tuvieron que esperar el aterrizaje de sus módulos lunares para hacerse con su valioso cargamento y evaluarlo.  Ahora las misiones espaciales están equipadas con instrumentos de espectrometría que tras llegar a un satélite, un planeta o un cometa, inician los análisis de lo que encuentren en el mismo sitio y envían sus resultados a la Tierra sin necesidad de la llegada del correo en un costoso viaje de retorno.

Fue lo que hizo hace pocos meses el módulo Philae de la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea, que encontró un surtido de compuestos orgánicos en el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko. Ahora son los chinos los que sorprenden con su conversión en la tercera potencia mundial en analizar rocas lunares con una misión propia, esta vez in situ.

Un satélite de lo más común

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Los chinos son muy discretos con sus programas de alta tecnología. Hace dos años, el alunizaje no tripulado de la Chang'e-3, del Programa Chino de Exploración Lunar, no causó mucho revuelo. Al fin y al cabo, las rocas lunares ya se habían estudiado en profundidad sin encontrarse asombrosas diferencias entre las muestras y entre la composición de estas y la de la Tierra.

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Ningún elemento nuevo, raro o precioso apareció por ninguna parte, sino los vulgares hierro, aluminio, silicio, calcio y magnesio, entre los más abundantes. Los más escépticos se preguntaban qué pretendían los chinos descubrir en la composición de la Luna con una misión que solo podría rastrillar unas muestras de regolito, nombre que recibe el material que forma la capa superficial de planetas, asteroides y satélites.

Quizá solo sea una cuestión de honor universal; de entrar en la liga premier del espacio, para lo cual las rocas lunares parecen ser uno de los máximos trofeos.

Tiempos de colaboración

Imagen NASA

Hubiera sido impensable que Mao Zedong colaborara con John Fitzgerald Kennedy, Lyndon B. Johnson o Richard Nixon en una misión conjunta chino-estadounidense para explorar la Luna durante los años 1960 y 1970, en plena Guerra Fría. Pero los tiempos han cambiado y los viejos rivales, aunque lo siguen siendo en muchos campos, ahora se avienen a colaborar en varios otros.

El robot lunar chino Yutu, de la Chang'e-3, arañó la Luna, puso a trabajar su espectrómetro de rayos X y su generador de imágenes en el infrarrojo y envió su información. No sabemos si los chinos sufrieron un fuerte ataque de solidaridad tecnológica internacional o simplemente no se sintieron capaces de hacerlo por sí solos, pero lo cierto en que solicitaron la colaboración de especialistas estadounidenses de la Universidad Washington de San Luis, para analizar la información enviada por Yutu.

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La principal novedad encontrada en el Mare Imbrium, lugar al norte del satélite donde alunizó la máquina china y donde no habían estado antes ni estadounidenses ni soviéticos, fue una roca basáltica con un contenido promedio de titanio. Los basaltos hallados por gringos y rusos tenían o mucho o muy poco titanio. Y eso es casi todo, o al menos lo que han revelado los orientales.

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Los chinos están muy orgullosos por haber analizado unas piedras muy parecidas a las evaluadas hace 40 años. Están tan satisfechos, que ya prevén lanzar otra misión para traer rocas lunares y analizarlas en la Tierra.

Lanzar una nave al espacio es fácil, lo difícil es aterrizarla sana y salva. Seguramente, los chinos en lo que están pensando es en probar sus tecnologías de viajes de ida y vuelta, pero necesitan una buena excusa ¡bueno, traigamos unas piedras selenitas!