La empresa experta en colores, Pantone, le asignó dos tonos al año que se avecina: Serenity y Rose Quartz, una supuesta invocación a tiempos más calmos, que a diferencia del 2015 -que por suerte se aventura ya hacia su final- le correspondió el color Marsala. Un tono rojo, casi sangre, que quizás fue como un augurio de lo convulso que resultaría el año con ataques terroristas, refugiados, guerras y enfrentamientos políticos por doquier.
Al 2016, por el contrario, le ha tocado una mezcla de dos colores suaves: un azul que han llamado Serenity y un rosa que han bautizado Rose Quartz.
Si esto de que la empresa Pantone -toda una autoridad en colores- elija un tono para cada año empieza a cumplir funciones reales de oráculo, parece ser que lo que se viene para este año será completamente diferente.
“Los consumidores están buscando una conciencia general y un bienestar como antídoto para los días difíciles de la vida moderna, así, colores amables, que provocan sensaciones de seguridad y confort se están volviendo más prominentes”, dijo Pantone en su comunicado oficial.
En otras palabras, se trata de una búsqueda de un cierto orden y paz que, no se puede desconocer, puede resultar muy atractivo si impregna los productos que compramos en medio de un mundo que exacerba los sentimiento de inseguridad y turbulencia.
Efectivamente no solo desde Pantone, sino desde otras empresas como WGSN -una de las grandes investigadoras mundiales de tendencias-, estos colores se habían reportado como relevantes, sobre todo para la primavera-verano del 2016. “Se verá una cierta influencia soft pop que favorecerá diferentes tipos de piel y que determinará el maquillaje, la decoración y en general el universo femenino”.
Sin embargo, parece que muchas otras cosas más que un simple sentimiento de calma se están anticipando con esta selección de colores. Lo primero, que es evidente, es que por primera vez se eligen dos tonos y no solo uno, y, lo que es más notorio es que ambos colores parecen fundirse dando una sensación de no saber en donde empieza el azul y en donde termina el rosa. Una indefinición que es ya una de las grandes tendencias que parece abrazar a la sociedad actual. “Este último color que es dual coincide mucho con las grandes tendencias que se venían registrado sobretodo por un tema de límites borrosos en muchas categorías como el género, y lo economía, y que se ha evidenciado con contundencia en la moda”, explica Catalina Marín, la directora de cuenta de WGSN para Latinoamérica.
“El género es otra de esas construcciones sociales que intentan homogeneizar y controlar. Contrario a lo que comúnmente se cree, anatómicamente existen tantas o más “intersexualidades” cómo concepciones de genero y orientaciones sexuales. El ser humano es diverso, está lleno de posibilidades que nos interesa explorar y potenciar. Como diseñadores nos gusta cuando la imagen propia no corresponde a las construcciones convencionales sobre hombre y mujer, cuando encontramos maneras de crear sospechas en torno a las nociones de identidad en el día a día. Encontramos belleza en lo real”, explican por su parte Nicolás Riveros y Vanessa Gómez los creadores de la marca colombiana A New Cross que con esta apuesta neutra, sin género, han conquistado mercados importantes como el de París, Berlín y Nueva York.
Aunque esta mezcla extraña de tonos pasteles se pudieron ver en las colecciones de algunos diseñadores como Jason Wu, Del Pozo e Isa Arfen, no significa que vayan a ser ni los más comerciales, ni los más vendidos del año, “porque a estas alturas la mayoría de la moda ya ha registrado sus cartas de color y sus colecciones, al menos para el primer semestre, pero si es muy importante el mensaje y el ánimo que marcan, el Marsala, en el pasado otoño-invierno fue muy importante junto al verde militar. Seguro esta elección sí obedece a que el mundo esté clamando por un poco de calma y de silencio”, concluye Catalina Marín.