Una de las características más comunes en los seres humanos es la falta de paciencia. Si bien no somos conscientes de cómo nos afectan los niveles de ansiedad, lo cierto es que la evolución nos enseña como nuestros cerebros se han ido adaptando a esperar mayores recompensas, si controlamos la ansiedad.
Del mono al hombre: evolución de la paciencia


Esto sobre todo puede tener un efecto considerable en actividades cruciales para la supervivencia como el apareamiento o la alimentación, por ejemplo. Esto es lo que sostiene una investigación de la Universidad de Nebraska-Lincoln y que hoy compartiresmos.
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La paciencia, factor clave en la evolución

Los investigadores se han dado a la tarea de indagar los mecanismos de la ansiedad en varias especies, resultando que algunos primates son mucho más pacientes que otros. La paciencia ha resultado un factor decisivo para la evolución de las especies en relación con su hábitat natural.
Con un estudio de diversas clases de primates, desde monos tití, hasta grandes gorilas, los científicos hallaron que el mecanismo conocido como «elección intertemporal», que rige los tiempos en la espera de la gratificación para recibir una mayor recompensa. Este sería el mecanismo detonante de la paciencia en los humanos.
Mayor autocontrol, mejores posibilidades de vida

Se encontró que los tiempos de espera en los primates como los chimpancés, de acuerdo a sus características como el peso promedio de 85 libras y con un promedio de unos sesenta años de longevidad, contra el Tití cabeciblanco, con un peso de una libra y veintitrés años de vida, dependía directamente de los tiempos de espera al tomar el alimento.
El chimpancé espera en promedio unos dos minutos antes de comer el alimento, mientras que el Tití optó a los ocho segundos apenas, por la recompensa inmediata. Este experimento demuestra, por ejemplo, que a mayor tiempo de espera mayor habilidad cognitiva.
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Paciencia y habilidad cognitiva

Durante los experimentos realizados en parques zoológicos de Alemania, al ponerse una bandeja con dos uvas que podían comer inmediatamente y otra con seis, por la que deberían esperar. Este experimento con estos animales demuestra que no existe ninguna relación entre la ansiedad al comer y el tamaño del cerebro, sino que demuestra simplemente la capacidad cognitiva de cada especie de primate.
Lo que si se halló es una directa relación entre paciencia y masa corporal, pues los pequeños primates metabolizan mucho más rápido dado que necesitan más comida con mayor velocidad, caso contrario a los más grandes.
¿Opina que estos estudios con primates nos pueden dar una pista de la importancia del autocontrol y la paciencia de los seres humanos?









