Cuando Estados Unidos se encontró al borde de una Segunda Guerra Mundial, se hizo necesario el avance aeronáutico, generando una importante demanda de matemáticos. Y las mujeres probaron ser la solución.
Ayudaron a llevar a los astronautas al espacio, pero la discriminación hizo que sus hazañas no fueran valoradas

Se concentraron en el Laboratorio Aeronáutico Langley Memorial, en 1935, asumiendo la carga de procesamiento de números y convirtiéndose en computadoras humanas capaces de liberar a los ingenieros de los cálculos a mano antes de la era digital.
Se trata de una historia de logros femeninos, pero quienes han quedado afuera son las mujeres afroamericanas, valientes e inteligentes, que hicieron inmensurables esfuerzos para poder enviar a los astronautas al espacio, sometiéndose a la discriminación racial y de género.
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Fueron llamadas West Computers, en honor al área a la que habían sido relegadas, y si bien su historia no había sido revelada, ayudaron a marcar el camino para matemáticos e ingenieros de todas las razas y géneros.
El libro Hidden Figures y la película basada en la obra de Margot Lee Shetterly, que se estrenará en enero, cuentan la historia de vida de estas increíbles mujeres.
Su importante papel en la guerra

El Laboratorio Aeronáutico Langley Memorial fue construido en 1917 para la National Advisory Committee for Aeronautics (NACA). Pero la agencia se disolvió en 1958, para ser reemplazada por la National Aeronautics and Space Agency (NASA), dándole velocidad a la carrera en el espacio.
Las West Computers estuvieron al centro de los grandes avances, trabajando con las ecuaciones que describen todas las funciones del avión. Contribuyeron al diseño de una colección de máquinas voladoras para la guerra, haciéndolas más rápidas, seguras y aerodinámicas. Su gran trabajo se dividió en proyectos específicos, trabajando para avanzar el vuelo supersónico o calculando las trayectorias de las misiones Mercurio y Apolo.
La NASA decidió en 1970, disolver las pocas « computadoras humanas» debido a que los avances tecnológicos las convertían en obsoletas.
Superando la discriminación

Las primeras computadoras humanas afroamericanas aparecieron en Langley en 1940. Si bien la necesidad de la guerra era muy grande, la discriminación racial seguía latente fuerte y pocos trabajos estaban disponibles para cualquier afroamericano sin importar el género.
Sin embargo, en 1941 y con una marcha a cargo del pionero en derechos civiles, A. Philip Randolph, se buscó llevar la atención hacia las injusticias raciales y la discriminación. La marcha logró que el presidente Roosevelt emitiera la Orden Ejecutiva 8802, previniendo la discriminación racial en la contratación para el trabajo federal y el relacionado con la guerra. La orden permitió que las matemáticas afroamericanas pudieran abrirse camino y hacer historia.
No es posible saber cuántas computadoras humanas mujeres trabajaron a través de los años en la NACA y posterior NASA, pero se estima que fueron muchas.
Estas mujeres tuvieron que hacer frente a pequeñas batallas diarias de discriminación, desde los baños separados hasta el acceso restringido a las reuniones, incluso hasta encontrar viviendas. Sin embargo, eso no les impidió luchar para hacer historia y lograr su lugar en un mundo de hombres.
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