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Renunció al trono por amor: Edward VIII, el rey que abdicó para casarse con una plebeya

Pensamos que la vida de la realeza británica es lo más parecido a un cuento de hadas en la realidad, pero no necesariamente es así. Viven en una burbuja llena de privilegios, tienen palacios y viajan a gusto y gana, pero también tienen muchas presiones, como un código de vestimenta muy estricto y una vida pública controlada hasta el más mínimo detalle.

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Como viven expuestos al público y tienen que dar una imagen casi perfecta, muchas veces tienen que hacer grandes sacrificios para servir a su país. Uno de ellos, quizás el más grande, es el amor. Así fue el caso del tío de la reina Elizabeth, Edward VIII, el hombre que cambió el rumbo de la familia real cuando se enamoró.

Mi reino por amor

Imagen GettyImages

En 1936 el rey de Inglaterra, George V, falleció y dejó en su lugar a su hijo mayor, Edward VIII. El reinado, que debía durar por el resto de su vida, solo duró un par de meses por una sencilla razón: él estaba enamorado de una mujer que la monarquía no aceptaba.

Las personas «normales» se pueden enamorar de quien sea y si a los demás no les gusta, problema de ellos. Sin embargo, un miembro de la realeza no tiene la misma suerte. Edward conoció a Wallis Warfield Simpson, una mujer de la alta sociedad norteamericana, que se convirtió en su gran amor, pero tenía un problema: se había divorciado dos veces. Su amorío llevó a una crisis constitucional en Gran Bretaña, ya que el rey es la figura principal de la Iglesia de Inglaterra y casarse con una persona divorciada no era «moral» para ellos.

En vez de acatar, él decidió abandonar el poder por amor y anunció su abdicación a través de un poderoso discurso en la radio y en el que dejaba claro su gran sacrificio:

«Por fin puedo decir unas palabras por mi cuenta. Nunca he querido ocultar nada, pero hasta ahora no había sido posible que hablara por temas constitucionales. Hace un par de horas terminé mi último deber como rey y emperador, y ahora que me ha sucedido mi hermano, el Duque de York, mis primeras palabras serán para declarar mi alianza con él. Esto lo hago con todo mi corazón. Todos saben las razones que me han llevado a renuncial al trono. Pero quiero que entiendan que al decidirme no olvidé mi país o el imperio, que, como príncipe de Gales y más tarde como rey, he intentado servir durante 25 años. Pero deben creerme cuando les digo que he encontrado imposible cargar la responsabilidad y llevar a cabo mis deberes como rey como quisiera hacerlo sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo. Y quiero que sepan que la decisión que tomé ha sido mía y solamente mía. Esto fue algo que tuve que juzgar enteramente por mí mismo. La otra persona a la que más le interesaba ha intentado hasta lo último a persuadirme para que tome otro rumbo. He tomado esta, la decisión más seria de mi vida, solo por la idea de que será, al final, lo mejor para todos.〔...〕Y ahora tenemos un nuevo rey. Le deseo a él y a ustedes, su gente, felicidad y prosperidad con todo mi corazón. Dios los bendiga. ¡Dios salve al Rey!»

Felices para siempre

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Un año después, el tres de junio de 1937, ellos se casaron en Francia y ningún miembro de la familia real acudió a la ceremonia. Si bien la realeza se negó a otorgarle un título nobiliario a Wallis y ya no tenían un poder real, cambiaron el destino de la realeza para siempre.

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Si él no hubiese abdicado, George VI no hubiese sido rey y Elizabeth II nunca hubiera llegado al trono. La realeza, tal como la conocemos hoy, hubiera sido muy diferente y quizás fue un cambio para mejor, después de todo, Edward y su esposa fueron figuras muy controversiales, no solo porque fueron en contra de la Iglesia, sino porque también eran simpatizantes de Hitler. Afortunadamente para él (¡y para todos los ingleses!) el amor fue más poderoso que el poder de un imperio.