Porque ser mamá no se puede explicar, es una experiencia que se debe vivenciar.
Si eres madre primeriza, seguro tuviste estas sensaciones (A casi todas nos pasó)

El mundo y la perspectiva que tenemos de él cambian por completo una vez que somos madres. El impacto más fuerte se vive al ser madre primeriza porque todo es nuevo y desconocido; si luego se tienen más hijos, la experiencia adquirida nos aporta más seguridad, con lo cual las cosas se toman de otra forma.
Es llamativo saber cómo la mayoría de las nuevas mamás tienen iguales o similares sensaciones. Quizá tú también te identifiques con las experencias que yo he tenido…
Creías que no sabrías cómo hacerlo

Es muy común pensar "cómo haré para darle el pecho", "cómo sabré cuándo tiene hambre o le duele algo", "cómo haré para bañarlo siendo tan pequeñito"…
Estas y un sinfín de preguntas más son las que nos hacemos las madres primerizas sin importar cuánto hayamos leído al respecto.
Una vez que tenemos a nuestro hijo entre los brazos, de forma instintiva obtenemos el conocimiento necesario para desempeñar el rol de madres.
Es como si estuvieras flotando o en un sueño

Recuerdo despertarme en algún momento y observar a primer hijo durmiendo, y a la vez sentir una increíble sensación de estar viviendo un sueño.
Ser consciente de que ese ser había estado tantos meses dentro de mi barriga y hoy estaba fuera, tan pequeñito y vulnerable, es algo que me costaba creer.
A veces pensaba: ¿será que estoy soñando y de pronto me despierto y me doy cuenta?
El tiempo se detiene

Sobre todo en momentos como cuando estamos dando el pecho para alimentar a nuestro bebe, el silencio, la quietud y la paz invaden el entorno y por lo tanto también nos envuelve a nosotros dos como seres inseparables.
Es una sensación de que no hay tiempo, ni prisas ni exigencias de ningún tipo. ¡Qué hermoso!
El miedo y la intranquilidad

Las sensaciones de una mamá primeriza van desde la más absoluta calma hasta el miedo más profundo que se pueda imaginar tener.
Por ejemplo, tal vez te haya ocurrido en algún momento que tras pasar varias horas desde que tu bebé se había quedado dormido, no lo escuchaste llorar ni moverse y sabías que ya era tiempo de que se despierte, y es entonces cuando no has podido evitar pensar que algo malo le ocurría…
Todo es poco

Esta es otra sensación que muchas veces se convierte en un agobio constante porque como mamás nada nos basta; es decir, parece que nadie cuidará de nuestro bebé como nosotras.
Aun haciéndolo nosotras mismas, tampoco es suficiente porque no encontramos un modo que sea cien por cien eficaz para protegerlo de todo y evitarle posibles situaciones de sufrimiento, aunque sean tan comunes como los primeros tropiezos o caídas al intentar dar sus primeros pasos.
¿Coincides con estas sensaciones que he tenido como madre primeriza? ¿Qué sensaciones has tenido tú? ¿Qué es lo que más recuerdas de tu primera experiencia como mamá?









